Solito, San Martín se complicó la vida y el futuro

Solito, San Martín se complicó la vida y el futuro

El “Santo” no supo vencer a Riestra.

FOTO/MATÍAS NÁPOLI ESCALERO (ESPECIAL PARA LA GACETA) FOTO/MATÍAS NÁPOLI ESCALERO (ESPECIAL PARA LA GACETA)

Ni marcó goles, ni volvió al triunfo. Los dos objetivos que se trazó San Martín en la previa de su visita a Deportivo Riestra no fueron alcanzados.

Con el “Santo” sin precisión en los últimos metros ni inspiraciones que rompieran el cerrojo -salvo durante un breve pasaje del complemento-, el partido fue, en definitiva, la crónica de un resultado anunciado, el tercer cero a cero consecutivo del equipo de Pablo De Muner.

A la espera de la cosecha de hoy del líder Almirante Brown, ya no falta tanto para el cierre de la fase regular del torneo (siete fechas) y la ilusión de asaltar la cima parece cada vez más lejana. El empate propio y la victoria de Quilmes hicieron retroceder a San Martín al cuarto lugar de la Zona A.

El escenario cambió, pero el partido se pareció al del lunes pasado. De un lado se erigía, imponente, el Nuevo Gasómetro. Del otro, la conocida Villa 1-11-14. Todo bajo un tenue sol de primavera porteña, en su versión de siesta sabatina.

Sí, no se jugó en La Ciudadela, sino en el barrio de Villa Soldati. Pero como sucedió con Belgrano, tampoco esta vez el “Santo” supo descifrar el jeroglífico que le proponía un equipo que defiende con ocho y hasta nueve hombres por detrás de la línea del balón. Y para peor, en el estadio “Guillermo Laza” volvió a sufrir el mal de goles que lo viene aquejando.

Justamente, el festejo que no fue de Ariel Chaves, mano a mano ante el arquero del “Pirata”, pudo haber cambiado la historia entonces. Asimismo, el remate de “Tino” Costa que sacudió el palo izquierdo del arquero local hubiera desarticulado el destino de cero que suelen tener los desafíos planteados por un Riestra tacaño, muy modesto en sus aspiraciones.

Pero esa jugada preparada que no encontró red -Marcelo Estigarribia ensayó un reclamo para distraer a los rivales y “Tino” sacó el zurdazo- fue de lo poquito que generó la visita en un primer tiempo signado por una posesión otra vez infructuosa.

Claramente, a De Muner no le gustaba lo que veía. Se lo veía gesticular y expresar su fastidio a sus colaboradores. Sin embargo, esperó hasta más allá de la hora de juego para mover el banco.

Quizá fue lógico que mantuviera su apuesta inicial, porque el equipo volvió del entretiempo con mayor dinámica y resolución en los metros finales. Seguramente, el probable “lavado de cabeza” del entrenador en el vestuario había surtido efecto.

En los primeros 20 del complemento, mejoró su imagen. Porque Chaves se metió más en partido y los laterales subieron con mayor profundidad. Lucas Cano se movió mejor y Estigarribia empezó a entrar en contacto con la pelota.

Pero cuando finalmente pudo perforar el muro de camisetas negras, se encontró con el veterano arquero Matías Vega como figura.

Y cuando los cambios llegaron, las soluciones no aparecieron (empezando por los enésimos centros mal ejecutados por José Luis Sinisterra). Con el pitazo final, a los “Malevos de Pompeya” se los veía satisfechos con haberle puesto las cosas difíciles a su oponente. Y con el punto cosechado, claro.

El “Santo”, en contraposición, exhibía frustración. Había sido demasiado “buenito”. Con su falta de determinación (y de puntería) se complicó (un poco más) la vida.

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