Amigos con derechos

19 Jul 2014
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Gentileza de http://www.guioteca.com/

La amistad constituye uno de los vínculos más celebrados del mundo actual. Mientras las demás relaciones son a menudo calificadas como conflictivas o inestables, la valoración de los amigos crece en popularidad y en prestigio, sobre todo desde hace un par de décadas. Como muchos sostienen, “son la familia que se elige” y “duran más que los matrimonios”. Por eso, con un fervor casi como el que convoca el día de la madre, el 20 de julio proliferan las mesas largas en los bares, los asados desde temprano, los llamados y mensajitos de texto, los intercambios de regalos y declaraciones.

Aunque el porqué de la amistad entre dos personas es en gran medida un misterio, sí sabemos que para llamar a otro un “amigo”, debe existir un componente clave: intimidad. ¿Qué implica? La intimidad involucra –en un camino de ida y vuelta- el sentirnos confiados y seguros de poder hablar en forma sincera con el otro, deseo de promover su bienestar, de preocuparnos e interesarnos por sus cosas, de estar cuando nos necesite. Con los amigos compartimos los momentos importantes de nuestra vida (tanto como los cotidianos), queremos dar y recibir apoyo emocional (a menudo, también material). Y se genera con ellos cierta “complicidad”, derivada del conocimiento mutuo y de haber compartido experiencias. Como es evidente, los amigos son algo muy valioso en la vida de cualquier persona. Y es que todos necesitamos la terapia de la intimidad. Sin embargo, este “preparado magistral” no siempre conserva un estado “químicamente puro”. De hecho, con frecuencia se le añaden otros ingredientes que pueden contaminarlo o complementarlo, según se mire. El sexo es uno de ellos.

¿Es posible?

Frente a la pregunta de si es posible o no que dos amigos tengan sexo eventual, sin destruir su relación, existen posturas contrapuestas. Unos consideran que llevar la “intimidad” a la cama equivale al fin de la amistad: tarde o temprano sobrevendrán el apego, los celos, las sospechas, las demandas. Todas cuestiones que atentan directamente contra uno de los rasgos esenciales de cualquier relación entre dos amigos: la libertad. De hecho, muchos piensan que cuando se dan estas “licencias”, siempre una de las partes alberga, en realidad, sentimientos románticos hacia la otra y por lo mismo está condenada al daño emocional. Y hasta hay quienes dudan de que estos amigos “con beneficios” puedan llamarse verdaderamente amigos y creen que más bien les correspondería asumir que son “amantes”, “huesitos”, “chongos”, etc.

En las antípodas, no faltan quienes estiman que, para los que están solos, nada mejor que un buen amigo “cuando el alma necesita un cuerpo que acariciar”, como diría Joaquín Sabina. Ya que, emocionalmente, resulta más seguro hacer el amor con quien estamos unidos por el afecto y la confianza. Estos contactos, sostienen, hasta pueden terminar fortaleciendo la amistad. A esta categoría los brasileros la llaman, expresivamente, “amigos en colores”, para distinguirlos de los que viven en ese “blanco y negro” apagado de quienes jamás se permiten un arranque de pasión.


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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.