Clubes, poder y polémicas

Clubes, poder y polémicas

Clubes, poder y polémicas

“Arsenal tardó veintitrés años en llegar a Primera con mi papá en la AFA. Si fuera como dicen, podría haber llegado antes, ¿no? A Barracas le costó tres”. Lo dice Humberto Grondona, hijo de Julio Grondona, presidente eterno de la AFA (treinta y cinco años) y de cuya muerte, el 30 de julio de 2014, se cumplieron ayer ocho años. Las comparaciones Grondona-Arsenal y Claudio “Chiqui” Tapia-Barracas son inevitables. Hablamos de la historia de los equipos modestos pero que son hijos del poder. Y que ascienden. A uno, al Arsenal que Grondona fundó en 1957, es cierto, le llevó veintitrés años llegar a la Primera división del fútbol argentino. Al otro tres. Y hoy está en pleno centro de la tormenta.  

No hay presidente de la AFA, en la era posGrondona, que haya construido y acumulado tanto poder como Tapia. Grondona asumió un año después de la conquista del Mundial 78, es decir, con el fútbol argentino ya en la cima del poder. Y luego aprovechó la era Diego Maradona. Grondona supo además reconstruir poder dentro de la FIFA. Al inicio, Joao Havelange, entonces presidente de la FIFA, se enojó con él porque Grondona no apoyó la continuidad del  vicealmirante Carlos Lacoste, hombre fuerte del Mundial 78, y protegido por el dirigente brasileño. Había llegado la democracia a la Argentina y Grondona, siempre hábil, acomodó la situación a los nuevos tiempos políticos. Pero luego, con la Selección otra vez en la cima de la mano de Maradona, Havelange recurrió a Grondona. Y más aún lo hizo luego su sucesor, Joseph Blatter. Grondona, vice de la FIFA, llegó a sentirse “presidente del mundo”, como dijo en un lapsus. Pero supo decir no. Rechazó ser presidente de la FIFA cuando se lo ofreció el poder europeo para destronar a Blatter. Terminó enchastrado también él en la investigación de corrupción del FIFAGate. Había muerto un año antes.  

La AFA de Tapia puede parecer Hollywood si se la compara con la AFA de la Comisión Normalizadora que impuso la nueva FIFA de Gianni Infantino alineada con el gobierno del ex presidente Mauricio Macri. Tiempos de selecciones argentinas abandonadas a la deriva. El actual gran momento de la selección de Lionel Scaloni es arquitectura casi exclusiva de Tapia, que se ganó la confianza del grupo en los momentos difíciles. La Selección tiene un proyecto. Mayores y juveniles. Y también mujeres. La selección femenina, que pidió y finalmente logró recambio de un cuerpo técnico más a tono con los nuevos tiempos, se clasificó este viernes al Mundial. Y con un juego que dejó de atrincherarse en arco propio y especulaba ante el mínimo error rival. Con sus limitaciones, la selección de Germán Portanova busca ahora un estilo distinto. Arriesga más. Los frutos están a la vista. A diferencia (por ahora) de Grondona, Tapia no construye poder en la FIFA, y casi tampoco en Conmebol. Su fortaleza es la AFA.  

Los dineros que antes llegaban fácil desde la TV arriban ahora de los nuevos patrocinadores. Criptomonedas y apuestas. El Arsenal de Grondona terminó afirmándose en Primera y hasta fue campeón indiscutido. Pero también vivió rodeado de polémicas de protección. Desde árbitros hasta patrocinadores y clubes que cedían jugadores, todos haciendo fila para quedar bien con el Papa. Con “Don Julio”, apodo mitad sumo respeto, mitad temor. El Barracas de Tapia (con hijo también presidente del club y estadio con su nombre) ascendió mucho más rápido. También los tiempos son más rápidos. Allí está el puñado de árbitros elegidos que lo dirigió en la mayor parte del Ascenso. Los videos viralizados de cada fin de semana que registraban, a veces, fallos insólitos.

El estallido del último martes del DT Facundo Sava no se explica solamente por los fallos que perjudicaron a su equipo, Patronato, y que casi liquidaron sus últimas chances de quedarse en Primera. Sava, que ya dirigió a San Martín de San Juan y a Quilmes, vivió allí las zonas grises del Ascenso. Su ira precipitó acaso la de sus jugadores. “Nos deberían haber suspendido a todos”, me dijo alguien de Patronato, tras los incidentes. Cuatro de los jugadores terminaron inclusive detenidos. Sin embargo, ninguno de ellos fue apuntado por Jorge Baliño. Por eso el Tribunal de Disciplina citó al árbitro. Para que “ratifique o rectifique” su llamativo informe. Es el mismo árbitro que venía de dirigir a Barracas en otro partido polémico, contra San Lorenzo. El mismo que, contra Patronato, falló en rigor influenciado por el VAR, en cuya cabina (una camioneta), además de los árbitros designados, estaba el martes su propio jefe, Federico Beligoy. Y en un estadio (Barracas es local en All Boys) donde no hay fibra óptica y el VAR debe funcionar desde allí mismo, no en Ezeiza, como es habitual. “Un año más -ironizaron estos días algunos dirigentes- y tenemos a Barracas jugando la Champions”. Una exageración, claro.

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