8M, no nos feliciten

Hoy la sociedad está más permeable a escuchar y se puede aclarar lo siguiente sobre el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer: no es un festejo porque no se celebra nada. Todavía queda mucho por hacer en cuanto a la igualdad de derechos entre varones y mujeres. Estas últimas, cuyo día se conmemora hoy, no son flores, ni embellecen los jardines de la vida. No se debe invisibilizar con estas frases la lucha diaria de las mujeres por la equidad en el acceso a derechos, libertades y oportunidades diciendo que son “lo más lindo de la creación”. Hoy se conmemora la lucha que hizo y va haciendo posible el avance hacia una vida digna, sin violencias.

La violación en grupo en Palermo que fue noticia la semana pasada puso nuevamente en el tapete la educación patriarcal que se recibe heredada. Las redes sociales se llenaron de reflexiones y las mujeres de todo el país hablaron al respecto. ¿Y los hombres?

Algunas de las preguntas que se transcriben a continuación circularon por redes sociales y sirven para encaminar una reflexión:

En el trabajo, ¿alguna vez dijiste que una mujer era exitosa porque se habría acostado con alguien? ¿Descalificaste el trabajo o ideas de una compañera por ser mujer? ¿Le sugeriste que le iba a ir mejor si estaba con vos?

En la calle, alguna vez, ¿acosaste a una mujer, haciéndole comentarios sobre su cuerpo o ropa? ¿Miraste insistentemente el escote o falda de una mujer? ¿Te acercaste invadiendo el espacio personal de una mujer para decirle algo, simplemente por gusto? ¿Apoyaste tu cuerpo a una mujer en el colectivo o la rozaste a propósito? ¿Alguna vez observaste a algún hombre haciéndolo?

En un bar o boliche, ¿te le acercaste repetidamente a una mujer a pesar de que ella se negó a hablar con vos? ¿Invitaste un trago a una chica para que “afloje”? ¿Alguna vez abordaste a una mujer que estaba borracha para tocarla sin su consentimiento? ¿La invitaste a tu casa para ver una película, buscaste tener relaciones sexuales con ella y cuando se negó usaste la frase “no me podés dejar así”, para presionar o responsabilizarla?

Con tus amigos, ¿intercambian fotos o videos sexuales de sus parejas –circunstanciales o no-? ¿Tildan de “pollerudo” o “maricón” al amigo que busca reflexionar sobre estas prácticas? ¿Se preguntan por qué unos jóvenes deciden drogar y violar en grupo a una chica en Palermo a mitad del día?

En la intimidad con una mujer, ¿alguna vez insististe para tener relaciones sexuales cuando ya te habían dicho que no?

En tu familia y con respecto a tus hijos ¿asumís que ella debe llevar los chicos al médico? ¿Le pedís que te diga “qué hace falta” en la casa “para ayudar” con las compras? ¿Conocés días y horarios de las actividades de cada integrante del grupo familiar? ¿Creés que solo las mujeres pueden hablar sobre sus emociones o llorar?

En reuniones con amigos y amigas, si un amigo se hace cargo de sus hijos, ¿le hacés comentarios del tipo: “te dejaron de niñera”? ¿Conversás con las mujeres sobre otros temas que no sean el cuidado de los niños? ¿Incluís a las mujeres en las conversaciones sobre temas de actualidad, por ejemplo, preguntándoles su opinión?

¿Usás regularmente estas frases?: “es una histérica”, “típico de mina”, “dos mujeres o más son para pelea”, “las mujeres no saben ser amigas”, “las mujeres siempre están compitiendo”.

Reorganizar

Varones y mujeres tenemos que deconstruirnos, es decir, reorganizar, reflexionar y replantearnos las estructuras de pensamientos que nos trajeron hasta este momento histórico en donde se cuestionan las desigualdades entre varones y mujeres abiertamente. ¿El objetivo? Buscar modelos de relacionarnos superadores en donde haya mayor igualdad: que una mujer se sienta segura al caminar por la calle y que a un hombre y a una mujer los asciendan en el trabajo por su mérito y virtudes.

Judith Butler, autora de “El género en disputa: Feminismo y la subversión de la identidad” (1990) planteó la idea de deconstrucción para entender la artificialidad del género y realizar un desplazamiento en las prácticas corporales. “Deconstruir es romper categorías”, dice y agrega que no es sólo derribar, sino también construir desplazando los conceptos hegemónicos. Por eso debemos cuestionar todo lo que nos inculcaron durante nuestra educación escolar, social y familiar.

La famosa deconstrucción nos muestra cómo están construidas las cosas, el camino recorrido históricamente que hizo que lleguemos a este punto. No se destruye nada en un proceso de deconstrucción, sino que se enseña y permite entender revelando las formas en las que se crearon esos conceptos o prácticas para poner sobre la mesa, en el caso de la masculinidad, los privilegios de los varones.

El cambio tiene que venir luego de una reflexión y acción que debe ser colectiva. Las mujeres solas no pueden y los varones tampoco. El “Feliz día” de hoy se puede modificar por un trabajo en conjunto, cuestionando todo lo que parezca “normal, natural”. Hoy es un buen día para comenzar una deconstrucción.

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