Grandes y chicos trabajaron por basura cero en el cerro

Grandes y chicos trabajaron por basura cero en el cerro

450 voluntarios realizaron una acción de limpieza masiva en San Javier. Durante toda la mañana, buscaron crear puntos de basura cero en el cerro. Llenaron tres camiones repletos de residuos. Opiniones y ganas de más

BASURA. En las zonas de mayor circulación de visitantes, los residuos de todo tipo se volvieron un problema. Retirarlos fue bastante dificultoso para los voluntarios. BASURA. En las zonas de mayor circulación de visitantes, los residuos de todo tipo se volvieron un problema. Retirarlos fue bastante dificultoso para los voluntarios.

Si lo vieras desde el cielo, seguro parecería como un pequeño éxodo. Es domingo por la mañana, pero hay algo que rompe con la monotonía de este día: desde diferentes partes de Tucumán cientos de personas dejan su casa, con ropa deportiva, con muchas pilas y con un objetivo claro. No importa que sea un día de descanso ni que haya que levantarse temprano: hay que cambiar el mundo; el momento es ahora y la mejor forma es empezar por casa.

Ayer se llevó a cabo la segunda acción de la edición 2022 de Conscientes, un programa ecológico sin fines de lucro, impulsado por la empresa Maderplak. Bajo la premisa “limpiar”, cerca de 450 voluntarios se acercaron al pie del cerro para recoger la mayor cantidad posible de residuos y para dejar San Javier en mejor estado. No es una tarea fácil: el año pasado la premisa fue la misma y lograron sacar dos toneladas de basura; ahora los esfuerzos se duplicaron para conseguir puntos de basura cero en el cerro.

La actividad empezó pasadas las 8.30. Con elementos de limpieza en mano y muchísimo entusiasmo, los participantes empezaron a trasladarse hacia sus zonas de cobertura: se escogieron siete puntos del Cerro San Javier, según la afluencia de público y según la dificultad que planteara la recolección en esos espacios. De a poco, el cerro comenzó a tener movimiento fuera de la carretera; había vida deseando salvar nuestro futuro.

Tristezas y esperanzas

Cada uno de los voluntarios sabía que la tarea iba a ser dura, pero estaban felices de poner un granito de arena por el planeta. Aun así, la primera impresión fue bastante shockeante: llegar a los puntos y ver botellas que ya no se fabrican, plásticos viejos y nuevos en descomposición y elementos que difícilmente puedan llegar a las yungas (hasta microondas e inodoros viejos encontraron) fue triste. Pero la tristeza se convirtió en acción. “No imaginaba que iba a haber tanta basura”, resumió Solana Varela. A ella y a su grupo les tocó una de las zonas más complicadas: el primer mirador, frente a la tumba de Pablo Rojas Paz. Ahí la imagen era desoladora; casi una “catarata” de basura.

Alberto “Pupi” Payrola estuvo toda la jornada -que duró casi tres horas- colgado con sogas a la ladera de la montaña para hacer la recolección. “Tenemos que hacer un cambio de consciencia; es muy importante participar de estos eventos y generar condiciones sociales para el cambio. Venimos con esa esperanza, de que en el futuro el que tira basura lo piense dos veces antes de hacerlo”, aseguró más tarde.

“Es increíble la cantidad de residuos; creo que nunca vi tanta basura en mi vida”, dijo Luciana Rodríguez Barcat mientras escalaba la montaña. “Lo que me hace participar es querer cambiar el futuro; estamos arruinando el medio ambiente”, agregó. Cambiar lo que estamos haciendo y ser conscientes, a eso hacían referencia todos los voluntarios. “Muchas veces hablamos de basura y parece todo intangible, pero cuando la ves toda junta, así, te das cuenta que es una realidad. Un proyecto como Conscientes, que nos une y que moviliza 400 personas es un faro en una provincia que catalogamos como sucia. Podemos soñar con un Tucumán sustentable”, reflexionó Inés Palacios mientras hacía la separación de los residuos.

La imagen era repetida en todos los puntos. A pocos minutos de haber llegado, las bolsas para los residuos orgánicos ya estaban llenas, y las de tela arpillera -que se usaban para los vidrios y latas- se vaciaban y se llenaban constantemente. Parecía que la tarea nunca iba a terminar.

Participación

En la jornada de Conscientes había personas de todas las edades, pero el mayor impacto fue el de los más pequeños. Para evitar cualquier riesgo, los nenes y sus padres limpiaron la zona del pie del cerro, que también estaba llena de residuos. “La experiencia hace un charco en ellos. Vos los traés, les queda la enseñanza, y ellos son los que luego van a contar a sus compañeros y amiguitos”, comentó Alejandra Soria, de Weber, una de las empresas participantes, mientras los pequeños se sorprendían de una remera enterrada en la tierra.

“Encontramos pañales, ropa, y hasta insectos viviendo en las botellas de plástico. Eso muestra que tan viejas son”, dijeron a viva voz Agustina, Isabel, Josefina y Sol. Las pequeñas, súper entusiasmadas, se mostraron contentísimas de participar. “Nos levantamos temprano todos los días, ¿qué nos cuesta un día más? Y por el planeta?”, reflexionaron. Las nuevas generaciones lo tienen súper claro: este es el camino para un mejor futuro. “Tomamos todos los recaudos; no pueden tocar vidrio ni metal, pero es muy bueno que puedan involucrarse en la acción. Es algo que no se van a olvidar, y lo van a transmitir”, dijo Silvina Franco.

Resultados

Cerca de las 12.30 retornaron al punto de encuentro los últimos grupos. En total, se lograron recoger tres camiones llenos de basura y de residuos de plástico, cartón, vidrio, aluminio y otros descartables; todos esos productos fueron enviados ya al Centro de Interpretación Ambiental (CIAT) para su posterior tratamiento y reciclaje.

Con música, con refrigerios y con algunas sorpresas (cantantes tucumanos sorprendieron en vivo con “Cambiar el mundo”, la canción leitmotiv del proyecto) los voluntarios celebraron la tarea realizada. Lograron su cometido: dejar San Javier mejor que como lo encontraron. Pero todos se quedaron con gusto a poco, y más de uno repitió que estas acciones deberían realizarse de manera regular. Y eso es lo mejor: después de ver los resultados conseguidos por la acción colectiva, las ganas de hacer cosas para el planeta sólo aumentan, y esa “semilla” de cambio, germina, crece y florece.

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