La arquitectura de la religiosidad

“La obra transcurre a principios del XX en una aldea en Sicilia, la isla al sur de Italia. La idea fue plantear la arquitectura con cierta estética un poco lavada, pero con detalles contundentes. La iglesia ocupa un lugar predominante y el espacio es fluido, según comentan los propios artistas”, explica Carlos Malcún sobre su escenografía. “Los colores son puntuales, y se destacan en la carpintería de madera. Toda la escenografía muestra la pátina del tiempo. La vegetación es muy importante y está muy distribuida sobre un fondo sepia. Hay un elemento que queda afuera de escena, pero que es parte del conjunto: el campanario está en el proscenio, y cuando se abre el telón se unifica con la iglesia. Es para marcar la presencia permanente de la religiosidad. El andamio que queda afuera va a permanecer, como sugerencia de una construcción en el presente, a la manera de todo edificio de valor patrimonial en el mundo, que está protegido con telas y andamios porque están en permanente remodelación”, concluye.