Ahora sí, a dar vuelta la página

Ahora sí, a dar vuelta la página

Los Pumas cerraron con otra cara derrota ante Australia (32-17) lo que fue sin dudas su peor registro en una década de Rugby Championship.

El tucumano Thomas Gallo entró en el segundo tiempo y le anotó dos tries a Australia. Espectacular debut para el pilar surgido en Universitario a pesar de la derrota. El tucumano Thomas Gallo entró en el segundo tiempo y le anotó dos tries a Australia. Espectacular debut para el pilar surgido en Universitario a pesar de la derrota. Crédito: UAR / Gaspa Fotos

Tener la posibilidad de medirse anualmente con Nueva Zelanda, Sudáfrica y Australia gracias al Rugby Championship es un honor que ojalá nunca se corte, pero hay que ser realistas: ya nadie veía la hora de que terminara la edición de este año. Después de lo mágico que fue el Championship de 2020 (el mejor de todos, con el primer triunfo sobre los All Blacks incluido), este fue por lejos el peor: una pesadilla que duró un mes y medio y que sacudió al seleccionado argentino dentro y fuera de la cancha. Los números son crueles: seis partidos, todos perdidos por diferencias que no permitieron rascar siquiera un punto bonus (o sea, cero puntos en la tabla, como en 2017) y, lo más preocupante, una clara involución en prácticamente todos los aspectos del juego.

Apenas hubo un atisbo de reacción en la última parte de la derrota a manos de Australia en esta madrugada (32-17), en parte gracias a la frescura de los cambios y a los tries del debutante tucumano Thomas Gallo -y también a que los Wallabies bajaron el ritmo-, pero fue más o menos la misma crónica que se repitió a lo largo del torneo: Argentina insinuó con unos primeros minutos prometedores para luego caer en el desconcierto, las malas decisiones, la fragilidad en las formaciones fijas y una preocupante previsibilidad ofensiva.

El Rugby Championship 2021 fue desértico en materia de quiebres ofensivos, porque la pesadez en el relanzamiento del juego desde el punto de contacto le dio tiempo de sobra a las defensas rivales a reposicionarse. Y ese déficil colectivo no se suplió con arrestos individuales que sorprendieran, salvo algún caso aislado. Y si el ataque no funciona, ganar se vuelve una quimera. Más cuando ni siquiera se logra sumar desde lejos por la falta de pateadores efectivos. Con Nicolás Sánchez lesionado y Domingo Miotti condenado inexplicamente al banco, la H dejó de ser una fuente confiable de puntos.

Las formaciones fijas deberían estar en un primerísimo puesto en la larga lista de cosas a corregir que se llevó el staff técnico de cara a la ventana de noviembre y más allá. Mario Ledesma y su equipo siguen sin encontrarle el agujero al mate, y aunque ahora todos estén con las antorchas prendidas pidiendo la cabeza del head coach por esa falta de reacción y por algunas decisiones bastante polémicas, lo más seguro es que continúen por lo menos hasta el final de la gira por Europa. Allí, a diferencia de la ventana de julio, en la que Argentina ganó sin jugar bien, ya no bastará solo con ganar. Si el juego no da muestras de mejora, el ex hooker debería tener la humildad que algún día tuvo Daniel Hourcade para reconocer que la solución ya no está en sus manos, y dar un paso al costado. Y sino, será la UAR la que deberá decidir si lo sustituye o le da un nuevo voto de confianza. Por lo pronto, lo más inteligente sería ir pensando en un plan de contingencia. Para el Mundial 2023 va a quedar año y medio, tiempo relativamente corto para un seleccionado nacional. Más para uno que requiere tanto trabajo de recuperación como Los Pumas.

De todos modos, la cuestión del scrum excede por mucho la responsabilidad de Ledesma, quien conoce muy bien esa formación: es un problema de base. Mucho tiene que ver que, a raíz de algunos casos de lesiones cervicales graves, la UAR decidió implementar algunos cambios para reducir el impacto en el scrum, limitado el empuje a metro y medio y llevando a la formación, sobre todo en juveniles, a ser un simple reinicio del juego. Se ganó en seguridad, pero se perdió en potencia de empuje. Encontrar el equilibrio será el desafío para el rugby argentino, cuyo seleccionado hoy depende de dos experimentados del rugby europeo como Nahuel Tetaz Chaparro y Francisco Gómez Kodela para ser competitivo en el scrum.

Hay más cuestiones a considerar, como el alto número de lesiones o decisiones como llevar a un Joaquín Díaz Bonilla que hace rato no juega y ni se le dan chances en lugar de a un Tomás Albornoz con mayor proyección, pero sería demasiado extenso analizar las explicaciones posibles y hay cuestiones que sólo se conocen desde adentro.

Sin embargo, hay cosas que sí se pueden rescatar de este Championship. En primer lugar, la presentación de jugadores con mucho talento y proyección, que vienen a ampliar la base y darle aire fresco a un seleccionado que necesita de esa competencia interna. Lo peor que puede pasarle a un jugador es sentirse demasiado seguro de su puesto. Para celebrar los debuts de los tucumanos Gonzalo García, Mateo Carreras y Thomas Gallo, que llegaron a estar juntos en cancha en el cierre con Australia. Y destacar lo de este último: no deben ser muchos casos en la historia de pilares que debutan en un seleccionado mayor haciendo dos tries y ante un rival como Australia. Gigante lo de "Moneda".

Y otro aspecto a destacar es la actualidad de ciertos jugadores, como el capitán Julián Montoya (no estuvo tan preciso en los lanzamientos a la hilera, pero fue un león para tacklear, pescar pelotas), Gonzalo Bertranou (de los mejores tackleadores del torneo, aunque no sea esa su función principal) y Santiago Chocobares. Muy interesante también la aparición de Lucio Cinti para suplir la ausencia del concepcionense Matías Orlando en el centro de la cancha.

Se viene la ventana de noviembre, en la que Los Pumas jugarán contra Francia, Italia e Irlanda. Mucho tendrá que mejorar el seleccionado argentino hasta entonces.

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