La tertulia tucumana
La tertulia tucumana
26 Junio 2022

La década de los 60 tocaba a su fin. El escenario nacional tenía como protagonistas al gobierno militar, a las organizaciones terroristas y a nuestra siempre tambaleante economía. En ese clima enrarecido los ciudadanos solían reunirse a debatir sus inquietudes en ámbitos privados.

Mi pasión por el rugby, deporte de amigos, me permitió tener un rápido entendimiento con Isaías Yita Nougués, un tucumano aguerrido en la cancha, y un dibujante con un talento descomunal aplaudido luego en el mundo de la plástica. Entre las líneas de sus dibujos se escondía también un delicado poeta. Las conversaciones con Yita florecían en coincidencias,

La Tertulia Tucumana, razón de estas líneas con las que con placer evoco, se originó en nuestra amistad. En una oportunidad me propuso sumarme a unas reuniones sabatinas integradas por distinguidos coterráneos suyos. Al conocer el calibre intelectual de quienes se trataba, tuve la sensación de que me estaba invitando a compartir esos momentos con personalidades, de tal nivel, que bastaban sus nombres para empequeñecer mi insignificancia. Pero mis curiosidades y el halago de la propuesta superaron mis escrúpulos.

El siguiente sábado, estaba yo escuchando a estos hombres de tremendo voltaje intelectual, quienes generosos en extremo, me recibieron con cordialidad como para hacerme sentir como uno más. Los temas políticos y culturales eran insoslayables en esas noches que recuerdo como mágicas, y en las que, sobre las controversias señoreaba el respeto. La tertulia fue satisfaciendo mi avidez con nombres de personajes, de pensadores, también con relatos sobre experiencias personales y con las reflexiones que brotaban de esas mentes ilustradas.

El núcleo de quienes concurrían en forma habitual, no superaba la decena. Intentaré hacer una semblanza de algunos de esos intelectuales tucumanos que le daban vida a esas noches de vino y empanadas.

Víctor Massuh, fue un destacado filósofo que había trascendido su tarea académica y docente, para llevar a través de reportajes, artículos, y libros, un mensaje esperanzador para el vapuleado argentino de a pie. Conservo con unción sus libros dedicados con generosidad. Era un hombre de un perfil llano, de modales finos y decir pausado, con lo que lograba ordenar y hacer conciliable el debate. Tenía el hábito de escuchar las opiniones en silencio, y sabiamente reservarse lo que sería el colofón certero del asunto. Ese hombre singular, ocupó los más altos cargos académicos en el país, y se desempeñó como Delegado Permanente ante la Unesco. De su prolífica obra édita, destacaría La libertad y la violencia, Nietzsche y el fin de la religión, y La Argentina como sentimiento. Massuh, sin dudas, poseía una inteligencia deslumbrante vestida con la modestia de los sabios.

Tomás Eloy Martínez fue un escritor graduado en Literatura Española en Tucumán, quien había dirigido el popular noticiero Telenoche, y en esos años, era jefe de Redacción de la revista Primera Plana. Sin dudas, el periodismo era lo suyo, no obstante lo cual, fue guionista cinematográfico y galardonado novelista (La Novela de Perón; Santa Evita). Tuvo el privilegio de ser uno de los pocos que logró grabar largos reportajes al exiliado líder en Puerta de Hierro y quien ayudara a García Márquez a publicar Cien Años de Soledad en Buenos Aires. Dictó clases en universidades estadounidenses y sus artículos, se publicaron en docenas de periódicos de nuestra América. En las controversias sobre temas a veces espinosos, sabía cómo disentir con un modo afable. En lo personal, guardo el recuerdo de su carisma y de su generosidad.

Julio Ardiles Gray, fue un destacado hombre nacido para servirse y servir a la cultura. Descolló como novelista, poeta, crítico cinematográfico y teatral de LA GACETA, como fundador de revistas literarias. En Buenos Aires fue colaborador de La Opinión y de Primera Plana. Recibió de la Universidad Nacional de Tucumán el doctorado honoris causa en reconocimiento a su trayectoria. Su novela El Inocente fue llevada al cine. Entre sus muchas obras destacan: el poemario Canticos Terrenales, la novela Los amigos lejanos y la obra de teatro Vecinos y Parientes. La erudición de ese hombre, tenía el mérito de provenir de su sencillo título de maestro de escuela. Su anecdotario era inagotable y desopilante. Hombre bondadoso e indulgente si los hubo.

De los porteños que enriquecieron esas noches, recordaré a Germán Bidart Campos, prestigioso y galardonado jurista, y a Patricio Esteve, Secretario de Prensa de Arturo Illia, y premiado dramatur-go.

Confieso sentir un placer particular al recordar a ese grupo de tucumanos que iluminaban aquellas veladas con sus conocimientos. Era una tertulia de puertas abiertas, que no discriminaba, que enseñaba a aceptar el pensamiento diverso y también a respetarlo.

© LA GACETA

Luis C. Montenegro – Médico y escritor. Dirige el ciclo “Conversaciones en la Biblioteca” del Jockey Club de Buenos Aires.

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