Una renuncia meditada, pero con impacto sorpresivo

Una renuncia meditada, pero con impacto sorpresivo

Martín Guzmán, en la semana previa a su renuncia como ministro de Economía. Foto de Prensa Economía Martín Guzmán, en la semana previa a su renuncia como ministro de Economía. Foto de Prensa Economía

La Argentina no da respiro. Ni un minuto. Mañana es el largo plazo. Era una profecía autocumplida. Martin Guzmán no resistió la presión kirchnerista. Se había quedado si herramientas para encarar, al mismo tiempo, el frente fiscal, el de la deuda y también el político. Cada vez que renuncia un ministro de Economía, en el país hay crisis. La diferencia hoy es que la crisis ya viene de arrastre y el gobierno de Alberto Fernández –que es el mismo de Cristina Fernández de Kirchner- no ha encontrado la brújula para encarrilar la situación. La Casa Rosada rinde examen a todo momento. Y, en algunos casos, apenas alcanza una nota regular como sucedió en la semana que pasó con la cobertura de los vencimientos de la deuda y también con el cumplimiento, sobre la hora, de la meta de acumulación de reservas internacionales del Banco Central. La inflación es otro de los motores que aceleró la salida del ministro amigo del jefe de Gabinete de la Nación, Juan Manzur.

Armar un nuevo equipo económico es un gran problema durante el fin de semana. No hacerlo implicaría llegar al lunes sin conductor del Palacio de Hacienda y con una incertidumbre mayor en el mercado que puede repercutir, negativamente, en el valor de los títulos públicos, las acciones de empresas argentinas y, naturalmente, en el dólar.

La carta redactada por Guzmán deja a las claras que no fue una renuncia sorpresiva, sino que se trató de un proceso que desembocó ahora porque el ex ministro sentía que no poseía el poder suficiente para tomar decisiones de fondo. Los condicionantes presidenciales estaban estrictamente relacionados con el humor de la vicepresidenta de la Nación. Cristina Fernández venía fogoneando la salida del economista desde hace algún tiempo, al considerar que no compartía sus políticas. Justo en el día que ella habló en público, Guzmán difunde su dimisión.

La misiva es extensa, pero deja abierta la puerta del perfil que debe tener el sucesor en Economía. "Desde la experiencia que he vivido, considero que será primordial que trabaje en un acuerdo político dentro de la coalición gobernante para que quien me reemplace, que tendrá por delante esta alta responsabilidad, cuente con el manejo centralizado de los instrumentos de política macroeconómica necesarios para consolidar los avances descriptos y hacer frente a los desafíos por delante. Eso ayudará a que quien me suceda pueda llevar adelante las gestiones conducentes al progreso económico y social con el apoyo político que es necesario para que aquellas sean efectivas". Así, Guzmán expuso que fue preso de una interna feroz, pero a la vez señala que no hay otro camino posible que consensuar la designación del futuro ministro de Economía. Si es Alberto el que decide designar, sin consultas a nadie, al sucesor, el kirchnerismo pondrá reparos, tantos como los que padeció el propio Guzmán. En cambio, si es acordado dentro de la estructura del Frente de Todos, el nuevo titular del Palacio de Hacienda puede ser la muestra cabal de un acercamiento del binomio oficial que encarrile la gestión, sin pagar altos costos electorales en 2023.

Llegaron juntos el 10 de diciembre de 2019 y es probable que también se alejen de la misma manera del poder, anticipadamente o cumpliendo el mandato. Eso nadie puede garantizarlo porque la Argentina es un país acostumbrado a las turbulencias financieras, económicas, sociales y políticas.

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