Al borde de un ataque de ansiedad

Al borde de un ataque de ansiedad

Al borde de un ataque de ansiedad

¿Hasta qué punto la ansiedad puede incidir en el desenlace político? La respuesta a esta pregunta cobra dimensión si se repasan los últimos acontecimientos que, aunque protagonizados en Tucumán, tuvieron coletazos nacionales.

Según los especialistas, una ansiedad moderada ayuda a las personas a mantenerse enfocadas en lo que hacen porque si bien se anulan algunas funciones cerebrales, se priorizan otras funciones esenciales y se consigue un mejor desempeño. El problema radica cuando, por ese exceso de preocupación, se pierde el control y se arriesga el objetivo final. Es prematuro saberlo, pero bien vale la reflexión para aquellos dirigentes que en estas semanas se apuraron por alentar fórmulas o desalentar otras al hablar de más. En particular, a partir del anuncio de que los tucumanos volverán a votar en junio de 2023 y no en agosto, como dispone la Constitución provincial.

Hace ya más de una semana, súbitamente el gobernador interino Osvaldo Jaldo le puso fecha a los comicios. Aunque no afirmó explícitamente que Tucumán adelantaría las elecciones (dijo que se votaría en junio, como en 2019), el mensaje se leyó en la Casa Rosada con otro sentido. En el albertismo resultó difícil de entender que en el hogar del jefe de Gabinete de Alberto Fernández, se despegaran con tanta antelación de la suerte electoral del Presidente. Quizás por eso y para evitar cortocircuitos, Manzur se esforzó por aclarar lo anticipado por su compañero de fórmula. “(Se busca) cumplir con la Constitución y hacer el llamado a elecciones tal cual está previsto”, enfatizó. Jaldo hizo lo propio, tratando de frenar una escalada con efectos negativos en su relación con la Nación. “No quiero que esto se politice malintencionadamente. Tucumán está eligiendo como elige siempre, antes que la Nación, antes que las PASO nacional, antes que las generales nacionales”, dijo horas después del anuncio electoral.

Calmadas las susceptibilidades, Jaldo se apuró de inmediato por mostrar que la interna entre jaldistas y manzuristas es parte del pasado. Encabezó actos organizados por los espacios del legislador Armando Cortalezzi y de la ministra de Gobierno, Carolina Vargas Aignasse, identificados claramente con el jefe de Gabinete. En un exceso verbal, el parlamentario llegó a proponer en LG Play la fórmula Jaldo-Manzur para 2023. “Es lo mejor que le puede pasar a Tucumán y a toda la dirigencia”, atinó a decir el ex alperovichista. Aunque la ministra fue un más prudente, le endilgan el antecedente de su hermano, el concejal Emiliano Vargas Aignasse. “El año que viene el peronismo de Tucumán debe alinearse detrás de Jaldo”, había dicho el edil capitalino, casi un mes atrás. Pero para cerrar esta ráfaga verborrágica, faltaba un jaldista. “(El vicegobernador) surgirá del consenso entre Osvaldo y Juan. Pero no lo veo a Juan Manzur como vicegobernador; está en un lugar muy importante y en 2023 estará en medio de una elección nacional”, aportó el coordinador del Ministerio de Obras Públicas, Marcelo Caponio.

Las declaraciones dan cuenta del estado de agitación que atraviesa el oficialismo tucumano. Porque si bien todos aceptaron la tregua acordada entre Manzur y Jaldo el año pasado para superar la interna, nadie –aún- convalidó la continuidad del acuerdo para los comicios de 2023. Y ese es el gran enigma del peronismo. Mientras el vicegobernador a cargo del Poder Ejecutivo se posiciona y siente que la candidatura del año próxima es cada vez más suya, el jefe de Gabinete –fiel a su estilo- juega al misterio. “Jajaja bueno pero falta mucho tiempo, sabe toda el agua que va a correr…. va a correr mucha agua bajo el puente. Hay que esperar, hay que esperar”, respondió con picardía este jueves ante una consulta del periodista Nicolás Gallardo, de IP Noticias, sobre una eventual fórmula Jaldo-Manzur.

¿Afecta a Jaldo esta indefinición pública del jefe de Gabinete? Por lo pronto, inquieta a los ansiosos que reclaman definiciones. En especial, porque ningún dirigente, sea manzurista o jaldista, escuchó algo tajante de boca del funcionario nacional y en consecuencia se avivan aventuras. “Metele”, dicen que repite el ex ministro de Salud cada vez que un referente de su espacio le consulta acerca del futuro electoral. Esa ambigüedad, sumada al rechazo que produce una eventual postulación de Jaldo entre los heridos manzuristas, acelera la aparición de otros aspirantes a la Gobernación. Uno es el intendente de Tafí Viejo, Javier Noguera, que se muestra decidido a presentar batalla en 2023, apoyado por otros jefes municipales y un par de legisladores.

¿Existe realmente alguna chance de que Manzur vuelva para ser candidato a vicegobernador? Por lo pronto, en su entorno minimizan esa chance y alientan otros movimientos, como los de la diputada Rossana Chahla. En paralelo, el tiempo juega un papel central sobre esta incógnita. Para despejar cualquier impedimento legal ante el vacío en la Constitución, el gobernador en licencia debería contar con una acción declarativa de certeza de la Justicia que disipe una eventual impugnación a su postulación. En el jaldismo, según admiten, no están dispuestos a plantear siquiera esa duda ante la Justicia en nombre de otros, y menos a asumir el costo que implicaría.

Hoy, Manzur apuesta a su permanencia nacional y avanza en el armado político con los gobernadores –para Alberto o para él- a fin de discutir poder con Cristina Fernández de Kirchner en cuanto la ocasión lo permita. Claro, no aparece tan allanado ese camino para el tucumano y una muestra la tuvo ayer, cuando la vicepresidenta salió del corsé bonaerense y voló al Chaco para abrazarse con su querido Jorge Capitanich. El mensaje, para Alberto y para Juan, quedó claro: su poder no se circunscribe sólo a la provincia de Buenos Aires y ella está en condiciones de elegir un distrito peronista y caminar hacia 2023 sin necesidad de pedir permiso ni hablar con intermediarios.

Para Jaldo también es vital el desenlace de la cruzada de Manzur en Buenos Aires. El tranqueño se esforzó en este tiempo que lleva al frente del Poder Ejecutivo por exhibir fidelidad al Presidente. Incluso, para evitar heridas ni siquiera mencionó a la ex jefa de Estado en su discurso de apertura de sesiones ante la Legislatura, el 1 de marzo. Más allá de una lectura política, lo que hay es una cuestión de dependencia económica: la suerte de su gestión está atada al financiamiento nacional. Suena razonable a modo de estrategia, pero el inconveniente surge –nuevamente- a partir de los excesos de los que quizás pueda ser difícil regresar. ¿Quién se atrevería a recibir hoy en Tucumán a Cristina, si es que decidiera venir a hablar mal de la gestión nacional?

Hay un último ejemplo. El jueves, dos jaldistas de paladar negro, como los intendentes de Banda del Río Salí, Darío Monteros; y de Alderetes, Aldo Salomón, posaron con Manzur en Buenos Aires. El problema no es la foto de unidad, sino las consecuencias que puede tener un posteo como el del jefe municipal bandeño. “Hoy no hay margen para aquellos lobos vestidos de corderos que tanto daño hacen no solo en el peronismo, sino en la política provincial y nacional”, escribió Monteros al pie de la foto justo en medio del pico de ataques de La Cámpora al Presiente. ¿A qué lobos se refería? Por las dudas, el tuit del primer jaldista ya circuló por los despachos del Instituto Patria, en Buenos Aires.

Está comprobado que la ansiedad, cuando supera los límites razonables, comienza a ser un problema. Especialmente en la política.

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