"Haters": Nuestro marco legal contempla castigos para los odiadores

13 Febrero 2022

Hay veces en que la distancia entre las críticas “inocentes” en redes sociales y los delitos no resulta tan grande como pensamos. Al contrario, es erróneo pensar que la virtualidad puede ampararnos para hacer lo que nos plazca sin consecuencias.

Para que quede claro, todas las acciones perniciosas que se realizan en línea aparecen perfectamente reguladas en nuestro Código Penal.

Delitos frecuentes

Entre los delitos más habituales que ocurren en las redes sociales aparecen las calumnias e injurias. Las primeras aluden a la falsa atribución de la comisión de delitos, mientras que las segundas implican agravios a la honra.

“Sin dudas, ambas disfrutan del anonimato que les brinda el escenario digital dado que el autor puede camuflarse. Y si este no esconde su identidad se ampara en la libertad de expresión”, comenta Patricio Char, miembro de Consejo Viral Argentino: una organización tucumana dedicada a concientizar sobre los riesgos que conlleva el uso irresponsable de internet.

Al registro se suman las estafas, las amenazas, el ciberacoso y el grooming. “Quien sea víctima debe denunciarlo en el Ministerio Público Fiscal. Por ejemplo, todo lo que tenga que ver con bullying (aunque sociológicamente se denomina así) configura el delito de injurias”, explica el abogado.

Además, Char destaca que siempre es importante identificar a la persona que cometió el agravio o el delito para conseguir alguna medida cautelar que le impida seguir con el hostigamiento.

“Otras veces basta con contactarse con la plataforma y solicitar el levantamiento de las publicaciones. Sin embargo, cuando se trata de viralizaciones es muy difícil suprimir los archivos de las oscuridades de la web y depende mucho de las circunstancias concretas del caso”, agrega.

En este aspecto, una recomendación central es hacer capturas de pantallas de los chats agresivos o los posteos que nos afecten y certificarlas ante un escribano. Eso nos permitirá conservar las pruebas antes de que desaparezcan.

A la Justicia

En Argentina un caso paradigmático sobre los discursos de odio virtuales y sus consecuencias lo encarna el youtuber Eduardo Miguel Prestofelippo (“El Presto”).

Tras un juicio oral por hostigamiento y discriminación, este mes el joven fue condenado a 30 días de prisión domiciliaria. El motivo se debió a una serie de videos que publicó en 2020 a través de su canal y cuenta de Facebook. En ellos hizo comentarios despectivos hacia la primera dama -Fabiola Yáñez- por su condición de mujer.

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