El desafío de educar en una barriada humilde sin apoyo del Estado

El desafío de educar en una barriada humilde sin apoyo del Estado

Las docentes del Colegio de la Divina Misericordia, en Yerba Buena, tuvieron que organizarse en cooperativa. Con rifas y bingos se ayudan económicamente para cumplir con su noble misión.

EN CLASE. Son 135 los chicos que se forman hasta sexto grado en El Colegio de la Divina Misericordia.  EN CLASE. Son 135 los chicos que se forman hasta sexto grado en El Colegio de la Divina Misericordia. LA GACETA / FOTOS DE ANALÍA JARAMILLO

Amor al prójimo. Conciencia social. Acciones que derrotan los discursos, las falsas promesas. Tenacidad. Lucha. Devoción por la profesión que se ha elegido. Vocación de servicio. Solidaridad. Mucho de eso se respira en el Colegio de la Divina Misericordia, cuyo corazón humilde late en el barrio Nicolás Avellaneda IV, de Yerba Buena, donde las calles de ripio alternan con las pavimentadas y las edificaciones desaliñadas le dan identidad a esa zona de gente trabajadora y de escasos recursos. Un rumor travieso de más de un centenar de changuitos recorre el recreo en el patio. Las docentes, agrupadas en una cooperativa educativa, trabajan a pulmón, sin apoyo estatal, asumiendo con dignidad el desafío diario de educar. “El colegio fue fundado por el padre Jorge Gandur en 2009, pero antes funcionaba como capilla, se hizo un comedor donde se daba de comer a más de 300 chicos que provenían de diferentes barrios de la zona, que es periférica. Se necesitaba un lugar de contención para ellos, venían chicos de los barrios Nicolás Avellaneda 1, 2, 3 y de acá, el 4. Es gente muy humilde, una zona vulnerable, adonde la situación económica está muy por debajo de otras clases. Los chicos reciben una contención, que es lo que más necesitan.”, cuenta Sandra Palacios, directora desde hace cinco años del establecimiento, pero que ya integraba el plantel de educadores desde el momento fundacional.

Madre de cuatro hijos, Sandra cuenta que cuando se inició el comedor, hubo un grupo de personas que colaboraban siempre. “Después pasó a ser una guardería. El padre Jorge pensó en un lugar donde las madres pudieran dejar a sus hijos para poder salir a trabajar; muchas tenían dos, tres, cuatro hijos y necesitaban trabajar para sobrevivir. Al comenzar con la capilla, el padre se da cuenta de que los chicos que venían a la catequesis no sabían leer ni escribir; él quería que aprendiera a leer y así nace el colegio. Y gracias a Dios, a la Virgen y a él, estamos en este lugar que en maravilloso”, dice con orgullo la docente.

- ¿Recibían aportes económicos en los comienzos?

- En un primer momento, el padre recibió la ayuda de una fundación, integrada por gente de la iglesia. Al fallecer él, nosotras quedamos a la deriva, con un cierre del Ministerio pedido por la fundación que nos dijo que no podía seguir solventando el colegio, a pesar que siempre nos hemos manejado con rifas, bingos para poder recaudar fondos, porque no tenemos subvención del Estado y lo seguimos haciendo. El Ministerio nos dice que la única manera para continuar en octubre de 2015 era formar una cooperativa educativa. Nos pusimos en esa tarea y en los primeros días de febrero de 2016, conseguimos la matrícula nacional y provincial. Somos una cooperativa educativa de 19 docentes. No dependemos de la iglesia, somos un colegio cooperativo, no recibimos ayuda de la parroquia y tampoco del Estado. Al ser los cooperativos un tercer sector, nos consideran como colegio privado. Los chicos están pagando una cuota de $2.000, tenemos 135 chicos, desde jardín de 3 años hasta sexto grado, este año va a salir la quinta promoción del colegio.

- ¿Cuál es nivel social de la gente en estas barriadas?

- La mayoría del Nicolás IV son empleadas domésticas, albañiles… viven el día, es una zona muy humilde y a pesar de eso nos apoyan a nosotros como institución, les damos contención, hay chicos que no tienen para pagar la cuota, pero los recibimos igual, vemos la manera de ayudar. Lo que sí recibimos es una ayuda de la fundación Donar que nos trae obsequios para el Día del Niño o insumos: resmas de papel, lapiceras... Seguimos haciendo rifas, pero no pudimos el año pasado por la pandemia, ahora, todos los sábados tenemos un ropero comunitario, recibimos donaciones de familias, amigos, que nos traen ropa, la acondicionamos y la vendemos a una módica suma y se beneficia también el vecino. Somos 19 docentes desde la chica que está en la portería hasta todas las maestras especiales. Tenemos una ayuda de la Municipalidad de Yerba Buena nos aporta 19 becas para que los chicos rindan el Trinity, el examen internacional de inglés; acá tienen un inglés intensivo, esos exámenes se pagan en dólares y al tener tan bajos recursos los padres para ellos es imposible, hemos conseguido que la Municipalidad nos beque estos 18 chicos.

- ¿Durante la pandemia, cómo han sobrellevado la virtualidad? ¿Tienen internet?

- No, algunos chicos tienen internet, pero en 2020 que ha sido un año tan atípico, los chicos no han dejado de tener un día las clases virtuales y el que no se podía conectar porque no tenía datos móviles, venía a buscar en el colegio; la parte administrativa trabajó todo el año pasado y desde el 1° de marzo estamos con la presencialidad completa, al no ser muchos, podemos hacerlo. Acá nos manejamos con la economía de cada docente que pone de su bolsillo para los datos y poder darles a los chicos... había alumnos que viven cerca y venían a buscar el material acá.

- ¿Hay alumnos con problemas que influyan en el aprendizaje?

- No. Tenemos chicos que están con acompañamiento, hacemos la inclusión de chicos con discapacidad y en el problema social, hay de todo como en todos lados: padres alcohólicos, que se drogan, mamás separadas, solteras, divorciadas…

- ¿Tienen chicos agresivos, a los que les cuesta adaptarse? ¿Cuentan con asistentes sociales, psicólogos del Estado que las ayuden a resolver los problemas?

- No, lo que sí tenemos son chicos con distintas discapacidades, nosotros hacemos las inclusiones. Pero si un alumno necesita algún tratamiento psicológico, lo único que podemos hacer es derivarlo al Caps, pero ahí no hay psicólogos, así tenemos que derivarlo a otra parte.

- ¿Cómo vive la docencia desde este lugar?

- Es luchar el día a día, tirar para adelante, por ahí nos sentimos muy contenidas entre nosotras, las docentes, nos ayudamos; vemos qué pasa cuando un alumno ya no viene, hay algunos que no tienen ropa para hacer educación física, no tienen el uniforme y lo buscamos en la ropería. Acá no desayunan pero en los últimos tiempos que hizo frío como no podíamos tener las aulas cerradas, les dábamos mate cocido y comprábamos tortillas, algunos papás mandaban azúcar, una cajita con yerba…

- ¿Cuáles son las necesidades más importantes de esta cooperativa educativa?

- Bueno, somos 17 colegios cooperativos en Tucumán, tuvimos una reunión con el vicegobernador Jaldo y nos prometió ayudarnos… la ley está, somos el tercer sector de la educación, pero el Estado no nos reconoce, tenemos que gozar de los mismos derechos, está la ley pero no la han reglamentado.

- ¿Los alumnos interactúan con los de otros colegios?

- Los que egresan acá de sexto grado… hay un convenio con la escuela municipal Abejitas, para que puedan ingresar al secundario. Hubo un tiempo en que no teníamos para cobrar y lo mismo veníamos, fue en 2011, seguíamos poniéndole el pecho a esta obra; el padre Gandur nos ha dejado esta misión y por algo nos ha elegido, y este lugar para nosotros es maravilloso. Hemos pintado el colegio, nuestras familias pidieron donaciones y compramos pintura, como cooperativa teníamos un fondo e hicimos bingos, los mobiliarios de todas las aulas son donados. Del Estado no tenemos ayuda.

- ¿Qué le diría al ministro de Educación?

- Que nos conozca, nunca ha venido, lo invitamos cuando cumplimos los 10 años del colegio. Si lo encontrara al señor ministro, le diría que viniera y conociera nuestra realidad como cooperativa, que vea cómo generamos nuestros fondos, cómo luchamos el día a día. Amamos nuestra profesión, por eso estamos acá sin recibir ningún beneficio, nos reconforta ver a nuestros egresados que nos digan en la calle: “seño, nos va rebién”. Hemos participado en la Feria de Ciencias institucional, pasamos a la provincial, los chicos han ganado en toda la zona de Yerba Buena y en la provincial hemos tenido mención especial. Estamos felices y contestas con el trabajo que tenemos. En el examen Trinity, hemos tenido, de los 16 chicos que rindieron el año pasado, tuvimos el mejor promedio como colegio, aprobaron todos y con mérito. Nosotras nos sentimos muy contentas con el desempeño de los chicos, así que este año vamos con más ganas.

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