“La Rústica” y “El Príncipe”

“La Rústica” y “El Príncipe”

“La Rústica” y “El Príncipe”

Hay una curiosidad que no pasa desapercibida en el oficialismo tucumano: los principales contratiempos que debe enfrentar Osvaldo Jaldo desde que se hizo cargo del Poder Ejecutivo no provienen de aquellos ministros que heredó del manzurismo, y con los que incluso mantuvo una violenta interna electoral en 2021. Por el contrario, los dolores de cabeza se los provocan dos de los tres ministros que él pudo nombrar en estos casi nueve meses de gestión.

La primera conclusión brota por sí sola: resulta evidente que aunque asumió la conducción del Gobierno, las decisiones centrales siguieron siendo tomadas, en el mejor de los casos, en acuerdo con el jefe de Gabinete de la Nación. En rigor, Lorena Málaga (Desarrollo Social) y Fabián Soria (Obras y Servicios Públicos), y en menor medida Eugenio Agüero Gamboa (Seguridad), son emergentes de esa tregua y cogobierno que rige desde septiembre. No menos cierto es que Jaldo, en este tiempo, pudo deshacerse de los funcionarios con los que peor relación tenía, como Gabriel Yedlin y Claudio Maley. Es decir, para avanzar también debió ceder. Y ahora aguantar.

Allí radica la explicación acerca de porqué el vicegobernador interino, aunque quiera, no pudo ir en su contra más allá de algún reproche público. Málaga es la continuidad de Yedlin y Soria tiene tantos ingresos a la Rosada como accesos al despacho gubernamental. Un simple repaso de la relación que el tranqueño mantuvo en este tiempo con ambos muestra la variedad y cantidad de cortocircuitos. Quienes frecuentan el primer piso de la Casa de Gobierno repiten una anécdota. Una mañana de otoño, desde su escritorio, Jaldo sólo escuchaba bombos y cantos de militantes del Polo Obrero que protestaban sobre la 25 de Mayo. Aturdido, levantó el teléfono y pidió por la ministra. Ante la respuesta de que se encontraba en el interior y que no había interlocutores para recibir a los manifestantes, el gobernador interino le dijo en un tono poco amable que, la próxima vez, estuviera en el lugar en el que debiera estar.

Sin embargo, no es ese el principal conflicto que debió afrontar Jaldo –y que amenaza con resurgir- en el Ministerio que comanda “La Rústica”, como la llaman a sus espaldas en esa cartera. Málaga asumió el 16 de marzo y, al poco tiempo, se desató un escándalo por los chips anticonceptivos a niñas y presuntos abusos denunciados en el Instituto Goretti (esto último, con denuncias archivadas por la Justicia). Tras la polémica, el mandatario interino dispuso auditorías en todos los institutos y centros a cargo de Desarrollo Social. El informe final debía estar listo el 22 de abril. Desde entonces, no se conocen los resultados y por eso esta semana el legislador Ascárate pidió formalmente al Gobierno que dé a conocer el contenido. Según trascendió, el texto que pocos vieron da cuenta de falencias estructurales en esos lugares de alojamiento de menores y de ancianos, como hacinamiento y superpoblación.

Es indudable que “La Malagueña” sigue sonando en los oídos del tranqueño, al punto que de a poco fue rodeando a la ministra. A las designaciones en cargos de segunda línea de la ex diputada Gladys Medina y del ex concejal bandeño Fabián Cabezas le siguió ahora el desembarco de Lucas Haurigot Posse. El especialista llega desde la Legislatura para coordinar un trabajo de articulación entre organizaciones no gubernamentales, universidades y organismos públicos vinculados a los consumos problemáticos. Vale aclarar, esta estructura se crea cuando ya existe un área de Adicciones dentro del Ministerio a cargo de Málaga. Casualidades que sólo brinda la política: el jueves, apenas finalizó ese acto de lanzamiento en el Salón Blanco, la ministra partió a un evento en el barrio Autopista Sur con su ex jefe Yedlin, con el propio Soria y los funcionarios de su cartera asignados a la problemática de las adicciones.

Planteos en la Rosada

Si era escasa la paciencia que ya le tenía al ministro de Obras y Servicios Públicos, esta semana Jaldo debió contar hasta 100 para sostener al radical Soria. La difusión del expediente por el que se pretendían comprar muebles de estilo imperial francés para un futuro despacho del ministro, por más de $ 6 millones, reavivó las internas en el Gobierno. El funcionario esbozó una tibia defensa que no convenció al gobernador interino, al punto que en una conferencia de prensa anunció la anulación de la “polémica” operación. A las espaldas del mandatario y de pie, el ex decano de la Universidad Tecnológica Nacional dijo que “estas cosas pasan en política” cuando escuetamente se refirió a la filtración del documento. Sentado y con muecas de enojo, Jaldo lo corrigió rápidamente afirmando que todos los expedientes son públicos y que no hacían falta suspicacias respecto de que alguien lo entregó.

Igual suerte que la pretendida compra del mobiliario señorial correrá el pedido de autorización de Soria para comprar, por más de $ 18 millones, un Iphone 11, 70 computadoras, tablets, dos televisores y otros elementos tecnológicos y de comunicación. Jaldo ya dio instrucciones de que revisen ese listado, también publicado por LA GACETA. Y, por las dudas, ayer se tomó el avión justo antes de que empezara un acto de esa cartera en el Salón Blanco.

Mientras tanto, la pulseada continuó en Buenos Aires. El miércoles, luego de la conferencia, el ministro Soria partió a la Capital Federal como lo hace todas las semanas; al punto que la ocurrencia entre algunos dirigentes es que “le roban” los expedientes porque pasa muchas horas fuera de la provincia. A su favor, “El Príncipe”, como lo bautizaron en el Palacio Gubernamental, tiene el argumento de que lo designaron para que destrabe recursos ante organismos nacionales, cuyos responsables atienden cerca del puerto. Más allá de lo relativo a la gestión, esta vez se reunió con Manzur y con el vicejefe de Gabinete, Jorge Neme, el manzurista con quien más diálogo mantiene desde que se hizo cargo del Ministerio. Esa estrecha relación entre el ex funcionario kirchnerista y el académico genera ruidos en más de un oficialista. Hay quienes aseguran que en la Casa Rosada se escucharon sus gritos en contra del secretario de Coordinación de Obras y Servicios Públicos, el ultrajaldista Marcelo Caponio, que salían desde la vicejefatura de Gabinete.

Manzur no es ajeno a las rencillas locales, aunque su atención es directamente proporcional al nivel de incertidumbre nacional. Tanto política como económica. Hace una semana, en su casa y ante 15 intendentes, el gobernador en licencia prometió venir todos los fines de semana para caminar la provincia junto a Jaldo y pidió no hablar de candidaturas, aunque dijo que se irán resolviendo por “su propio peso”. Mientras esa decantación se produce, el tucumano intenta avanzar casilleros en medio de la interna peronista y mantener el control local. Por lo pronto, se producirá un hecho que puede ser interpretado como un logro suyo: Sisto Terán dejará la Unidad Norte Grande para desempacar en la Secretaría de Recursos Hídricos de la Nación. Se trata de un pedido expreso del ministro de Obras Públicas de la Nación, Gabriel Katopodis, con quien el ex vicegobernador tejió una buena relación desde que se afincó en Buenos Aires, en estos años de pandemia. Desde que se conoce este “ascenso”, los nombres de posibles sucesores para conducir las cenizas del macrista Plan Belgrano se multiplican, aunque hay uno por el que Manzur tiene predilección: la secretaria de Obras Públicas de Tucumán, Cristina Boscarino.

Por posibilidades de asistencialismo, fondos millonarios y los seductores cortes de cintas, Desarrollo Social y Obras y Servicios Públicos son dos ministerios estratégicos para cualquier administración en los meses previos a una elección. No es casual, entonces, que la guerra de guerrillas oficialista se haya concentrado en esos dos territorios.

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