“Una malamadre vive al máximo su maternidad pero no quiere ser excluida”

“Una malamadre vive al máximo su maternidad pero no quiere ser excluida”

Casi sin querer queriendo, la publicista española Laura Baena se convirtió en referente y militante de la conciliación entre maternidad y trabajo.

“Una malamadre vive al máximo su maternidad pero no quiere ser excluida”

“Una Malamadre come el chocolate a escondidas y a los buenoshijos y buenashijas les insiste en que coman fruta”. La frase -un clásico entre las confesiones ocultas de las madres- se repite en las redes sociales de @malasmadres y en el club que conformó la publicista Laura Baena hace ya siete años. Su historia comenzó con una serie de tuits publicados en 2014. Estaba cansada de intentar ser una “buena madre” y necesitaba desahogarse. Allí contaba sus anécdotas y recibía el feedback de cientos de mujeres como ella: “soy Malamadre porque hay días como hoy, que desde que se levantan estoy deseando que se acuesten”, aseguraba.

Luego de renunciar a su trabajo como publicista, se convirtió en referente y militante en España de la conciliación que deben realizar los mapadres entre el trabajo y las tareas de cuidado. ¿El objetivo? Llegar a un Pacto de Estado a favor de la conciliación en España, que implique a todos: partidos y Gobierno, empresas y familias. En diálogo con LA GACETA desde España, Baena aseguró: “No queremos renunciar a nuestra carrera profesional ni tampoco a ver crecer a nuestros hijos e hijas”.

- ¿Cómo surgió el movimiento “Malasmadres”?

- Nace de un sentimiento individual que tuve al ser madre, cuando me di cuenta de que la maternidad era bien distinta a lo que nos cuentan. La maternidad está muy idealizada, más hace 10 años, cuando fui madre por primera vez. Y cuesta darte cuenta de que no eres ni serás la madre perfecta, con la paciencia infinita que habías ideado en tu cabeza. Para compartir mis anécdotas diarias de “malamadre” olvidadiza, que no quería renunciar a su carrera profesional ni a sus metas personales, empecé a desahogarme en Twitter en una cuenta que llamé “Malasmadres”. No estaba sola, y de los primeros tuits lanzados con mucha ironía y humor pasó a crearse una comunidad de mujeres madres con el objetivo de desmitificar la maternidad, romper el mito de la madre perfecta y luchar por no renunciar a nada.

- ¿Las repercusiones fueron mundiales como parece?

- Nunca imaginé que mi propia renuncia me llevase a luchar por miles de mujeres, a ser la voz de una comunidad. Es una gran responsabilidad que vivo con mucha satisfacción. Pero no he llegado tan lejos. Queda un largo camino de visibilización y concienciación. Y no puedo hacerlo sola. Necesito del apoyo de todas las “malasmadres”. Ellas son las que me dan realmente la fuerza para continuar.

- ¿Qué características tienen las “malasmadres”?

- El humor es nuestro tono diario de comunicación, reírme de mí misma fue mi salvación y la de muchas madres que se sentían como yo. Somos “malasmadres” con mucho sueño, poco tiempo libre, alergia a la ñoñería y ganas de cambiar el mundo. No reivindicamos un único modelo de maternidad, todo lo contrario. Queremos que las madres no seamos juzgadas y podamos vivir nuestra crianza con libertad. Tratamos muchos temas que nos interesan, no solo como madres, sino también como mujeres: educación, inteligencia emocional, emprendimiento, moda, belleza... y tenemos una lucha social: la conciliación, porque no queremos renunciar a nuestra carrera profesional ni tampoco a ver crecer a nuestros hijos e hijas.

- La maternidad no las limita...

- Una “malamadre” es una persona que vive al máximo su maternidad porque quiere seguir estando en el mundo, no quiere que se la excluya o aparte por ser madre, quiere trabajar o no, quiere seguir cuidándose, quiere desahogarse y compartir sus miedos… Las “malasmadres” son, sobre todo, mujeres implicadas en la sociedad que les rodea.

- ¿Esa sociedad es proclive al cambio?

- Defendemos un modelo que no es aspiracional, sino real. Reivindicamos un nuevo modelo de mujeres que no tienen problemas en expresar cómo se sienten, en compartir la “cara B” de la maternidad que no está edulcorada, mujeres que luchan por no tener que renunciar a su carrera profesional pero tampoco a ver crecer a sus hijos/as y, sobre todo, mujeres que no quieren perder su identidad como mujer al convertirse en madres.

- ¿Cómo surge la militancia por la conciliación trabajo-crianza?

- Decidimos dar un paso más allá para luchar a favor de la conciliación. La Asociación Yo No Renuncio del Club de Malasmadres es una organización sin ánimo de lucro que busca hacer incidencia política y social a favor de la conciliación, la igualdad y la corresponsabilidad. Nuestro objetivo final es llegar a un Pacto de Estado a favor de la conciliación en España, que implique a todos los sectores. Realizamos estudios sociológicos, como Las Invisibles, una encuesta en la que participaron más de 100.000 mujeres; campañas de sensibilización, jornadas, eventos y mantenemos el Teléfono Amarillo de la Conciliación, el primer servicio legal y gratuito de asesoramiento.

- La propuesta abarca múltiples aspectos y espacios sociales.

- Desde la asociación defendemos que todos los agentes sociales se impliquen en tomar medidas a favor de la conciliación. En este sentido creemos que pasan por replantear las jornadas laborales, haciéndolas más compactas y que permitan hacer uso de otros tiempos. Pero también necesitamos medidas que fomenten la corresponsabilidad, y por lo tanto creemos que hay que educar en igualdad y corresponsabilidad (no solo en las escuelas sino también en las empresas), plantear las medidas de conciliación en las organizaciones para todos y todas o incentivar que haya más mujeres en los puestos directivos.

- ¿España es una sociedad profamilia?

- España es tradicionalmente un país muy familiar. La familia, la familia grande, la que forman hermanos, padres, abuelos, tíos… ha sido también el sustento para la conciliación durante muchos años. Y, de hecho, los abuelos siguen siendo parte fundamental para que las madres puedan trabajar. Esto debe cambiar. De hecho, nos enfrentamos a una caída de la natalidad brutal.

- ¿Tan grave es la situación?

- La tasa de natalidad está en los niveles de 1941. España es el país de Europa con la tasa de fecundidad más baja, solo por encima de Malta. La estructura familiar en España no está logrando compensar la falta de medidas de conciliación de instituciones y empresas, y esto lleva a que las mujeres renuncien a tener hijos. España debe tomar medidas a favor de la natalidad y de las familias de forma urgente o sencillamente no habrá familias.

- ¿Cuáles son las claves de esa conciliación? ¿Cuáles son los puntos más fuertes y urgentes para atender?

- Nuestra clave es no renunciar a trabajar por ser madre ni a ser madre por trabajar. Conciliar es poder criar a tus hijos sin abandonar tu trabajo ni frenar tu carrera profesional. Es tan importante que nosotras conciliemos como que ellos tengan medidas de conciliación y, sobre todo, que las soliciten. Esto supone un cambio educacional y probablemente generacional muy grande. El empresariado no puede sentir que contratar a una mujer sea un lastre, que perderá horas de trabajo, que habrá ausencias, cuando los hijos son de las madres y de los padres. Las mujeres renuncian a tener hijos porque encuentran muchos obstáculos y sobre todo porque se encuentran solas: solas frente a una empresa que ve la maternidad como un lastre de sus empleadas; solas frente al Gobierno, que no impulsa medidas de apoyo, y solas en la sociedad, donde empezamos a ver como algo normal casi el “prohibido niños”.

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