“En la vida, soy muy callado; en el arte, doy gritos”

“En la vida, soy muy callado; en el arte, doy gritos”

Nacido en Los Ralos en 1972, el artista plástico y publicista tucumano comenzó a exponer luego de superar un bloqueo existencialista.

EN PROCESO. Mario Albarracín frente a una de sus obras, donde la pasión de una pareja es protagónica. FOTOS DE ATILIO orellana y MARIO ALBARRACÍN EN PROCESO. Mario Albarracín frente a una de sus obras, donde la pasión de una pareja es protagónica. FOTOS DE ATILIO orellana y MARIO ALBARRACÍN

Un tango explota en el aire. Tironean. Ella se va. Estelas de flores rojas siluetean su abandono. Él trata de retenerla. La mano busca su cuore tal vez con resignación. La sombra lo jala hacia atrás sin demasiada convicción. Un bandoneón ejercita quizás un desencanto. Un rumor de frases mordidas desata el pudor: “angustia de saber, muertas ya la ilusión y la fe… Fue tan distinto nuestro amor…” El desencuentro se escapa del pincel e invade el corazón del caballete. “Yo nací en las puertas del ingenio cerrado de Los Ralos, en un barrio de trabajadores con calles de tierra, que fueron mis primeros espacios de juego e imaginación. Dibujé desde que tengo memoria. Mi padre era lector de comics y siempre llegaban con nuestro gacetero en una bicicleta con canasto de mimbre que dejaba escapar un aroma a tinta que nunca me voy a olvidar cuando me estiraba en puntas de pie para alcanzar los diarios y revistas. El primer libro grande que leí fue Moby Dick a los ocho años. Me críe entre Nippur y el Aurelio Salas del diario del domingo como imágenes que se grabaron en mi memoria”, cuenta Mario Albarracín, artista plástico, publicista, diseñador gráfico, nacido el 18 de mayo de 1972. Ha participado de exposiciones colectivas y realizado individuales en los últimos años.

- ¿Qué circunstancia te llevó a ingresar al Seminario? ¿Qué te dejó esa experiencia?

- Tenía 12 años cuando ingresé al Seminario Menor. En mi familia eran tiempos de vacas flacas y esa decisión nos aseguraba a mi hermano y a mí una educación mejor. Estábamos internos con niños de provincias de todo el norte, con educadores españoles de la orden de los Operarios. En tercer año, ya decidí cambiar y volver a mi casa, pero no me arrepiento de haber pasado por ese colegio que aún sigue siendo parte de mi educación y haber conocido a tantas personas que marcaron mi vida y lo que hoy soy. Terminé mi secundario en el Colegio Nacional, donde todo fue diferente, ya tenía que viajar todas las madrugadas para estudiar. También conocí educadores muy valiosos, como el profesor de física Liberti, que me devolvió un examen en el que yo había ilustrado todos los problemas con lapicera con una dedicatoria: “Si usted estudiara física como dibuja, sería un gran físico. ¿Vio los dibujos de Goya y Durero?” Muchos años después, cuando estuve frente a un Goya, lo recordé.

- ¿Cuándo comenzás a incursionar en el diseño gráfico y publicitario? ¿Mientras tanto qué sucedía con el dibujo y la pintura?

- El mismo día que terminé la secundaria conseguí trabajo. Fui a buscar un premio en LV12 por un concurso de logotipos que había ganado y me ofrecieron trabajo. El lunes siguiente, ya estaba trabajando. Hacía dibujos publicitarios mientras aprendía el oficio de comunicar. Trabajé con Letraset, tipografías pegadas con cera, con estilógrafos, fotografías con trama. Hasta que llegó la informatización y todo fue más rápido, lo que hoy enviamos por e-mail, antes lo enviábamos por avión en un cartón. Todo me sirvió para lo que hoy es mi trabajo artístico. Comprender el trabajo de imprenta, los procesos digitales de la impresión, el estudio previo para diseñar un afiche o una marca, tienen mucho del arte, todo lleva a un observador final. La pintura siempre estuvo en mí, como esperándome, era cuestión de tiempo.

 - ¿En qué momento descubrís que el arte podía ser uno de tus caminos? Tuviste un paso fugaz por la Facultad de Artes de la UNT, tu formación siguió siendo autodidacta…

- Desde mi niñez en la escuela José Ingenieros, de Los Ralos, todas las maestras de plástica le decían a mis padres que iba a ser “artista”, hasta la señorita Susy, que me puso NM (“Necesita Mejorar”) en tercer grado porque no había llevado los materiales. Eran caras las témperas en 1980. Cuando salí del secundario empecé la Licenciatura en Artes y al mismo tiempo trabajaba. Fue muy difícil sostener el ritmo y los costos viajando todos los días desde mi pueblo, así que me concentré en la publicidad y el diseño gráfico. Si bien soy un autodidacta en todo, defiendo la educación con el alma. Es un valor intangible que toda persona debe acceder y valorar para crecer.

- ¿Qué maestros te mostraron un rumbo?

- Entre los que siempre admiré se encuentran Aurelio Salas, Linares, Spilimbergo, Donato Grima, Carlos Alonso; todos por su perfil de dibujantes y pintura expresiva. Yo amo los libros. Desde el Seminario ya me sentí atraído por las bibliotecas, por los libros de arte y por la historia universal a la que todo arte está atado.

ENSUEÑO.- “El tango es pintura cantada”, afirma el artista, que le dedicó al género su última exposición. ENSUEÑO.- “El tango es pintura cantada”, afirma el artista, que le dedicó al género su última exposición.

- ¿Cuáles son los temas de tu obra? ¿Cuál es la presencia de la música? ¿De qué te habla el tango? ¿Sos un observador de la realidad? ¿Qué te atrae del arte digital?

- Mi obra es lo que llevo adentro. Historias, lugares, momentos, música. Creo que la pintura y el dibujo son el resultado de todo lo que viví, lo que leí y lo que escuché. En mi vida soy muy callado; en el arte doy gritos y ecos. Últimamente, decidí dejar de firmar mis dibujos, que hablen por ellos mismos. Con la música mi relación es especial. Fui bailarín de folclore en mi niñez y lo sigo siendo, tengo un amor declarado por la zamba y he pintado la danza como he podido. Conozco muchos músicos tucumanos y he colaborado en lo que pude con algunos. Con el tango siempre tuve esa necesidad de pintarlo y eso hice con mi última muestra. El tango es pintura cantada. Soy un observador de la realidad y trato de leer entre líneas todo lo que nos dicen que tenemos que creer, todo lo que tenemos que entender. Mi postura ante todos los problemas sociales que vivimos es tener esperanza. Me resisto a pensar que la mayoría es mala, tramposa, egoísta, ambiciosa. Creo que los que sueñan con un mundo solidario, los que ayudan, los que dan, los que trabajan día a día, son más; algún día encontraremos la fórmula de la felicidad en lo simple, en lo espiritual y no en lo material. El arte digital es una expresión más, con la enorme posibilidad de tener muchas herramientas a tu alcance. Pero a la hora de elegir, me quedo con el papel y el lápiz, en la belleza del primer trazo, en ese impulso creativo que se revela en un instante.

- ¿Por qué demoraste en salir del cascarón? ¿Hacia dónde va tu búsqueda?

- Expuse mi primera obra en un museo en 2004. Fue en el Salón de los 90° años de la UNT con un dibujo digital. Siempre tuve el freno de mostrar por no haber estudiado nunca. Pero cuando al fin superé ese autobloqueo existencialista, el arte pasó a ser una parte importante de mi vida y la de mi familia. Hice varias muestras y participé en muchos salones. Mi búsqueda es poder transmitir en una obra la poesía de lo simple, la belleza de un hecho estético escondido. Me emociona dibujar y pintar, y mucha gente parece sentir esa emoción en mis obras. Como decía el Diego (Maradona): “mi madre piensa que soy el mejor” y con eso me alcanza.

- ¿Qué lugar ocupan en tu corazón Los Ralos y los decanos?

- Los Ralos es mi origen, mi pueblo. Allí está la casa de mis padres, mi familia, mis recuerdos de la niñez. Mi madre. La casa de mi abuelo entre los cañaverales. Mi padre y sus historias del fútbol tucumano. Los amigos. Mi escuela. Decano soy desde la cuna y eso se lo debo a mi padre que siempre me llevó al Monumental. He vivido momentos inolvidables con Atlético Tucumán, tristes y felices. El fútbol es como la vida misma, es pura fe y esperanza. Hay jueces que fallan para los poderosos, pero siempre existe ese sueño de ir por más, por lo imposible.

- ¿El artista debe comprometerse con su tiempo?

- El artista tiene la misión de conmover, de mostrar que todos llevamos algo muy adentro que puede salir en forma de poesía, de pintura o de música. Tiene la obligación de interpretar el momento histórico que le ha tocado vivir y dejar su huella en el pequeño universo que habita. Vivir buscando la utopía, para que sus huellas sirvan para los que vendrán detrás y heredarán sus pasos.

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