LA GACETA en Qatar: del abrazo espectral a la búsqueda de oud, la fragancia de los árabes

LA GACETA en Qatar: del abrazo espectral a la búsqueda de oud, la fragancia de los árabes

Está compuesta por un ingrediente que se extrae de un árbol llamado aquilaria que nace como defensa de un hongo, y que no todas las aquilarias -casi en extinción- lo tienen.

AROMAS QATARÍES. El Oud es una fragancia extremadamente codiciada por los fabricantes de perfumes. AROMAS QATARÍES. El Oud es una fragancia extremadamente codiciada por los fabricantes de perfumes. FOTO DE LEO NOLI / ENVIADO ESPECIAL

Viste como cuando por alguna razón intangible te perdés un segundo de la realidad, como cuando por alguna razón dejás el cuerpo estacionado donde estés y le pedís a tu alma tomar el siguiente transporte astral hacia la clandestinidad del silencio, el único puente posible para acercarte a los tuyos, aunque sea para apreciarlos. Sos alma, no cuerpo. Sos un fantasma, pero estás ahí. Algo así me pasó en el Zoco.

Me permití en una pausa irme de nuevo para Tucumán, me permití visitar a Valentín, verlo ya de vacaciones y decirle sin que me escuche que papá volverá pronto, que ojalá sea con la copa, y que si la ganamos lo acompaño a pasarse la uno al peluquero -como prometió-. Después le susurro al oído que yo haré lo mismo para no dejarlo en banda, porque somos uno aunque seamos dos, porque eso es lo que aprende uno como papá. A estar, a acompañar.

Pero también eso es lo que se respira por acá a partir de la expresión que nos regala este equipo cada vez que salió a defender el nombre del país. Les hablo de la Selección. Creo que le llamamos orgullo, sentido de pertenencia, que le llamamos agradecimiento por lo que este equipo hace por nosotros, por los argentinos que la sufrimos con los vaivenes de nuestra economía tan cambiante para mal y para más mal.

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Ya hemos perdido la cuenta sobre cuántas veces nos han dicho que esta es la última, que ahora despegamos, que ya no somos pobreza sino París pero con el toque del Conurbano. O que en Tucumán no somos desnutrición, que somos un oasis, que los números hablan de más generación de trabajo, pero no sabemos quiénes son los suertudos ni en qué rubros. O que nos recuerdan que somos el Jardín de la República pero olemos como salida de acequia de ingenio. Que no somos tóxicos, pero vemos peces de tres ojos. Que estamos mal pero estamos bien.

LA GACETA en Qatar: del abrazo espectral a la búsqueda de oud, la fragancia de los árabes

Hijos del rigor, vivimos de los espejismos, de las mentiras tan baratas como las chucherías de Souq Waqif. Vivimos del cuento chino, y hacía allá me voy, a China, pero en cuelpo y alma ahora, porque volví a Doha por culpa de un aroma realmente delicioso, a madera dulce.

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Estoy sentado en la misma mesa del bar que suelo visitar cuando el tiempo de las crónicas me lo permite. Pido lo de siempre, un americano y una porción de torta de la pastelería random, que me toque lo que me toque, total no la puedo elegir. Esta noche no tengo suerte, no hay “bakery”.

Prendo un pucho, tomo el café y me concentro en ese aroma tan pegadizo que he sentido como figurita repetida en la mayoría de los árabes con los que me he cruzado. Este es sabroso, no como he solido lamentarme por las ácidas costumbres locales que nosotros llamaríamos falta de desodorante.

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Alguien me dirá que persigo la historia de Oud, una fragancia extremadamente codiciada por los fabricantes de perfumes. Un ingrediente que se extrae de un árbol llamado aquilaria que nace como defensa de un hongo, y que no todas las aquilarias -casi en extinción- lo tienen. Tanto la resina como su aceite son esenciales para la mezcla de nuevas fórmulas.

Les había dicho que me había ido a China, pero de un sopapo me cambiaron el rumbo. Sami se encargó de eso.

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Caminando por las arterias más pequeñas del mercado de Doha encuentro uno de los tantos puestos de venta de perfumes tan simples como impactantes a la vista. Apenas un mostrador tapado por una alfombra típica de la zona hace las veces de muestrario y banco de pruebas. Sobre las espaldas de la mesa está la pared de ladrillos picados, donde reposan marcas que no provienen del oud, este árbol con presencia en Laos, Tailandia, y un puñado más de vecinos suyos.

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Lo curioso de oud es que es el perfume por excelencia del mundo árabe desde hace generaciones. For export, como todo por acá. “Su aroma puede ser muy intenso y duradero”, Hola Sami.

Sami me desburra un poco y me cuenta que hasta se venden inciensos de oud, porque “oud está en nuestros rostros, en nuestras manos, en nuestra piel, en nuestra ropa; en nuestras casas”, wow.

Si bien se trata de una tradición, también habla de status, aunque Sami me diga que no. No todos pueden pagar por oud, por más barato que sea. Ahí entramos en otra cuestión, la de los precios y presentaciones; si es aceite, spray, intenso o versión económica.

Curiosamente, por la resina de oud, que en la actualidad se inyecta de manera artificial los árboles -según he leído-, podés pagar desde 100 riales qataríes por un frasquito pequeño hasta miles de riales. “Hay valores superiores a los 2.000”, me dice Sami, algo así como $187.000 argentinos. Ese frasco de 80ml colmado de aceite puede durarte meses, incluso un año.

Tami es uno de los vendedores del mercado qatarí. Tami es uno de los vendedores del mercado qatarí.

El modo de aplicación es simple: extraés poco del aceite con la tapa del frasco, lo colocás en una mano, masajeás y repartís por la frente, por detrás de las orejas y por el cuello. Todo, con una mínima porción. “El aroma puede perdurar hasta por dos días en tu cuerpo”, me dice Tami. ¿Será?

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En un local cercano, conozco a Tani. Antes de preguntarle por oud me ofrece “Rosa del desierto”, una de las fragancias tops entre las mujeres del mundo árabe. La verdad, 8 Leotas. Es similar a oud en la dulzura, aunque más penetrante y fresco. De verano.

Si traducimos al barrio, oud es el aroma del macho alfa que camina con estilo y billetes en el bolsillo. “Pero que también se utiliza para aromatizar la casa”, agrega ahora Tani.

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Y ahí es cuando abrimos la puerta del “oud hogar en modo incienso o retazos de madera del árbol”.

Se comercializa por gramo, a razón de 40 riales los 100g. Los “pedazos” de árbol más onerosos son los que provienen de Tailandia y Bangladesh, y ahí ya hablamos de 60 riales en adelante, por piezas.

Tani me cede uno de los tester en modo spray. utiliza un papel tissue. Su valor es realmente considerablemente menor comparado con los aceites y igual de sabroso en la piel y en la ropa.

“Pero dura menos”, me responde Tami y me ofrece mostrarme más variantes de oud.

No les voy a mentir, ya estoy mareado de tantos aromas, así que nos quedamos con los conocidos. Todos atrapantes y al alcance del bolsillo del caballero y de la cartera de la dama.

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