El limbo de la corrección política perdió contra el reparto de infiernos

El limbo de la corrección política perdió contra el reparto de infiernos

Posturas y contrapuntos en el debate de Panorama Tucumano.

El limbo de la corrección política perdió contra el reparto de infiernos FOTO LA GACETA / jUAN PABLO SANCHEZ NOLI

Salvo en lo que respecta a la “reforma judicial”, los candidatos del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio, no tuvieron discrepancias anoche en “Panorama Tucumano”. De las ponencias de Rossana Chahla y de Roberto Sánchez surge que cuando no hubo coincidencias, las posturas resultaron complementarias. Pese a que sus coaliciones salieron de las PASO con la expectativa de ser las que polaricen los comicios del 14 de noviembre en Tucumán (el kirchnerismo sumó el 48% de los sufragios y el macrismo, el 35%), la ministra de Salud y el intendente de Concepción no confrontaron ni una vez.

En materia de recursos federales, el radical pidió una nueva Ley de Coparticipación, que privilegie la obra pública. La postulante del peronismo destacó que hay 90 obras en marcha en la Provincia, por casi $ 50.000 millones. Respecto de las economías regionales, el jefe municipal propició obras de infraestructura en caminos y riego. La funcionaria propuso disminuir las retenciones para el Norte Grande y apoyar un proyecto de fomento a la agroindustria, tanto para producción primaria como secundaria.

Ella elogió que, por ley, esté garantizado hasta 2030 el “corte” de bioetanol del 12% en combustibles. Él sentenció que el bioetanol es el futuro de la caña y propuso aumentar el “corte” en las naftas.

En reforma laboral, Sánchez pidió bajar la carga impositiva, crear un fondo de desempleo y generar flexibilidad para el sector privado. Chahla auspició un “Estado inteligente”, que no recorte derechos laborales y que, a la vez, dé alivio fiscal a las empresas. Uno y otro coincidieron que la pobreza se combate con educación y con trabajo.

Para pelearle al narcotráfico, la ministra postuló la coordinación de los tres poderes del Estado, tanto nacional como provincial, y profundizar el abordaje de las adicciones. “Basta de jueces garantistas que permiten a los infractores entrar por una puerta y salir por otra”, planteó el intendente. Y abogó por la reinserción laboral y educativa de los adictos.

El único desacuerdo versó sobre la reforma judicial. Según Chahla, aumentar el número de juzgados federales permitirá combatir el narcotráfico, la trata de personas y la contaminación. Según Sánchez, la propuesta sólo está al servicio de la impunidad. Eso sí: la discrepancia no derivó en contrapunto.

La síntesis es que los candidatos, cara a cara, parecieron ser los referentes de dos expresiones políticas con muchas coincidencias y excepcionales diferencias. Pero en los hechos, el kirchnerismo y el macrismo mostraron ser dos formas irreconciliables de concebir el Estado, la política y el poder. Ese abismo, ayer, no se vio. El costo fue que los referentes perdieron, precisamente, visibilidad. Parecieron más preocupados en apegarse a un libreto para no perder votos (Sánchez, incluso, leyó buena parte de sus intervenciones) que en explicar por qué votar por uno, y no por otro, marca la diferencia.

Frente a tanta postura difusa, la claridad de Alejandra Arreguez hizo la diferencia de la velada. Aunque por momentos el discurso del FIT parece trocar del amor a los trabajadores al odio por los empleadores, la dirigente leyó temprano lo anodino del discurso de sus contrincantes. Y disparó a quemarropa desde la ética de las convicciones: como su fuerza política aún no ha llegado al poder, no hay una gestión propia que contradiga su prédica.

En el limbo de lo políticamente correcto, el reparto de paraísos e infiernos ganó la partida.

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