Tackle y corazón naranja

Resumir en pocas palabras lo que la camiseta naranja significa para Tucumán es una misión realmente difícil. Algunos hablarán de amor, otros de pasión, hay quienes dirán que es un símbolo que distingue a la tucumanidad, y un largo etcétera. Todas las definiciones son válidas: la Naranja es todo eso y mucho más para los tucumanos, por más que su época más gloriosa haya quedado atrás, a más de dos décadas de distancia. Y por eso mismo, aunque nunca dé lo mismo ganar que perder, era que ayer no había fracaso posible en cancha de Los Tarcos: ya el solo hecho de volver a ver en casa a la Naranja (la primera, la original, la que engendró a las demás) después de tres años de ausencia era un triunfo en sí mismo. Más cuando el rival era Córdoba, no solo uno de los mejores rivales que tuvo en el extinto y añorado Campeonato Argentino, sino también el que más se le parece en el culto al juego de forwards. Porque si algo caracterizó históricamente a los Naranjas y a los Dogos no fue el vuelo de la pelota, sino el coraje a la hora del contacto. Si hay un calificativo que les cabe, es de ser equipos duros.

Y fue precisamente eso lo que ofrecieron en cantidad al buen marco de público que se vio en el ex aeropuerto: mucha entrega y mucha contundencia en los puntos de contacto. La batalla de los forwards fue el termómetro del partido, cuyo resultado terminó favoreciendo a Tucumán por 20-13. Con ello, el equipo dirigido por Oscar Prado, Pablo Bascary y Juan Pablo Lagarrigue se quedó con la “Copa Jeep”, entregada por uno de sus nuevos patrocinadores.

Fue un triunfo merecido para los Naranjas. Porque más allá de las asperezas lógicas de una preparación muy breve (apenas una semana), estuvo más firme en el scrum y fue el que más propuso a lo largo de los 80 minutos.

Al igual que en la final del Regional, disputada en esa misma cancha una semana antes, fue importante la figura de Juan Manuel Molinuevo, tanto para manejar los hilos del juego tucumano con las manos y los pies, como para acertar cada oportunidad de disparo a la hache (dos penales y dos conversiones). El try con el que se cerró el primer tiempo (firmado por Matías Orlande pero empujado por todo el pack) le dio a Tucumán la ventaja parcial de 13-3.

En el segundo, los Naranjas perdieron algo de consistencia, en parte por el desgaste físico y también por la gran cantidad de cambios, pero con una buena marca y la capacidad de responder rápido con el try de Nicolás Triviño al de Mateo Soler, terminaron quedándose con un partido difícil.

“Nos vamos ampliamente conformes. Hay que tener en cuenta que tuvimos tres entrenamientos para armar el equipo, y sobre la marcha acomodarlo por las bajas que sufrimos. En la cancha pudimos ver algo de la intención de juego. En el segundo tiempo tvimos algunos desacoples normales por la cantidad de cambios, pero la entrega que mostraron los jugadores y sobre todo frente a un rival de jerarquía como Córdoba, nos deja conformes. Estuvieron a la altura de las circunstancias”, resumió Bascary.

“En estos entrenamientos tratamos de enfocarnos en la concentración sobre lo que ya habíamos trabajado para el partido contra Salta. Estuvimos bien el scrum, aunque hay algunas cosas que corregir en el line, que es una de las cosas más difíciles de hacer cuando tenés poco tiempo. Pero en líneas generales estamos satisfechos” redondeó Lagarrigue.