Una monja tucumana rescató seis personas en Ucrania: "Es lo más duro que vi en mi vida"

Una monja tucumana rescató seis personas en Ucrania: "Es lo más duro que vi en mi vida"

Sor Lucía Caram, que está radicada en España, relató su experiencia en la frontera y en los sitios de acogida.

GESTO SOLIDARIO. Sor Lucía Caram, junto a dos de las personas que ayudó en Ucrania. Foto de Twitter GESTO SOLIDARIO. Sor Lucía Caram, junto a dos de las personas que ayudó en Ucrania. Foto de Twitter
07 Marzo 2022

Nacida en Tucumán, radicada en España, sor Lucía Caram ratificó otra vez que es una "monja inquieta", como se autodefine en las redes sociales. En medio de la guerra por la invasión rusa a Ucrania, la religiosa viajó unos 3.300 kilómetros para apostarse en la frontera y, allí, prestar una ayuda concreta.

Según contó en Twitter, sor Lucía brindó resguardo a seis personas que buscaban huir del conflicto bélico, las rescató y las llevó consigno a territorio seguro.

"Regresamos a Manresa (ciudad ubicada en la provincia de Barcelona). La experiencia en la frontera y en los sitios de acogida es lo más duro que pude ver y sentir en mi vida", expresó la monja, de 55 años.

Y relató que, junto a ella, se encontraban las seis personas afectadas por la guerra. "Ellos van a despertarnos a la realidad. Nosotros queremos ayudarles y lo vamos a hacer entre todos", expresó Caram.

Sor Lucía, de 55 años, es conocida por su intensa actividad en las redes sociales. También escribió libros y comparte amistad con el astro rosarino Lionel Messi. Forma parte de la Fundación del Convento de Santa Clara, según su biografía en Twitter, donde explica que busca "ser feliz y hacer felices a los demás". "Lucho por los derechos de la infancia", afirma.

Este grupo de ciudadanos ucranianos puede dar fe de ello. Se trata de Olena Rozhova, de 37 años, junto a su hijo Nikita (12); de Irina Antonenko (39), junto a sus dos hijos Illia (13) y Alexandra (14) y de otra mujer, Alessa (39 años), según consigna un informe del diario La Nación.

“No podemos mirar para otro lado porque la paz depende absolutamente de todos, porque todos estamos amenazados y porque los ucranianos son nuestros hermanos”, indicó Caram, en declaraciones al matutino porteño.

La tucumana contó en primera persona la experiencia en la zona del conflicto.

“Aquí hemos visto lo mejor y lo peor de la persona humana, todos estamos con la locura del delirante de (Vladimir) Putin y los que lo acompañan, hemos visto mucha solidaridad en los campos de refugiados, pero me ha dolido muchísimo constatar que también hay mafias que cobran coimas en la frontera y que lucran con la desesperación de esta gente aterrada por los bombardeos, que lo ha dejado todo”, detalló.

Sor Lucía denunció que, además de estos hechos de corrupción, también se ven casos de maltrato en la frontera con Hungría. “Con el traductor, las mujeres que me llevo me decían que venían con mucho miedo, que estaban desoladas, que no sabían dónde ir y el hecho de subir al coche, que empezáramos a hacer bromas y a hablar y el saber que ya tenían otro hogar, les daba un respiro para poder reconstruirse”, contó la religiosa.

¿Cómo fue que resolvió subirse a su camioneta y viajar a Rumania personalmente a buscar gente?, le preguntaron. “Decidí venir la semana pasada, cuando fui a la manifestación de los ucranianos en Manresa en la que se pedía la paz. Me llamó la atención la cantidad de gente que había, unas 400 personas, y ahí me di cuenta que era una manifestación muy sentida porque todos tenían familia y estaban desesperados por poderlos traer, por poder saber de ellos”, indicó.

Reveló que, tras el encuentro, se quedó con una sensación de "inquietud". "Hasta que el miércoles llegó un amigo que venía de viaje, que es voluntario, que me dijo ‘Lucía, qué te parece si nos vamos’. Lo dijo como en broma, pero yo creo que fue lo que encendió la mecha, porque llevaba noches sin dormir pensándolo, porque las conversaciones de la mesa con los ucranianos que ya habíamos recibido y la manifestación me hicieron pensar mucho", agregó.

Sor Lucía reveló que, en realidad, esto es sólo el comienzo de una misión más ambiciosa. “No quiero que los ucranianos que nos estamos llevando vayan a un centro de refugiados, sino que sean recibidos y que lo más pronto posible puedan salir adelante y tener calor humano, calor de familia. Se han ofrecido muchísimas familias de Manresa, que los voluntarios de la Fundación esta semana estarán visitando y ya me han ofrecido algunos departamentos”, aseguró la tucumana.

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