Se debe defender la propiedad intelectual de la semilla

Se debe defender la propiedad intelectual de la semilla

Una simiente de calidad implica una condición sine qua non que debe cumplirse en el camino hacia una cosecha exitosa. Los productores pueden echar mano a esta mediante el acopio propio o por medio de la compra a las empresas que invierten en tecnología para mejorar la calidad del grano.

Para tener éxito en una campaña de granos es necesario que muchos factores se den adecuadamente, desde el momento mismo de la decisión de siembra: la elección del lote, de la especie a sembrar, el cultivar elegido, la realización de un buen barbecho, la acumulación adecuada de agua de lluvia en los perfiles de suelo, un análisis físico químico específico para el cultivo elegido, la puesta en condiciones de las maquinarias y muchos otros aspectos a cumplirse en el manejo mismo del cultivo.

Son muchas las condiciones que deben cumplirse para que el ciclo biológico de una planta exprese su potencial. Y los técnicos saben qué es lo que se debe hacer para que se cumpla el objetivo de lograr una buena cosecha.

Indican que para que los cultivos crezcan adecuadamente lo principal -aparte de buenas condiciones climáticas- resulta fundamental que se haya elegido una semilla que aporte todo su potencial y permita que el productor llegue a cosecha con los mejores resultados, siempre y cuando el clima ayude y las labores del productor hayan sido realizadas en tiempo y forma.

La semilla, en cualquier cultivo, es una parte fundamental y exclusivamente necesaria para que se realice cualquier actividad agrícola.

Sin semilla no existe posibilidad alguna de concretar una actividad agrícola. Y si aquella no es de calidad y no otorga al productor lo que realmente necesita se marcha indefectiblemente hacia el fracaso.

Se debe defender el derecho de propiedad intelectual de quienes producen avances en la tecnología de semillas, mediante un ataque al repudiable comercio ilegal.

La Ley N° 20.247 (de Semillas y Creaciones Fitogenéticas) legisla, como de orden público, el derecho del productor a usar variedades vegetales, con el fin de obtener semillas para su propia resiembra. Si el agricultor procesa y almacena en su explotación las semillas resembradas, no debe efectuar trámite alguno, según lo estipula esta norma nacional.

El uso propio es un derecho del productor. Le otorga la posibilidad de sembrar su propia semilla, sin necesidad de que compre en forma permanente a los propietarios de la creación fitogenética.

Pero la protección de la patente y de la propiedad intelectual es fundamental para seguir con la demanda de semillas que existe. Y el Estado debe regular este procedimiento para beneficio de todos, obtentores y usuarios de diferente escala.

Esto no es nuevo y los investigadores siempre opinan al respecto, con el argumento de que resulta imprescindible que se garantice la propiedad intelectual; es decir, el aseguramiento del reconocimiento a la creación de las variedades bajo la forma de regalías.

Usar semilla de calidad, con genética específica para cada condición agroecológica y de pureza varietal, permite que se comience una siembra con el pie derecho.

Solo se espera que los demás parámetros que acompañan a un cultivo se den normalmente para que se termine de lograr el éxito buscado.

Todos los actores vinculados a la producción saben que es necesario sembrar con semilla fiscalizada y legal, ya que de esa manera se cumple parte de un trabajo bien hecho.

En numerosas especies vegetales se estima que alrededor de un 30% de la semilla utilizada corresponde a semilla fiscalizada y legal. El porcentaje restante se divide entre bolsa ilegal y uso propio. El uso propio es una figura que se utiliza mucho en el país y le permite al productor utilizar la semilla de propia producción para la siguiente campaña.

Desde hace un tiempo se debate en el Congreso nacional la modificación de la Ley de Semillas, en lo que respecta a uso propio y a las regalías. Pero el tiempo pasa y las discusiones siguen sin que se logre alcanzar los resultados que el sector productivo merece.

El sector necesita de buenas semillas para seguir sembrando bien. Y para ello se debe entender que la propiedad intelectual es de vital importancia ya que, si no es respetada los obtentores salen del mercado y no permitirán que los productores tengan la oportunidad de acceder a nuevas tecnologías incorporadas a las semillas en numerosas especies.

Las investigaciones y las inversiones que se realizan para obtener la mejor semilla deben ser protegidas, para que en el futuro cercano se pueda disponer de la mejor semilla para lograr el éxito buscado, y que las empresas no se retiren del país y dejen a los productores sin la posibilidad de acceder a la mejor tecnología en semillas.

Sembrar semillas de calidad y sanidad es el primer paso para lograr producir más y mejores alimentos, que al ser exportados generan las divisas que el país necesita.

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