Guillermo Rodríguez crea esculturas como un ritual

Guillermo Rodríguez crea esculturas como un ritual

El imaginero expone en una galería en CABA su nueva producción. Con el cardón policromado.

EN BUENOS AIRES. Algunas de las piezas y pinturas de “Cuando te nombro Norte”, montadas en la galería.   EN BUENOS AIRES. Algunas de las piezas y pinturas de “Cuando te nombro Norte”, montadas en la galería.

Virreinas. meninas y vírgenes se exponen en piezas que muestran y dan a ver sus formas externas, pero también. en algunos casos, internas.

El imaginero Guillermo Rodríguez inauguró este fin de semana su muestra “Cuando te nombro norte” en la galería Isabel Anchorena de Buenos Aires.

“Virreina” (un homenaje a Ezequiel Linares), “Menina popular”, “Selva madre”, “Mama Chaguar” y “Niña de laguna Blanca” son algunas de las 14 esculturas y tres pinturas que el artista presenta de su reciente producción. “No podemos escapar de esta realidad; obras y muestra se plantean en una situación extraña; empezamos a buscar a quién pedir”, responde Guillermo Rodríguez a una pregunta de este diario.

Es que sus esculturas deben mirarse y pensarse como un ritual.

Sus maderas policromadas son de cardón, una materia que tiene su propia historia y sus características. En sí, es una leyenda, tanto que en Cachi (Salta) existe una fiesta de la Quema del Cardón que lleva siglos. El cardón no es cualquier madera: cuando se seca mantiene una estructura fibrosa, con hendiduras; tiene una textura especial que aprovechan los expertos para sus construcciones.

Pero el artista también trabaja con el álamo, el cedro o el nogal: para producir imágenes arma y desarma, construye y deconstruye imágenes y figuras.

Las capas y vestidos de sus figuras, los tocados y sus tiesos rostros son barrocos por donde se los mire. Hasta llevan el color de las culturas precolombinas; rojos opacos, marrones, ocres y amarillos. Algún azul se destaca en esas maderas policromadas, mestizas por su propia naturaleza.

Proteger, guardar

Una y otra vez el artista recuerda que el origen de la escultura está en el ritual. “Mis esculturas generalmente hablan sobre el proteger, guardar, tipo escapulario de la naturaleza, de las cosas simples, de los sueños, de las ideas, de las cosas que tenemos los humanos que nos hacen humanos”, le cuenta a LA GACETA.

Pero no son solo las esculturas: desde las pinturas rupestres es que se consideran los dibujos, pinturas y objetos como integrando ceremonias, ritos, que son prácticas de mitos.

Ese ritual del que habla el artista es el valor cultual de la obra, el “aura” sobre la que tanto reflexionó el filósofo Walter Benjamin, un valor perdido en la época de la reproductibilidad técnica.

Respeto a la madera

El cuidado y la atención cuando trabaja en su taller se observa en el respeto con la madera: mucha concentración para seguir la línea y la veta, para no dañarla; ensambla una pieza con otra.

Formas simples, geométricas, rostros inexpresivos, verdaderas acciones para reclamar. Las imágenes sagradas y profanas están planteadas con ese declarado objetivo de pedir.

El imaginero, al igual que el desaparecido Víctor Hugo Quiroga y un puñado de otros artistas, a lo largo de los años ha mantenido una coherencia no solo con su estilo, sino con el concepto de su arte.

En los años 80 comenzó su producción y sus esculturas estaban marcadas como imaginero, que también supo crear sus ritos.

En el catálogo de “Cuando te nombro Norte”, Aymara Falcón escribe que el imaginero “mezcla sabiamente los hilos de la realidad y la leyenda”.

Sus obras han recorrido distintas geografías: Europa, Estados Unidos y América Latina participando en decenas de exposiciones individuales y ferias. Y se encuentran en colecciones de Alemania, Canadá, Italia, Japón, Suiza y Estados Unidos. Es que una parte de esos coleccionistas se han sentido atraído por estas obras que, contemporáneas, hablan con sus huellas del pasado precolombino.

Pero también informan de una posición que se mantiene de algunas culturas aborígenes.

Guillermo Rodríguez ha recorrido Bolivia, Perú y Brasil, y mantiene contactos con artistas de esas regiones. Las yungas han quedado delimitadas en sus paisajes y retratos.

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