La vida y el compromiso de Amado Dip, el cura que marcó una época

La vida y el compromiso de Amado Dip, el cura que marcó una época

La investigación de Diego Ledesma derivó en la tesis con la que completó su Licenciatura en Historia. Allí destaca la obra de un personaje polifacético, protagonista en años intensos y dramáticos.

La foto es una postal del inicio de la década del 70, tiempo de luchas sociales en Tucumán. La Policía interrumpe la marcha de una procesión. Al centro, al cobijo de la cruz, se ve a Dip hablando con un agente. La foto es una postal del inicio de la década del 70, tiempo de luchas sociales en Tucumán. La Policía interrumpe la marcha de una procesión. Al centro, al cobijo de la cruz, se ve a Dip hablando con un agente.

Cuenta Diego Ledesma que sería imposible entrevistar a todos los que conocieron a Amado Dip. Será porque el recuerdo del sacerdote, fallecido en 1999, se mantiene fresco en el corazón de la tucumanidad. Siempre aparece alguien con un dato para aportar, con una anécdota que involucra al inolvidable párroco de San Pío X, un líder social que desde esa base barrial de Ciudadela se proyectó como protagonista en épocas turbulentas, como fueron los años 60 y 70 en la provincia. A Dip lo abrazó el sentir popular y a esa memoria permanece aferrado, pero le faltaba un abordaje académico y es el que afrontó Ledesma con su tesis “Curas y política a ras del suelo-La trayectoria del sacerdote Amado Dip en Tucumán. 1947-1976”.

La investigación de Ledesma fue dirigida por Lucía Santos Lepera y codirigida por Florencia Gutiérrez. De los motivos que lo condujeron a Dip y a la exploración de ese tiempo clave en el devenir tucumano del siglo XX habló el joven licenciado en Historia con LA GACETA.

- ¿Cómo nace este camino que te llevó a Amado Dip?

- Siempre me interesó la historia de la Iglesia, en especial el período de los 60 y los 70. Me preguntaba qué rol había ocupado durante esos años la Iglesia en Tucumán. Lucía Santos Lepera me facilitó documentación, accedí a bibliografía y ahí aparece la figura de Dip. Entonces seguí indagando.

- ¿Hay algún elemento personal en todo esto?

- Recuerdo que iba a misa a Cristo Rey, siendo vecino del barrio, y encontrarme allí con placas que lo recuerdan y lo homenajean. Hay una que me llamó la atención, colocada por los fieles de San Pío X y que al referirse a Dip dice “siempre párroco”. Eso me quedó marcado.

SEGÚN PASAN LOS AÑOS. Las fotos retratan distintos momentos de la vida sacerdotal de Dip, a partir de su ordenación en 1947. SEGÚN PASAN LOS AÑOS. Las fotos retratan distintos momentos de la vida sacerdotal de Dip, a partir de su ordenación en 1947.

- ¿Por qué termina siendo el tema de tu tesis?

- Lo decidí por varias razones. Una tiene que ver con las nuevas líneas de estudios históricos que abordan las trayectorias, en especial cuando están ligadas a sucesos importantes. Me encontré entonces con “Curas con los pies en la tierra”, el libro de María Elena Barral, que es de consulta obligada en estas cuestiones. El enfoque fue trabajar no sólo sobre la vida de Dip, sino también sobre el contexto provincial, nacional y mundial, cómo lo condicionó ese contexto y cómo él se fue reconfigurando y actuando ante los hechos de su tiempo. Hablamos del Concilio Vaticano II, de la dictadura de Onganía, del cierre de los ingenios, y de la violencia y represión de los 70.

- ¿Cómo fuiste delineando un personaje tan rico y complejo?

- Hay tres perfiles en ese viaje que es la vida de Dip. Primero el del cura gaucho, el párroco de San Pío X que se integra a la sociedad en Ciudadela, pero no como una figura de autoridad, sino como alguien cercano, casi uno más de los fieles. Después está el cura del pueblo, que se preocupa de los problemas sociales y se involucra en las movidas de resistencia, por ejemplo ante conflictos como los de Bella Vista, Villa Quinteros y la textil Escalada en Los Ralos. Y en tercer lugar está el cura con compromiso político, que participa en los Tucumanazos y en el Quintazo, y que milita en el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo (MSTM).

- Dip murió en 1999, pero el corte de tu trabajo lo estableciste en 1976...

- Si, termina con el exilio de Dip, el 23 de marzo de 1976. Un día antes del golpe recibe el llamado de un militar que lo alerta sobre su inminente detención, por eso se va de Tucumán. De lo que sucede después tengo dos versiones. Una dice que llegó a Córdoba acompañado por su hermana; la otra que se bajó del ómnibus en la ruta porque lo estaban esperando en Las Termas para atraparlo. La cuestión es que terminó quedándose varios años en Buenos Aires. Él decía que el arzobispo (Blas Victorio Conrero) le iba a cuidar el puesto en San Pío X, pero cuando regresa en 1982 muere Conrero y lo reemplaza Horacio Bózzoli. Entonces lo destinan a Cristo Rey, que en ese momento era un oratorio. Ahí Dip pasa de párroco a capellán y hasta tenía que pedir permiso para administrar sacramentos. Lógico, se producen tensiones.

- Era algo inherente a su personalidad, ¿no?

- Dip siempre había jugado con los límites de la obediencia que le imponía la jerarquía. Por ejemplo, en San Pío X funcionaba Cáritas, pero él prefería que las colectas se hicieron por medio de los Misioneros Vicentinos, grupo que no pasaba por la autoridad directa del arzobispo. A Dip le gustaba esquivar esos límites, pero sin romper las relaciones. Por ejemplo, cuando en 1973 Dip acepta la candidatura a senador nacional por el Partido Revolucionario Cristiano, el arzobispo Conrero le envía una carta pidiéndole que la decline, y él cumple la orden.

- ¿Cómo llega a formar parte del Movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo (MSTM)?

- En San Pío X se había formado el “club de los viernes”, que era un espacio de sociabilidad -asado mediante- al que fueron sumándose otros sacerdotes, como Pedro Würschmidt y René Nieva. Esos debates van tomando tintes políticos, alimentados por la encíclica Populorum Progressio (de Paulo VI) y por la Conferencia de Medellín. Al formarse el MSTM, Würschmidt lleva la propuesta y se adhieren, con Dip como secretario del grupo local. El MSTM era bastante heterogéneo, flexible de acuerdo con la realidad de cada diócesis en cuanto a su intervención en las realidades sociales y políticas del lugar. “El Concilio Vaticano II no es un cambio de pilchas, sino de mentalidad, siguiendo el mensaje de Cristo”, decía Dip.

- Viéndolo a la distancia, ¿cuál es el perfil que destacás de Dip?

- El de un cura gaucho comprometido con los problemas sociales, que entendía a la gente y la ayudaba sin bajar línea, acercándola a la Iglesia desde la comprensión y la misericordia. De eso hablé en una entrevista con Julio Marteau, que era amigo de Dip, sobre la idea que el cura tenía de la misa y del mensaje que transmitía de ser cristiano. Además estaba su costado polémico, esos sermones en Cristo Rey en los que tocaba temas sensibles, que en algunos casos podían provocar resquemores o malestar.

- ¿Pensás avanzar con esta temática en tus investigaciones?

- Me gustaría profundizar sobre la acción del MSTM en Tucumán y el trabajo de otros curas, como René Nieva, Raúl Sánchez y David Dip, el hermano de Amado. Pese a que el MSTM actuó durante un período breve, de 1968 a 1973, dejó una marca y se lo recuerda, sobre todo en el interior.

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