San Martín fue un equipo sin rumbo ni rebeldía

San Martín fue un equipo sin rumbo ni rebeldía

El "Santo" repitió viejos errores, dejó otra mala imagen, sumó la quinta derrota en el torneo y necesita urgente la llegada de un DT que pueda revertir la compleja situación.

¿HAY SALIDA? Tras el pitazo final, los jugadores de San Martín se retiraron cabizbajos. El equipo volvió a perder la brújula y da la sensación de que necesita un potente golpe de efecto para enderezar el rumbo en el campeonato. ¿HAY SALIDA? Tras el pitazo final, los jugadores de San Martín se retiraron cabizbajos. El equipo volvió a perder la brújula y da la sensación de que necesita un potente golpe de efecto para enderezar el rumbo en el campeonato.

Baño de realidad. Así, como el agua de una ducha, la dura derrota encajada por San Martín ante el modesto Flandria cayó de arriba, con cabezazos que se clavaron como un puñal en el corazón de un equipo que creía estar en proceso de recuperación.

Imposible gambetear la pregunta de si la goleada 4-1 frente al homónimo de San Juan hace una semana en La Ciudadela se trató de -apenas- un espejismo, de una golondrina del incipiente otoño.

Es más que probable, vistos los antecedentes. No se podría pretender que la versión Alexis Ferrero-Ariel Martos sea tan distinta a la anterior, salvo porque los jugadores parecen algo más combativos y enérgicos. Pero el fútbol continúa escaseando.

Así las cosas, en la tarde primaveral de Jáuregui, unos 100 kilómetros al oeste de Buenos Aires, en el jardín de San Martín no creció ninguna flor, apenas el aporte auspicioso de Leonel Bucca en el primer tiempo. La visita no pudo sacar rédito de la ventaja inicial ni tampoco de las limitaciones de su rival.

Es cierto, San Martín llegó al estadio “Carlos V” con muchas bajas. Desde los lesionados de larga data a los enfermos de dengue. Y al suspendido Emanuel Dening: imposible no extrañarlo, fue el mejor incluso cuando el equipo deambulaba por las canchas como alma en pena en el ciclo de Iván Delfino.

Matías Quiroga y Mauro Verón pasaron inadvertidos. Es verdad, nunca les llegó limpia la pelota. En todo caso, en el primer tiempo la diferencia la hizo Bucca, postergado por Delfino y “rescatado” por Ferrero.

En un lateral que encontró muy mal parado a San Martín y en inferioridad numérica, Bucca retrocedió veloz y recuperó una pelota que ardía. Y unos minutos después metió amague en el área de enfrente y el ex San Martín Alejandro Altuna ingenuamente se llevó puesto su pie. El número “8” dijo “esta es la mía”, y se adueñó del balón para romper el cero con clase desde el punto del penal.

Antes del partido, un hincha sexagenario le advertía a la LG Deportiva: “ese árbitro nos va a ‘bombear´, siempre cobra contra Flandria”. Paranoia o no, el tal Roberto y el resto de los 3.000 simpatizantes del “canario” presentes en el estadio estallaron con una mano de Nahuel Brunet que olió a penal pero que Sebastián Martínez cobró afuera del área.

Flandria lucía golpeado, parecía que San Martín se encaminaba a una tarde feliz a orillas del río Luján. Pero no, la falta de volumen de juego es imposible de maquillar. Y para peor, en ventaja la visita disminuyó su intensidad.

El anfitrión, sin claridad pero con ahínco empujó hasta conseguir la paridad. Pecado capital del “santo”: perdió la marca de un especialista como Alejandro Gagliardi, quien casi no tuvo que saltar para cabecear al rincón del arco de Darío Sand.

El acierto del goleador aurinegro tornó el resultado más consistente con el trámite. San Martín no había hecho demasiado para estar al frente del, apenas aquel soliloquio pleno de efectividad de Bucca.

La definición

La pregunta que se imponía en el ánimo de los hinchas era qué fichas movería Ferrero (y cuándo) para ir en busca de los tres puntos. Podría haber cambiado en el intervalo, pero el entrenador-manager prefirió darle una última oportunidad (desaprovechada) a la dupla Quiroga-Verón.

Pero claro, llegó el momento de mover las fichas. Y Ferrero hizo una lectura interesante: ingresó un delantero con mayor movilidad que los sustituidos, el también ex desterrado Nicolás Moreno, más Claudio Pombo.

Con Pombo San Martín mejoró, porque se adueñó de la pelota e impuso condiciones en el medio. Con un delantero menos pasó a ser más ofensivo. Y con el posterior ingreso de Matías Pardo por el inexpresivo Ulises Vera siguió en esa búsqueda.

Pero a la postre no sirvió. El axioma de los “dos cabezazos” en el área el gol se cumplió en Jáuregui. Gagliardi, genio y figura, esta vez desbordó y tiró el centro que Martín Comachi bajó de cabeza para que Lucas Seimandi sentenciara también de cabeza. ¿Las marcas? Mal, gracias.  

Con el choque con Deportivo Morón en Santa Fe por Copa Argentina a la vuelta de la esquina -el miércoles-, la búsqueda de un entrenador (no interino) volverá a ser prioridad absoluta para San Martín.

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