Infancias trans: "siento que soy varón"

Infancias trans: "siento que soy varón"

La lucha de una madre por defender la identidad de su hijo.

NI NENE NI NENA.Un niño o una niña pueden ser masculino, femenino, una combinación de ambos, un punto intermedio o ninguno. IMAGEN TOMADA DE WALTERMARTELLO.COM NI NENE NI NENA.Un niño o una niña pueden ser masculino, femenino, una combinación de ambos, un punto intermedio o ninguno. IMAGEN TOMADA DE WALTERMARTELLO.COM

"Catalina sentía esto desde que tenía uso de razón. Pero no sabía bien qué le pasaba. Lo iba descubriendo de a poco, como algo que estaba mal... que no podía ser. Hasta que un día tomó valor y me lo dijo: 'siento que soy varón'. Era una confesión que la oprimía". A Mariana le cuesta hablar sobre su hijo trans. No obstante, en los tres años que han transcurrido desde aquella opresora confusión hasta ahora, el tiempo la ha ayudado a poner las cosas en su lugar.

"Yo siempre intuí que algo sucedía. Que mi hija no se sentía cómoda consigo misma. Aún así, fue un impacto grande", prosigue este mamá durante una charla con LA GACETA, luego de que ayer se publicara otra historia de un niño trans.

"Me invadieron la tristeza, el miedo, la desesperanza y la confusión. Traté de calmar su angustia y la mía. Y a partir de esa charla, que nos cambió la vida para siempre, salimos a buscar información para acompañar su proceso y nuestro proceso, como familia. Sabíamos que no iba a ser fácil. Y ni lo fue ni lo es. Hay que tener valentía para desafiar e interpelar a una sociedad desinformada y cruel. En ocasiones, por miedo o por desconocimiento, la gente empaña la actitud inclusiva de las nuevas generaciones. Lo sufrimos a diario. Y nos duele", revela.

En nuestro país, existen un montón de niños y niñas trans que -como Alex, su nuevo nombre- están siendo comprendidos por sus familias, lentamente. Sin embargo, en los demás ámbitos de la sociedad todavía falta un largo camino por recorrer. En concreto, se trata de niños con vagina y de niñas con pene. "Hoy mi hijo está feliz. Ha sido difícil. Pero su liberación se ve reflejada en el brillo de sus ojos. Y eso nos hace sentir que estamos en el camino correcto", se esperanza Mariana. 

Aunque la biología nos ha enseñado que el mundo es binario, desde 2012 rige en la Argentina la Ley de Identidad de Género, por la cual todo ciudadano tiene derecho a reconocerse a sí mismo como se siente, sin importar su sexo biológico. Por esta razón, las personas trans pueden obtener su Documento Nacional de Identidad con el nombre elegido. "Un día, de sorpresa, lo llevé a hacer el cambio registral de su DNI. Me dijo que no podía creer estar viviendo ese momento. Para él, era como un milagro. Lloramos de felicidad".

Otra anécdota poco feliz, pero que grafica cuánto lastima la ignorancia, ocurrió cuando que Alex habló por primera vez con su maestra. "Él le preguntó si Dios estaría enojado por esto, y ella le contestó: reza mucho y pedí perdón. ¡Me pareció brutal!", cuenta Mariana.

Analía Lacquaniti -especialista en evaluación psicológica y en perspectiva de género, sexóloga clínica, educadora sexual, ex vice presidenta de la Asociación Argentina de Sexología y Educación Sexual y miembro de la Sociedad Científica de Sexología del Colegio Médico de Tucumán- explica que en el siglo de la revolución de género, cada vez son más los niños y niñas que manifiestan una identidad de género distinta a la asignada por genitalidad desde una edad muy temprana, entre los tres y seis años.

Pero, ¿por qué? ¿Esto es algo nuevo? ¿O ha estado siempre y antes se invisibilizaba? "Hasta hace poco, la transexualidad infantil era invisible e impensada. En ningún ámbito se hablaba de ello. Y como no entraba en nuestra representación social binaria del mundo, no era considerada ni visibilizada. Nadie escuchaba lo que estos niños y niñas expresaban. Al contrario: se les hacía callar, se les corregía y se les castigaba. Y por supuesto, sufrían", contesta la experta.

"Crecían sin poder ser quiénes eran; encerrados en el disfraz que se les había impuesto. Y esto lo sabemos de la mano de sus protagonistas, adultos con identidad trans, que dicen no tener recuerdos de una infancia feliz, sino triste y despojada de comprensión. La identidad de género no es algo que se adquiere en la adolescencia o en la adultez, sino al contrario: las personas poseen conciencia precaria de su género cerca de los dos años de vida", revela.

La expresión trans es utilizada como síntesis de las identidades trans: travestis, transexuales y transgéneros. El sexo, género natal o género asignado al nacer es una etiqueta, generalmente masculina o femenina, que se sustenta en las características genéticas y anatómicas, como anatomía genital, cromosomas y niveles de hormonas sexuales. En cambio, la identidad de género hace referencia al sentido interno de quién es uno. Es el resultante de una interacción multifacética de rasgos biológicos, influencias del desarrollo y condiciones ambientales.

"Un niño o una niña pueden ser masculino, femenino, una combinación de ambos, un punto intermedio o ninguno (es decir, no conforme a una conceptualización binaria de género)", enseña Lacquaniti. Esta percepción de género es una sentimiento íntimo; no se trata de una elección y, por lo tanto, no es una decisión voluntaria. "Simplemente, se siente. Se es", afirma. Así las cosas -prosigue la experta-, algunos pequeños logran expresar su identidad de manera verbal, a través de gestos, de ropas o de juegos. En ocasiones logran ser claros en sus enunciados, pues dicen 'no soy una niña, soy un niño'. Otras veces, no tienen esa claridad y esa posibilidad de expresarse.

- ¿La familia es el primer lugar de exclusión que viven los y las trans?
- Las familias viven con asombro e incredulidad estos primeros comportamientos, expresiones y gustos por determinados juegos y juguetes no acordes a su sexo asignado. Si las actitudes del entorno son de negación, ya sea de manera sutil o con castigos, puede que el niño o la niña se esconda o disimule quién es y lo que siente. Comúnmente, esto sucede entre los tres y cuatro años, cuando los chicos pueden percibir qué efectos provocan en las demás personas. Aquellas familias que mantienen una posición de rechazo pueden llegar a ser expulsivas. Generan mucho sufrimiento en esa personita que crece sin recursos para sentirse amada. Son niños o adolescentes que maduran con la vivencia interna de que todo lo que sale de sí mismos ha sido sistemáticamente descalificado.

Llegado este punto, Lacquaniti insta a los padres y madres a reacomodar su imagen interna de ese hijo o hija y a revisar los permisos y prohibiciones que estaban teñidas por la tipificación de género. "Ahora deben dejar salir al mundo a ese hijo varón, que hasta hace un tiempo era una niña criada como tal. Pensemos en todo lo que ello implica, como el ingreso a los baños públicos, la aceptación de nuevos gestos o de otros vínculos", ejemplifica.

"No es suficiente con el discurso vacío de muchas personas. Necesitamos tener una mirada amorosa para abrazar y acompañar estas realidades sin prejuzgar ni estigmatizar. Los actos discriminatorios encubiertos sólo consiguen lastimarnos", Mariana, mamá de un nene trans.

Podría decirse que la infancia trans comenzó a estar en la escena pública de este país hace seis años, en octubre de 2013. Ese día Luana consiguió, a sus seis años, un documento nacional de identidad con el nombre con el que ella se siente representada y se convirtió así en la primera nena transgénero en obtenerlo en el mundo. En 2017, su mamá, Gabriela Mansilla, creó la asociación civil "Infancias Libres", a través de la cual y junto a un equipo de especialistas con perspectiva de Género, acompaña a las familias de todo el país.





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