En busca de un futuro mejor

En busca de un futuro mejor

Cuatro tucumanos hablan sobre el desafío de emigrar en familia, cuentan por qué lo hicieron, cuáles fueron las situaciones más difíciles y dan consejos sobre qué hacer a quienes desean irse al extranjero a buscar oportunidades.

10 Junio 2021

“2020 fue un ‘año maestro”, dice Matías Bachur, padre de Simón (10), Isabel (7) e India (1), que hace un mes, junto a su esposa, Elisa, se fueron a Santander, España, en busca de un futuro mejor para su familia. Ellos son un caso de los tantos tucumanos que apuestan a desarrollar su proyecto de vida en el extranjero. La inseguridad, la crisis económica y la falta de empleo son las razones más recurrentes entre los que deciden emigran o tienen pensado hacerlo.

Un informe de Reale Dallatorre Consultores, realizado para LA GACETA el año pasado reflejó que un 44% de los tucumanos emigraría a otro país si tuviesen la oportunidad. Entre enero y abril, el Colegio de Escribanos de Tucumán registró unas 2.000 certificaciones de títulos universitarios y de partidas de nacimiento, requisitos excluyentes para tramitar la residencia en el exterior.

Para afrontar un cambio de este calibre, la psicóloga Susana Bezdjian recomienda organizar un mapa de objetivos y metas a corto plazo y prepararse para el “duelo migratorio”. Por su parte, Alfredo Aydar, abogado especialista en trámites de extranjería, sugiere optar por la vía legal de residencia a través de distintos permisos o la ciudadanía.

Bachur, un empresario de 37 años, relata que, tras varias experiencias en España, empezó a considerar la posibilidad de dejar Tucumán. “El año pasado consideramos darle forma a aquella idea de mudarnos, para darles una mejor vida a los chicos”, cuenta. Agrega que si bien sus empresas iban bien, la inseguridad lo desanimaba, ya que sus hijos no podían salir a andar en bici o disfrutar con sus amigos en una plaza..

Sueña con volver

Después de haber vivido en Palma de Mallorca, España, Natalia Galiano, casada y madre de tres niños, se arrepiente de haber regresado y sueña con volver a radicarse en el exterior. Los problemas económicos, el manejo de la pandemia y la inseguridad son sus principales razones. “Me arrepiento de esa decisión (el regreso). Creo que tendría que haber aguantado un poco. Lo que se vive acá por la economía, el coronavirus y, principalmente, la inseguridad –que hemos sufrido mucho-, nos despierta muchas ganas de volver”, admite, y asegura que está dispuesta a hacer los sacrificios necesarios para que sus hijos accedan a un futuro mejor.

Constanza Pellegri tiene 30 años y hace tres se asentó, con su pareja, Jorge, de forma permanente en Benidorm, Alicante, España, donde había vivido durante su adolescencia. “Todos los años volvía a Argentina a visitar a mi familia, en esos viajes conocí a mi novio. Finalmente, a los 23 decidí radicarme en Tucumán, que tiene gente muy linda con una manera de vivir muy particular, que me atraía mucho”, explica.

Cuenta que el factor que la hizo reevaluar la posibilidad de regresar a España fue la inseguridad. “Entraron a robar a la casa de mi papá y le apuntaron en la cabeza a mi hermanita de seis años. Eso me shockeó, pensé: ‘cuando tenga un hijo no quiero pasar por esta situación’. Además, me prometí que si volvía a pasar por otro hecho de inseguridad, sin dudarlo, me iría del país”. No pasó mucho tiempo hasta que ese día llegó. Estando sola, Constanza fue víctima de un robo “traumático”. Entonces entendió que quería volver a la tranquilidad y libertad que le daba España.

Mente abierta

Constanza considera que quien emigre debe hacerlo con la mente muy abierta y preparado para pasar momentos difíciles en soledad. Eventos como la Navidad, el Año Nuevo y los cumpleaños son complicados. En contraposición, rescata los beneficios que logró por haberse mudado: “abrís tu cabeza, te relacionas con gente de todo el mundo, se vive bien. Es importante entender que hay otra manera de vivir”.

La joven recomienda a quienes decidan emigrar resolver tres elementos básicos: papeles en regla, profesión y saber inglés. Llegar al destino con un permiso de residencia o con ciudadanía ya tramitada facilita todo, además, la habilidad de desenvolverse en inglés y contar con un título -homologado o con posibilidad de hacerlo-, es un plus.

Constanza sugiere considerar in extenso la situación particular y planificar: “La gente tiene que entender que esto no es de un día para el otro, ni tampoco venir a ‘tirarse un lance’. No lo aconsejo porque sin papeles no tenés derecho a nada (vivienda, salud, trabajo, etcétera) y eso es un futuro de fracaso, te frustrás porque no podés hacer nada y terminás volviendo”.

Respecto de las alternativas laborales, señala que hay que estar preparado para trabajar de lo que sea. “Es importante entender que acá, trabajés de lo que sea, podés vivir bien”, advierte. “Yo me recibí de Recursos Humanos y aquí trabajé de todo menos de mi profesión, por eso hay que venir con la mente bien abierta. También tienen que saber que se trabaja mucho”, remarca.

“Acá sabemos todos los meses cuánto vamos a gastar en impuestos, servicios y comida y las proyecciones siempre se cumplen. No es como allá (en Tucumán) que estás con la tensión constante de sentir que no vas a llegar a fin de mes porque las cosas aumentan y encima no sabés cuándo ni cuánto”, subraya.

Falta de trabajo

María Eugenia Zuco Jaramillo es una tucumana más que apostó por un proyecto familiar lejos del Jardín de la República. Hasta 2005 nunca había vivido fuera del país, pero ese año Argentina la “empujó” a irse porque no hallaba estabilidad laboral ni seguridad para su futuro ni el de sus hijos. “Hoy no me arrepiento de haberlo hecho”, afirma.

María Eugenia tiene 49 años y es madre de dos jóvenes, Florencia y Maximiliano. Recuerda que tres situaciones particulares pusieron en su cabeza la idea de emigrar: la falta de trabajo, la muerte de su abuela y la percepción de no poder realizarse en el país. “Un pariente me llamó desde España y me animó a ir. A mí se me acababa el trabajo y buscaba insistentemente, pero no conseguía nada. Así que terminé el trámite de los papeles y alcé vuelo”, relata.

Explica que el primer viaje lo hizo sola y que, desde España avanzó con los trámites para llevar a sus hijos también. La reunificación familiar se concretó un año después.

Agrega que después de pasar por una mala experiencia en su primer destino, la ciudad española Monzón, una familia argentina le tendió una mano, así fue como cambió de rumbo y finalmente se estableció en Murcia. “Hoy en día disfruto de mis hijos y nietos, y de la tranquilidad que me da mi negocio de publicidad. Todo, todo, lo que he vivido mereció la pena para hoy estar donde estoy. Amo a mi familia y amigos, pero no me veo volviendo a Tucumán”, concluye.

(Producción periodística: Guadalupe Pereyra)

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