Las viejas prácticas del público y una oportunidad para mejorar

Las viejas prácticas del público y una oportunidad para mejorar

Ahora que todas las actividades deportivas parecen haber entrado en un curso regular. Ahora que los meses de inactividad y de silencio en los escenarios deportivos van camino a ser una pesadilla de la que nos estamos despertando. Ahora que se está habilitando el retorno del público para volver a alentar al club querido, al deportista que pone todo de sí para llegar a su meta. Ahora que por fin podemos volver a ver cara a cara a los protagonistas de uno de los mejores entretenimientos que la humanidad tiene para salirse al menos por un rato de las rutinas, las responsabilidades, los problemas, las angustias. Ahora es cuando hay que poner lo mejor de nosotros para mostrar cuánto hemos aprendido en todos estos meses de estar guardados, de sentir temor, miedo y dolor.

Hay indicios de cosas fuera de lugar. Y no queremos que se repitan. No queremos el desborde irresponsable del público que se ubicó mal a la salida de un vado en el rally de Tafí Viejo, donde la tragedia rozó a todos. No queremos la vergüenza de los incidentes que las redes sociales se encargaron de difundir en ocasión del partido entre Estudiantes y Juventud Unida por el campeonato provincial de básquet. No queremos la desobediencia a las reglas que cada club dispone para la presencia de espectadores. No queremos esa máscara montada por el fútbol con los llamados “allegados” que estuvieron yendo a los partidos, poniendo en un papel insólito a los socios que se bancaron no ir a los estadios y aún así pagaron sus cuotas.

Nadie quiere que todo propenda al desorden. O que se saque lo peor de cada uno en ámbitos multitudinarios. A cambio, no parece difícil tener empatía con los demás y con lo que se organice en este regreso. Es una cuestión de actitud. De respeto. Suena a utopía, pero hay una oportunidad para ser mejores, después de tanta espera.

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