Atahualpa Yupanqui: tras las huellas de un personaje universal y casi inabarcable

Atahualpa Yupanqui: tras las huellas de un personaje universal y casi inabarcable

El documentalista Federico Randazzo visita la provincia en busca de archivos y testimonios para el filme que estrenará el año próximo

EN LA GACETA. Federico Randazzo reivindica la importancia de vivenciar el lugar donde vivieron sus protagonistas. EN LA GACETA. Federico Randazzo reivindica la importancia de vivenciar el lugar donde vivieron sus protagonistas.

Desde el lejano día de su niñez en que conoció a Atahualpa Yupanqui en la casa de su abuelo, el documentalista Federico Randazzo no pudo olvidarlo. La figura de este personaje casi mítico se fue agigantando con el tiempo, al igual que la idea de reflejar su vida y su obra en una película.

El premiado realizador vino a Tucumán a consultar archivos -entre ellos el de LA GACETA- y a levantar algunos testimonios para concretar ese proyecto. Según comentó en diálogo con este diario, su intención es que sea un filme con mucho material de archivo. Para ello cuenta con grabaciones de Francia, España y Japón, además de la parte argentina.

“Hay mucho material, porque Atahualpa tuvo 60 o 70 años de vida pública. Eso lo convierte en casi inabarcable desde el lado del archivo, pero además se conservan materiales muy dispersos -explicó Randazzo-. En algunas colecciones personales, en otras públicas, en instituciones, en medios de comunicación, en teatros, en universidades. Él anduvo por todo el mundo y por muchos lugares, por eso la premisa mía era encontrar las huellas que dejó en todos los sitios donde estuvo. Tratamos de desandar el camino de él buscando esas huellas y apareció mucho material muy interesante, alguno más conocido que otros y unos cuantos directamente no difundidos. Estamos trabajando intensamente en la edición”.

- ¿Hay archivos desconocidos que son interesantes?

- Sí, porque es un personaje muy grande y complejo. Atravesó desde una infancia de inicios del siglo XX, en una Argentina todavía bastante rural, hasta ser un artista universal que vivió en París y murió consagrado en Europa. Hay materiales muy novedosos, por ejemplo de Japón. Allí grabamos con dos músicos que eran amigos personales de Atahualpa y que conservaban el material de las conferencias que dio allá, las fotos y también videos. Aparecieron muchos materiales porque la vida de Yupanqui ha quedado muy dispersa. No es una persona de cuya historia se haya encargado de reunir y preservar el Estado o alguna institución. Su material descansa en la memoria de los pueblos. Ahí es donde lo fuimos a buscar.

- ¿Cómo surge la inquietud de hacer este documental?

- A mí, Atahualpa me interesa hace muchos años como personaje. Yo lo conocí cuando era niño y su obra siempre me pareció una síntesis maravillosa de la americanidad. Hace unos ocho años empecé a digitalizar materiales de archivo que estaban dispersos, por ejemplo algunos conciertos, y desde entonces fue tomando forma. Conseguimos el apoyo del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), asociados ya con otras productoras, y después nos agarró la pandemia, que retrasó todo. Siento que la dimensión de Atahualpa es realmente la de una cosmovisión. Uno se podría pasar la vida investigando, reinterpretando y reflexionando sobre su obra, y sentir que siempre puede haber un poco más.

-¿Encontró material valioso en Tucumán?

- Sí. Nos recibieron muy bien en el archivo de la Escuela de Cine de la Universidad Nacional de Tucumán, donde se está haciendo un trabajo muy interesante de recuperación de material. Lo mismo en Canal 10, donde desde hace un año están haciendo encarando la preservación de sus materiales de un modo muy serio. Y ni qué hablar del archivo de LA GACETA, un fondo centenario. Visitar lugares como esos siempre nos hace encontrar temas nuevos y volver a hacernos también viejas preguntas sobre viejos temas, pero con nuevos materiales. Es muy importante vivenciar el lugar que habitaron los personajes sobre los que uno trabaja. En este caso, poder mirar a los ojos a la gente que lo conoció, disfrutar de los sabores, de los olores, de las calles, de la rugosidad histórica que tiene Tucumán, que es impactante realmente. Es uno de los corazones de la patria. Nuestros pueblos están plagados de historias que todavía no han sido contadas y que son muy interesantes, muy necesarias. Entender a Atahualpa es necesario para poder pensar en un país y en un continente mejor.

- ¿De qué modo lo conoció personalmente?

- Fue cuando yo tenía unos siete u ocho años, lo conocí en Coronel Dorrego (cerca de Bahía Blanca), que era el pueblo de toda mi familia, ahí vivían mis abuelos, y él fue a la Fiesta de la Llanura. Estuvo varios días y se pasaba las tardes tomando mate y comiendo facturas en la casa de mi abuelo, que era panadero. El primer día estábamos todos obnubilados con él, pero ya al tercer día se me ocurrió ponerme a jugar a la pelota al lado de don Atahualpa, pegué un grito un poco fuerte mientras él estaba conversando y me dio un reto. Eso inauguró, de algún modo, este proyecto de la película. Porque ahí hubo un gesto irreverente, juvenil, de mirarlo desde otro lugar. Con ese espíritu es que estamos revisitando su material.

- Tenía un carácter fuerte y una gran capacidad de ironía.

- Claro. En él se daba esa doble faceta. En muchos archivos lo encontramos riendo mucho en cámara, divirtiéndose, escuchando anécdotas, contando chistes, siempre un poco ácido e irónico, pero con mucho humor. Un hombre con una forma de vincularse muy especial. Un poco un sabio, un poco un brujo o un chamán, mucho de artista, un pensador. Un hombre universal, muy viajado, muy leído y con una forma de compartir su conocimiento muy del siglo XIX. Todo eso le sirvió para llevar nuestra música por todos los públicos del mundo. Es apasionante escuchar a un japonés que cuenta, sin saber una sola palabra de castellano, cómo se le caen las lágrimas cuando escucha a Atahualpa. En las décadas de 1950 y 1960, se convierte en el primer gran embajador de la música de Latinoamérica por todo el mundo y se logra comunicar con los públicos más diversos. Tenemos materiales, postales, fotos y programas con él en Marruecos, Israel, Japón, Dinamarca, Estados Unidos, en toda América Latina, en Bélgica, Hungría, Bulgaria, Francia, España, Italia... Fue un personaje de una dimensión universal. Aquí en Argentina no tenemos conciencia real del lugar en que Atahualpa puso a la cultura de nuestro pueblo.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios