Espectáculo integral y desafío para artistas

“La ópera habla sobre el honor y sobre la dignidad. Como en los pactos de Dios de los caballeros en la Edad Media, el era Dios quien juzgaba y elegía al perdedor y al ganador. En este caso no son caballeros, son rústicos campesinos con sus tradiciones llenas de religiosidad, y se plantea una cuestión de honor. En este caso la transgresión es la mujer del prójimo, en una época en que la mujer es considerada propiedad del marido. Sobre esa base trabajo, para deconstruir un material de ópera que musicalmente debe permanecer idéntico”, expresa Jorge de Lassaletta.

“Mi intención es salvar a las mujeres. Además la infidelidad, el despecho y la venganza están también en ellas -agrega-. Con lo que hago trato de que se comprenda a Santuzza y a Lola desde la caracterización de sus hombres. Es una obra de la dignidad, y hablando con un sacerdote contemporáneo no es esa la dignidad que pide la religión sino la del qué dirán, que circula en la puesta en escena”.

Por otro lado, De Lassaletta resalta “la producción de una ópera en el Ente Cultural, que es la integración de muchas secciones técnicas y de cuerpos artísticos. Por ejemplo, esta puesta sirvió para que actúen y aprendan del arte y de la vida, los niños, los adolescentes y hasta los adultos mayores de los cursos del Ente. En escena se verá el trabajo de los maquinistas, a partir del diseño escenográfico de Juan Carlos Malcún; de los utileros en los objetos de escena; de iluminación y de proyecciones. La ópera no sólo es para el público un espectáculo integral con una hermosa música. Para quienes la hacemos es superación escénica y desafío musical para solistas, coro y orquesta”.

“Esto es la cultura: desarrollo y despertar de vocaciones -de niños en escena desde cinco años trabajando al compás de la música-. Es un gran incentivo humano y cultural. Trabajamos con vocación, grandeza y felicidad”, define el director escénico.