Una ensalada tucumana de políticos alterados

Una ensalada tucumana de políticos alterados

Una ensalada tucumana de políticos alterados

Convergencia. Nunca un término resultó más difícil de definir que ese y menos en esta bendita tierra tucumana, donde el reloj de la política se adelantó más de la cuenta, en una Argentina que no encuentra un horizonte claro para emplear otra palabra vital: futuro. Oficialismo y oposición viven procesos de definiciones anticipadas que, a raíz del cariz que tomaron las discusiones, pueden llegar a abrir el abanico de ofertas electorales con una cada vez más cercana atomización de fuerzas políticas.

Todos, absolutamente todos, se suben al ring a disputar una pelea que, según creen, es la de fondo, cuando en la realidad todavía no disputaron las contiendas clasificatorias. Hoy es todos contra todos.

En el Frente de Todos, Osvaldo Jaldo avanza hacia una postulación segura para salir del interinato y convertirse en gobernador por el voto popular. Las proyecciones iniciales, en virtud del escenario de diáspora existente, estiman que el oficialismo puede alcanzar un piso de 45 puntos y un techo de 48 en los comicios provinciales. Claro está que esto estará supeditado a las negociaciones que el vicegobernador en ejercicio del Poder Ejecutivo deba encarar con su compañero de fórmula, Juan Manzur. El jefe de Gabinete de la Nación está enfrascado en prolongadas conversaciones con distintos sectores políticos, económicos y sindicales, tejiendo redes de contención frente a la corrida que se observó en el mercado desde la semana pasada y que ponen en vilo la continuidad de Martín Guzmán al frente del Ministerio de Economía. La bola de pesos existente complica el panorama financiero de una gestión que no puede encarrilar aún el ritmo financiero y en la que el propio mercado ya le ha perdido toda la credibilidad ante un eventual reperfilamiento de los bonos públicos. El silencio de Manzur, no obstante, le permite a Jaldo continuar con su proyecto para 2023. En ese marco, el gobernador interino está llevando el mensaje de unidad a distintos puntos de la provincia, pero lo hace con más énfasis en territorios que no necesariamente están del lado de su posible candidatura. Así se lo hizo saber la semana pasada a Francisco Serra en Monteros; ayer al intendente de La Cocha, Leopoldo Rodríguez; y mañana también lo hará al jefe municipal de Lules, Carlos Gallía. Antes, el talitense Carlos Najar se había despegado de cualquier corriente que implique un enfrentamiento anticipado con la Casa de Gobierno. En el Palacio del Ejecutivo dicen que también en esa sintonía, pero conservando su impronta, está el tranqueño Raúl Moreno. “Creo que al Grupo de los 5 ya no le quedan demasiados integrantes”, señala un estrecho colaborador de Jaldo, al referirse a la corriente liderada por el taficeño Javier Noguera, quien tiene intenciones de postularse a la gobernación.

Jaldo, además, avanza en otros dos frentes. Por un lado, sigue minando la gestión del intendente capitalino Germán Alfaro y, por otro, suma a más dirigentes del espacio opositor a lo que será la nueva coalición oficialista en formación. Sobre Alfaro, el gobernador interino le ha pedido públicamente que se calme y, una vez que lo haga, aceptará la audiencia solicitada. El mandatario cree que el líder del Partido de la Justicia Social está muy nervioso y que, por esa razón, considera que, antes de pelear políticamente con el oficialismo, Alfaro tendrá que medirse contra el radical Roberto Sánchez o contra aquellos que se presenten en la interna de Juntos por el Cambio. “Todavía no puede pensar en la polarización”, argumentan los jaldistas con encuestas en la mano, según las cuales, el concepcionense tiene mejor imagen que el capitalino.

Mientras los radicales mantenían ásperas discusiones en el Howard Johnson Hotel de Yerba Buena, punto de encuentro de Juntos por el Cambio, a pocas cuadras de ese lugar, Jaldo y el vicepresidente de la Legislatura, Regino Amado, compartían un asado con jóvenes dirigentes de la UCR con intenciones de trabajar en la construcción de un espacio político común para 2023. Fue en la residencia del ministro de Obras Públicas, Fabián Soria. “Las puertas están abiertas y no hay condicionamiento alguno. Cada uno mantendrá su esencia”, fue el mensaje que transmitió el tranqueño.

Los radicales quieren jugar fuerte el año que viene. José Cano lo expuso en la reunión con sus socios políticos a la que asistió la diputada Elisa Carrió. Nadie se quiere bajar del caballo. Todos consideran que tienen la oportunidad abierta para sacar del poder al peronismo.

Pese a que esa cumbre de Juntos por el Cambio se desarrolló con varios pases de factura, Sánchez y el intendente de Yerba Buena, Mariano Campero (que esta semana emprenderá vuelo rumbo a Madrid para participar en una cumbre de alcaldes iberoamericanos), optaron por no entrar en el terreno de las discusiones. ¿Por qué adoptaron esa postura? En silencio, ambos se largaron a realizar campaña por el interior y comunicaron en esa reunión a sus pares que saldrán el año que viene a buscar la gobernación. Puede ser a través de una fórmula o bien con otro actor del espacio. Hay que recordar que están más en contacto con Alfaro que con el presidente de Fuerza Republicana, Ricardo Bussi, otrora muy cercano al dúo de intendentes.

El reloj político sigue su curso, con tanta celeridad como se desenvuelve la crisis en el país. La lucha sigue siendo por el poder, por conducir Tucumán hasta 2027. No importa que esa meta se desarrolle en una verdadera ensalada de políticos alterados por conservar una cuota de aquel poder en este juego del “vale todo”.

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