La caída del “Malevo”: el falso abrazo a la política.

La caída del “Malevo”: el falso abrazo a la política.

Decimonovena parte.

EN UNA HUELGA. “El Malevo” Ferreyra y Jorge “Feto Soria aparecen al frente de los policías que se autoacuartelaron. EN UNA HUELGA. “El Malevo” Ferreyra y Jorge “Feto Soria aparecen al frente de los policías que se autoacuartelaron.

“No voy a renegar del peronismo. He sido peronista con Eva Perón y con Perón. Pero a partir del surgimiento del general (Antonio) Bussi, en Tucumán siempre he votado por Fuerza Republicana”, indicó Mario Oscar Ferreyra cuando fue entrevistado por LA GACETA en agosto de 1997. Por esos días, “El Malevo” había creado un movimiento político llamado “Horizonte Norteño”, que apoyaba la candidatura de Ricardo Bussi y con el que aspiraba a ubicar allegados en cargos electivos. “Quiero eludir todo cargo político. Me gustaría tener la batuta. Pero los intérpretes de la música política son otros”, razonó. Sin embargo, la historia dejó al descubierto que el ex comisario, condenado a perpetua por un triple homicidio, siempre buscó un aliado político para hacer algo que no está bien visto puertas adentro en la Policía: ascender por acomodo, no por méritos. Él supo tener esos aliados y, cuando nos los conseguía por las buenas, lo hacía aplicando una estrategia de terror.

Sus definiciones ideológicas quedaron marcadas a fuego a lo largo de su carrera. El apellido Ferreyra ya era conocido por sus colegas a causa de los actos de indisciplina que protagonizaba, pero se hizo público cuando participó del levantamiento de la fuerza en 1984. “Había un justo reclamo salarial, pero también incidió que habíamos dado de baja a unos 210 efectivos que formaron parte de grupos de tareas (de la dictadura) y separado de su cargo al subjefe de Policía Noé Bonifacio Medina por la misma situación”, explicó el camarista Ricardo Sanjuán, entonces secretario de Gobierno de Fernando Riera. “La huelga era total, pero Ferreyra no lideró la revuelta, el cabecilla fue Miguel ‘Tono’ Pereyra junto con quienes luego crearían el Comando Atila”, añadió.

El ex funcionario recordó que mientras se negociaba con los funcionarios del Gobierno de Raúl Alfonsín el envío de fuerzas federales y la obtención de recursos para mejorar los sueldos a los miembros de la Policía, Riera se presentó en la jefatura y negoció con los revoltosos. “No aguanté esa claudicación porque estábamos trabajando para sacar de la fuerza a todos los (Roberto) ‘Tuerto’ Albornoz, que era peligroso de verdad, no todos los fantoches estos que le siguieron. Por eso renuncié inmediatamente”, señaló Sanjuán. Finalmente, los policías consiguieron que se cumplieran varios de sus pedidos.

Mientras, Ferreyra se transformaba en un líder que también amenazaba el orden y la paz en la provincia. Con esa fama logró que el ex gobernador José Domato le perdonara todos sus excesos y que, además, lo nombrara jefe de la sección Robos y Hurtos. Ese terminó siendo el trampolín que lo catapultó a la jefatura de la Brigada de Investigaciones.

Julio “Chiche” Aráoz Julio “Chiche” Aráoz

Durante la intervención federal de Julio “Chiche” Aráoz, Ferreyra terminó siendo empoderado a cambio de no generar revueltas. “Con instrucciones del ministro de Gobierno (Ronal) Bradis Troncoso, Ferreyra armó una jefatura paralela. Nadie hacía nada si él no lo aprobaba. Mario trabajaba para los cordobeses, no para la provincia”, explicó el comisario Víctor Aráoz, uno de los oficiales que apareció en la lista de camaradas confeccionada por Ferreyra para denunciar a sus compañeros por enriquecimiento ilícito. “Chiche” Aráoz como Troncoso habían llegado desde Córdoba, designados por el entonces presidente Carlos Menem.

A partir de esa relación, “El Malevo” pensó que sería nombrado jefe de la Policía cuando Ramón Bautista Ortega fuera electo gobernador. “No hay nada exagerado en esa teoría. Él prácticamente era el jefe cuando la provincia estaba intervenida. Pero se debía a la relación que tenía con Troncoso”, aclaró el agente René Albornoz, uno de los condenados por el triple crimen de Laguna de Robles.

EN SANTIAGO. Ramón Ortega y José Ricardo Falú arriban a Zorro Muerto. EN SANTIAGO. Ramón Ortega y José Ricardo Falú arriban a Zorro Muerto.

El histórico dirigente del peronismo Antonio Guerrero también sostiene que fue Aráoz el que le dio alas a Ferreyra. “Cuando yo era senador, durante un operativo que se realizaba en el barrio 11 de Marzo detuvieron a mi chofer, que acompañaba a su esposa a tomar el colectivo. Lo llevaron a la Brigada y ahí lo torturaron. Me avisaron y llamé a Troncoso para que lo liberaran. Lo hicieron, pero no me quedé con eso”, explicó. “Me presenté en el despacho del funcionario y comencé a insultar al ‘Malevo’. Después le dije que ahí lo haría cagar por lo que había hecho. Él se achicó, y Troncoso decía ‘aquí no, aquí no’. “La Tarde” (vespertino que era editado por LA GACETA) publicó ese incidente. “El periodista Tulio Barcala (ya fallecido) lo cronicó muy bien, pese a que pensaba que tendría problemas por haberlo enfrentado, algo que nunca sucedió, porque estando solo, ‘El Malevo’ no era malevo”, añadió Guerrero.

Las dudas

Ortega llegó a la gobernación con una idea fija: depurar a la Policía. Con su ministro de Gobierno José Ricardo Falú tomaron una estrategia diferente. “La idea era ir de a poco para no generar malestar, pero cuando ‘El Malevo’ denunció a sus compañeros aceleró todo”, señaló un ex funcionario. “Han pasado más de 30 años de esa denuncia y hasta el día de hoy me sigo preguntando por qué la hizo. Terminó perjudicando a todos”, comentó Juan Sotelo, otro de los condenados por el triple crimen de la Laguna de Robles. “Ferreyra era muy influenciable, se dejaba llenar la cabeza por cualquiera. Hubo muchos pícaros que sacaron provecho de esa situación y hoy viven muy bien”, indicó.

A la hora de tratar el caso Ferreyra, el orteguismo mostró dos caras. Por un lado, había una línea que indicaba que quería llegar a un acuerdo con él. “El día que me entregué, cuando estaba con ‘Palito’ en la iglesia, él me dijo que solucionaría todo si le decía dónde estaba oculto Mario. Pero no le pude responder esa pregunta porque realmente no lo sabía”, advierte Sotelo. Por el otro, habría existido un complot para asesinar al “Malevo” en Zorro Muerto, el ignoto paraje de Santiago del Estero donde se había escondido. “Invadieron nuestra provincia para llevarse un cadáver”, reconoció Armando Elpidio Abdala, por ese entonces jefe de Policía de esa provincia

Pero las buenas intenciones duraron poco. “Hubo algo extraño con los acusados del crimen del oficial Juan Salinas. Estaban cerca de ser enjuiciados y, por un extraño fallo de la Cámara de Apelaciones se ordenó iniciar nuevamente la investigación”, recordó el ex juez Jorge Lobo Aragón. “Se decía en esos tiempos que hubo un acuerdo del Gobierno con los miembros del Comando Atila. Ellos dejaban la fuerza y se les mejoraba su situación judicial”, agregó. “Todos esos convenios oscuros eran obra de ‘Chiche’ Aráoz”, explicó Guerrero.

Julio “Chiche” Aráoz Julio “Chiche” Aráoz

No, pero sí

“Indulto no voy a pedir, ni clemencia; nada por el estilo. No sé qué voy a hacer en el futuro: soy impredecible”, dijo Ferreyra en una entrevista. Mientras las palabras salían de su boca, sus ojos apuntaban al despacho del gobernador Bussi. Esperaba que el “General”, como él lo llamaba, pusiera una firma al decreto para recibir ese perdón que legalmente podía otorgar.

“Él le puede dar mucho a la sociedad porque está en la plenitud de su vida, es un hombre inteligente, trabajador y corajudo y que, creo, cumplió debidamente con la ley”, había declarado el ex mandatario. Pero sus palabras no terminaron ahí: “habiendo tantos delincuentes sueltos, el caso de Ferreyra merecería ser considerado nuevamente en forma exhaustiva”.

Las palabras del ex gobernador generaron un fuerte debate en la sociedad e hicieron brotar una esperanza en “El Malevo”. Las críticas no tardaron en aparecer. La Corte Suprema de Justicia de la Provincia se opuso a esa posibilidad. Los magistrados, juristas y referentes del Colegio de Abogados también pusieron el grito en el cielo sólo con enterarse de esa posibilidad. Bussi dio marcha atrás por una razón: no podía indultar a una persona que afrontaba otro proceso judicial, ya que Ferreyra debía esperar ser enjuiciado por la fuga de Tribunales.

“Nos movilizó su situación personal al ver cómo lo habían afectado los años de encierro que llevaba”, recordó Ricardo Bussi. “Pero más allá de la cuestión humanitaria, el ala dura de Fuerza Republicana, integrada por Atilio Peluffo, Alberto Germanó y Gilda Pedicone de Valls, se opuso a la posibilidad del indulto y, al argumentar cuáles eran los motivos, se terminó imponiendo esa postura”, explicó el hijo del ex gobernador en una entrevista con LA GACETA.

Antonio Bussi. Antonio Bussi.

Pero tampoco hacía falta el indulto. El gobernador Bussi ya le había dado varios beneficios. El primero de ellos fue haberle fijado en 1996 la pena de prisión perpetua en 20 años y no de 25 años como normalmente se hacía. La decisión no era ilegal, pero por la gravedad del caso, si despertó polémicas. “Fue una resolución insólita e inaudita que hasta el día de hoy no tiene una explicación razonable”, señaló Pedro Roldán Vázquez, presidente del tribunal que condenó a Ferreyra. “Encima hizo declaraciones muy peligrosas que de alguna manera confundían a la sociedad. Se le aplicó una dura pena por la gravedad del delito del que se lo encontró culpable y, por otro lado, el titular del Poder Ejecutivo consideraba que él había cumplido con la ley”, añadió.

Fue Antonio Bussi también el que le abrió la puerta a la libertad. El 30 de diciembre de 1997 le redujo la pena un 10%, lo que no le alcanzaba para volver a considerarse un hombre libre, pero sí lo dejaba muy cerca de serlo. “Traté de ser lo más justo por todos los medios posibles”, sostuvo Bussi. “Quizás esto no se compadezca con mi corazón, pero la provincia no se gobierna con el sentimiento, sino con la cabeza y la razón me indica que no pudo dar un desproporcionado beneficio a un señor por más buenos antecedentes que tenga”, añadió.

A meses de que se cumplieran los 25 años de esa resolución, el hijo del creador de Fuerza Republicana también cuestionó la decisión tomada por su padre. “En esos momentos tenía otra opinión, pero si esa situación se planteara no hubiera reducido la condena. Por ahí Ferreyra era un hombre honesto, pero cometió crímenes imperdonables, por más que la policía de esos tiempos haya necesitado ser conducida por un líder como él”, consideró Ricardo Bussi en una entrevista con LA GACETA.

La cuestión es que por la ley del dos por uno, por su buena conducta en el penal, por las recomendaciones de dirigentes políticos y por los empresarios que se comprometieron a darle trabajo, Ferreyra comenzó a gozar de salidas transitorias durante los últimos meses de 1997 y, a mediados del año siguiente, se ampliaron esos permisos. Como Julio Miranda y José Alperovich también firmaron decretos de reducción de pena, no hubo un gobernador democrático que no haya ayudado a Ferreyra después de haber recibido las dos condenas.

Sin que se sepa la fecha exacta, porque el tema era vergonzante para los funcionarios de turno, “El Malevo” comenzó a gozar de libertad condicional antes de que comenzara el nuevo siglo. Pero la vida que le esperaba fuera de prisión era muy diferente a la que había soñado.

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