Claves para entender el lenguaje que usan los adolescentes

Claves para entender el lenguaje que usan los adolescentes

Las redes sociales, a través de los influencers, son el espacio de creación de nuevos términos que los jóvenes no dudan en incorporar, cada vez más frecuentemente. ¿Cuándo hay que preocuparse?

Claves para entender el lenguaje que usan los adolescentes
12 Septiembre 2021

“Se picó”, “¡qué cringe!”, “estaba re en una”. Al leer estos términos, todo es confusión. ¿Qué significan? ¿Qué me quiso decir? Son algunos de los interrogantes que resuenan en la mente cada vez que un adolescente habla con alguien que no es de su generación; quizás por timidez o desconcierto, no se puede replicar para seguir el hilo de la charla.

Esos y muchos otros vocablos son parte de la rutina de cualquiera que conviva con un centennial y sintetizan la conjunción explosiva entre su jerga y las redes sociales.

“Las redes cambiaron radicalmente la forma de relacionarnos con otras personas. Las nuevas generaciones fueron desarrollando un vocabulario híbrido, con palabras del inglés y originando conceptos para representar aquello que antes no tenía un nombre”, explica la analista en sistemas y dirigente del Colegio de Graduados en Ciencia y Tecnología Informática de Tucumán, Claudia Elizabeth Sández.

Para ilustrar mejor, enumera algunos ejemplos como la palabra cringe, que se utiliza para expresar desagrado o cuando se siente vergüenza ajena, de uno mismo o de alguna situación particular. Por ejemplo: “Qué cringe da la nueva temporada” o “Qué cringe me dio al verme bailar tan mal en un vídeo” (ver “Glosario”).

“Escuchar la palabra same también es muy recurrente. Significa ‘igual’ y se usa en las redes para indicar que a uno le pasa o siente lo mismo que a otra persona”, precisa.

Sández aclara que si hablamos de redes sociales, rápidamente podemos mencionar innumerables ventajas. A través de ellas podemos informarnos, tener un espacio de recreación o incluso conseguir un trabajo, pero también exigen que el internauta las utilice con criterio. En el caso de los adolescentes, esta tarea se debe agudizar. “¡Ojo!... Su uso también es un llamado de atención para los padres ya que los niños y jóvenes están expuestos a peligros virales. Esto quiere decir que lo que se difunde en ellas puede ser muy peligroso”, advierte.

Riesgos

Hay algunos términos que pueden ser una bandera roja y que requieran de nuestra atención para identificarlos y actuar ante un eventual riesgo. El primero que cita Sández es la palabra en inglés challenge, que refiere a un reto. “Su intención es desafiar a los demás con ciertas cosas, por lo cual se sugiere revisar los juegos entre amigos, ya que se esconden bajo una apariencia simple que pueden generar un riesgo enorme, llegando a un extremo que puede afectar la vida”, alerta.

También hay otra expresión a la cual se debe prestar atención: “send nudes” (enviar desnudos, en inglés) y refiere al pedido de mandar, a través de distintas plataformas, imágenes de índole sexual. Aunque el término está muy naturalizado entre los jóvenes y en la mayoría de los casos se lo utiliza en tono de juego, es importante proveer información sobre las distintas repercusiones que puede desencadenar el sexting -circulación de un contenido sexual a través de dispositivos móviles-.

Atentos a esta práctica habitual, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación junto a la Dirección Nacional de Datos Personales han elaborado el documento “Sexting: guía práctica para adultos”, que reza: “La adolescencia tiene una relación directa con el despertar y la curiosidad sexual. Por ende, la posibilidad de expresar deseos y fantasías sexuales mediante la tecnología es parte de la lógica histórica de los jóvenes. El cruce entre la circulación de las imágenes y la mayor participación de los usuarios de Internet puede conducir a algunos riesgos, problemas o situaciones a tener en cuenta”. Ejemplos de ello son la sextorsión, el grooming, la discriminación web, la exposición de información personal y el daño a la privacidad.

“Es importante estar atentos a estos tipo de expresiones o a las palabras mencionadas anteriormente a fin de cuidar la integridad física, emocional y psicológica de toda persona”, remarca Sández.

Por su parte, Nani Ghiotto, especialista en marketing digital, suma casos a la lista. “El bullying, que toda la vida se limitó a la escuela, hoy se lo hace on line. Podés crearte una cuenta y stalkear a quien quieras. Uno puede ser objeto de odio de su misma fama porque cuando das una opinión y la dejas escrita en una red social, también terminas siendo esclavo de esas palabras”, describe y alerta sobre las screenshots (captura de pantalla) de las que prácticamente no hay posibilidad de salvarse.

“Así hay muchos casos; entonces hay que tomar ciertas medidas de prevención para evitar malos momentos. Tenemos que formar para que las redes sean una herramienta favorable más y no un arma”, señala.

Pero… ¿de dónde salen todos esos términos? Ghiotto explica que existen principalmente tres canales que viralizan el contenido del que se habla en las redes: TikTok, que pegó muchísimo en la juventud y tiene una metodología de usabilidad adictiva, por la cual podés estar horas y horas viendo videos; Twitter, que tiene un termómetro diario donde se arman comunidades en las que se comparte y retuitea cosas; y WhatsApp como canal.

En una atmósfera dominada por el anonimato, es necesario discriminar entre la información que conviene compartir de la que no. “Hay que hacer un filtro mental porque esto también es una cuestión de seguridad. Con estos datos cualquiera puede saber desde qué actividades hacemos, en qué horarios o incluso en qué ubicación estamos; de repente pasan cosas que el adolescente no las habla. Así se empieza a formar una bola nieve de malestar que puede terminar muy mal siendo algo totalmente evitable”, alerta Ghiotto.

Si bien existen algunas opciones para reducir situaciones indeseadas como establecer en nuestras apps la verificación en dos pasos -sirve para evitar hackeos y se puede hacer con un correo electrónico- lo que siempre debe subyacer es el acompañamiento y la comunicación entre adultos y los jóvenes internautas.

“La mejor prevención es la comunicación. Los padres tienen que formarse en todo lo que es internet y redes sociales y hablar con los chicos para advertir las situaciones de peligro. A un adolescente no podés exigirle poner determinada foto de perfil o que su cuenta sea privada porque te va a decir sí y después lo va a cambiar. La prohibición no es la solución, entrás en una persecución que no se puede sostener en el tiempo”, considera.

Identidad

La psicóloga Alina Roldán indica: “en esta etapa se está construyendo la identidad, por eso es fundamental tener modelos a seguir y grupos de referencia. En este proceso, el lenguaje es el punto de comunicación con sus pares, porque al expresarse de una forma en particular, entiende que es parte de algo y le permite acceder a una cultura en especial”.

La psicoanalista Ana Schkolnik coincide en la importancia de que los adolescentes tengan su propia forma de comunicarse. Explica que su valor yace en la posibilidad de experimentar y asumir una diferencia. “En este caso, la otredad que está en juego es la de los adultos (sobre todo la de los padres); es decir, la adolescencia como un tiempo en donde se pone en juego la posibilidad de obtener algo distinto a lo dado”, desarrolla.

A través de ese lenguaje comparte con sus pares. “Es con ellos con quienes a su vez va armando un nuevo mundo y configurando el primer punto de encuentro con la diferencia respecto de la casa”, agrega.

A tener en cuenta

Aunque la mayoría del tiempo se esté perdido y no se sepa qué hacer ante la reticencia de los más chicos a explicar qué significa cada uno de los términos, es importante igualmente interiorizarse y saber de qué van.

“Un comentario o foto que se viralice puede desencadenar muchas situaciones, en casos más extremos, puede terminar en bullying, depresión o trastornos de alimentación. Hablamos de contenidos con los que ellos no están preparados para lidiar solos porque pueden hacer una interpretación que no es saludable”, señala la psicóloga clínica Stella Maris Valdez.

En estos casos, más allá de los esfuerzos por entablar el diálogo, la observación del comportamiento diario es clave. “Nos vamos a encontrar con cosas que no nos han contado o que solo han mencionado en parte, pero lo importante es que cuando las ‘descubramos’ se pueda plantear una charla desde la tranquilidad. Si voy de forma inquisitiva a pedir explicaciones va a ser mucho más complicado”, añade.

(Producción periodística: Guadalupe Pereyra)

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