No podía ser de otra manera. Cristina Rojas nació en Famaillá, y buena parte de su vida gira, desde hace casi dos décadas, en torno de las empanadas. Pero no siempre gira en la provincia. De hecho, el jueves pasado fue la encargada de garantizar, en Mar del Plata, que el verdadero sabor de la empanadas tucumanas llegara hasta la costa atlántica. Eran para repartir a los turistas en la tarde/noche de la apertura del trailler del Ente Tucumán Turismo, instalado frente al mar, cerca del hotel Costa Galana, en Playa Chica.
“El día anterior teníamos listas más de 4.000, y fueron todo un éxito”, cuenta Cristina. Y para la pregunta obvia (¿qué sentís?), la respuesta lógica de una campeona: “gran orgullo”.
Sabores nuestros
Claro que no es principiante en este rol de “embajadora”: “llevo varios años preparando las empanadas para representar a Tucumán en las ediciones argentinas de la Feria Internacional de Turismo, y también participé de videos para promocionar Argentina en el mundo”, cuenta feliz a LA GACETA desde Mar del Plata.
Además -añade- ha recibido premios, como el Gaviota de Plata Federal, y el Dorado, de Chaco; y ha participado de varias ediciones de los programas El Gourmet y Cocineros Argentinos. Así que ya no la inhiben las cámaras; tampoco ministros ni embajadores. Pero no deja de ser un poco tímida cuando se trata de hablar de sí misma... y encima por teléfono.
En familia
Cristina no trabaja sola. Pero la campeona (literalmente) de la familia es ella: “mi hermano, que ya falleció, me dijo muchas veces que me tenía que presentar, y un día me decidí: participé de la Fiesta Nacional de la Empanada desde 2004, y en 2008, gané”, cuenta, y vuelve a sentir el orgullo. “Ahora quedamos cinco hermanas y nuestra madre; todas hacemos empanadas -sigue el relato-. Y cuando toca viajar, una de mis hermanas menores, Verónica, siempre me acompaña; va conmigo para todos lados”.
Verano 2022
Cristina dice que lo de Mar del Plata “fue genial”. “La gente disfrutó de las empanadas. ¡Hasta el ministro (de Turismo de la Nación) Matías Lammens se prendió. Y el tiempo ayudó; el día estuvo hermoso, fresco, pero sin lluvia... hermoso”, cuenta.
Pero lo que todavía a ella y a Verónica les parece increíble sucedió unos días antes, en una suerte de “escala” hacia “Marpla”: la Fiesta Regional de la Empanada Costera, en Santa Elena, en el partido de Mar Chiquita.
“Estuvimos entre el 27 y el 29 de enero, y fue impresionante. Vendimos casi 9.000 empanadas”, recuerda entre repulgue y repulgue, y se entusiasma: “la feria estaba abierta entre las 19 y las 2 de la mañana. El primer día eran las 4.30 de la madrugada y seguíamos vendiendo. Sentíamos algo inexplicable”.
Pero resultó que no dieron abasto... “¡Por suerte! Habíamos prendido el horno a las 16; necesitábamos que estuviera bien caliente para las primeras empanadas -cuenta-. Pero era tanta la gente que hacía cola que con el horno no alcanzó. Así que empezamos a freír... Hasta nos pidieron que las vendiéramos crudas, y también fue un gran éxito”. Así los tres días de la fiesta.
Vuelta a casa
Hoy Cristina, Verónica y su alegría están de regreso. “Hicimos una parada previa en la Ciudad de Buenos Aires y nos fuimos hasta Belgrano, porque (el periodista) Guido Bercovich nos había encargado también las suyas. Así que nos volvemos más que felices a seguir trabajando en Famaillá”, contó al teléfono antes de emprender el retorno. Había que volver urgente, porque el “Rancho de Beto” (llamado así en homenaje a su hermano fallecido) abre viernes, sábados y domingos... Así que, de nuevo en casa, “hasta el próximo viaje”, dice Cristina y no deja de soñar.








