San Martín: casi se van a las trompadas

San Martín: casi se van a las trompadas

El final del partido fue caliente, con los locales festejando el triunfo como si fuera un título y los “santos” sintiéndose provocados.

San Martín: casi se van a las trompadas

El bucólico paisaje en las adyacencias del estadio “Carlos V” contrastó con la agitación de un final en que los jugadores de ambos equipos casi terminan a las piñas. Fue un partido caliente el de Jáuregui, por algunos fallos arbitrales y porque Flandria lo tomó como una final. Y lo festejó como si hubiera ganado un título, incluida alguna provocación que derivó en una respuesta airada por parte de los “santos”.

Preocupado por verse tan abajo en la tabla y también motivado por la visita de un grande del interior como es el equipo tucumano. Así aguardaba el “mundo canario” el partido en cada charla y así se explica la manera en la que terminó la tarde.

Apretados como un racimo, los jugadores del “aurinegro” se quedaron varios minutos cantando y saltando dentro del campo, de cara a una hinchada en éxtasis por el primer triunfo en la historia sobre San Martín.

Es que en La Ciudadela Flandria sólo había encajado derrotas, y en Jáuregui una caída y un empate. Bastaba escuchar alguna transmisión partidaria para ponderar el impacto de este éxito de uno de los equipos con menor presupuesto en la categoría contra uno que está “obligado” a pelear arriba y, en lo posible, a ascender.

Y la victoria sobre el equipo de Alexis Ferrero fue sazonada además con la satisfacción por las noticias que llegaban desde Morón: el empate final de Almirante Brown, dos veces abajo ante el “gallito”, fue celebrado por los hinchas en las gradas. No por nada: Deportivo Morón es visto como rival directo para esquivar el descenso en la zona A.

Todo en un escenario impregnado de amabilidad. Porque en torno al “Carlos V” reina un ambiente pueblerino: un poco más allá pastan unos caballos y se ve un mangrullo y algo más acá -dentro del mismo estadio- unos pibitos están en lo suyo y juegan a la pelota, dos grupos de niñas juegan con unas muñecas “barbies” y unos perros pasean sueltos, mientras el primer equipo le discute a San Martín tres puntos que imagina vitales para su futuro.

Y también impera la modestia. Porque el “Carlos V” está lejos de la imponencia de La Ciudadela. Apenas un lateral de la cancha tiene estructura de cemento, con unos cientos de plateas y capacidad en la popular para unos miles. Fuera de ello, una pequeña tribuna de tablones donde se sentaron allegados y periodistas visitantes, y el resto del perímetro sólo alambrado. El césped, amarillento y con arena en ciertos sectores.

La humildad de las instalaciones se percibe en muchos detalles. Por caso, el baño de caballeros no tiene inodoros, sólo letrinas. A su costado, un quincho con parrilla, donde se ofrecen hamburguesas y choripanes, supuestamente los mejores del fútbol argentino de ascenso. Mucha sencillez, con mucha dignidad. Eso es Flandria.

Una hora antes del pitazo inicial de Sebastián Martínez, los dirigentes de San Martín que llegaron hasta la zona de Luján degustaron los famosos choris mientras departían acerca del futuro del equipo, confiados en que un buen resultado ante Flandria y una victoria sobre Deportivo Morón en Santa Fe por la Copa Argentina les sirviera para ganar tiempo y tranquilidad en la difícil tarea de conseguir un entrenador de su gusto (y posibilidades).

O incluso para tomar la decisión de que el interinato de Ferrero pudiera dejar de serlo, animados como estaban tras la goleada sobre San Martín de San Juan en la fecha anterior.

El triunfo del conjunto del uruguayo Felipe De la Riva, seguramente, puso paños fríos sobre tales pensamientos.

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