In memoriam: Miguel Brascó, un bon vivant, amigo del humor, el vino y el amor

In memoriam: Miguel Brascó, un bon vivant, amigo del humor, el vino y el amor

Catador, gourmet, el periodista y escritor que murió en 2014, fue un personaje popular entre los seguidores de Baco y de la gastronomía exquisita.

INCANSABLE. En los años 70 y 80 Miguel Brascó dirigió las revistas Diners y Cuisine & Vins.  INCANSABLE. En los años 70 y 80 Miguel Brascó dirigió las revistas Diners y Cuisine & Vins.

Asombro. Bondad. Picardía. En la mirada titila un antepasado devoto servidor de Baco. Tal vez el gourmet preferido de María Estuardo. Un soneto inconcluso resbalando en una copa. Una historia que se viste de cuento o novela. El traqueteo de una Olivetti periodística. Un campeador de Cupido. Los repulgues de una zamba para una tucumana. Un traductor de los placeres. Las acrobacias en el paladar de un bienbec enduendado… Y aunque nació en Sastre, provincia de Santa Fe, el 14 de septiembre de 1926, y vivió hasta los 12 años en el patagónico Puerto Santa Cruz, y luego en Buenos Aires, su vida circuló por varias geografías del espíritu.

Se gradúa de abogado en la Universidad del Litoral y luego, bajo la tutela de Carlos Bousoño y Vicente Aleixandre, hace un posgrado de derecho en Universidad Central de Madrid. En Holanda, es operario en una fábrica de cigarros. La nocturnidad porteña le regala la bohemia y la poesía. La amistad de Rodolfo Walsh y Julio Cortázar se cruza en su camino. Con Quino y Landrú, compañeros de ruta, conjuga los verbos del humor. Trabaja en “Tía Vicenta”, “Cuatro patas”, “Leoplán”. Un viajecito por Bolivia y Perú con su comprovinciano Ariel Ramírez, le descubre algo de las entrañas latinoamericanas.

Fuerte o débil

“El humor siempre es parte de un sobreentendido cultural, de un contexto. No hay pueblo en el mundo que no tenga sentido del humor, pero cada uno asume características peculiares. El humor político solo es posible cuando hay un gobierno fuerte o uno muy débil. Los peligrosos son los intermedios. El demasiado fuerte no se preocupa por la erosión que le puede provocar un humorista y los muy liberales lo aceptan como parte de lo inevitable de las reglas del juego, como fue el caso de Illia: su erosión se debió probablemente a respetar a ultranza por la libertad de prensa. Siempre se dice que fue Lino Palacio el que lo volteó con la parábola de la tortuga”, dice.

La radio, el jazz, el teatro, conocen sus talentos. En los ‘70 y los ‘80, dirige las revistas Diners y Cuisine & Vins. Su fama de catador humorista lo trae de visita cada tanto a Tucumán. “No hay ningún humorista que no tome vino, salvo Quino, que por su enfermedad, debe hacer una dieta rigurosa. Imagínese cómo debe sufrir, es de San Rafael, Mendoza… me dedico al dibujo y al humor, pero en realidad soy escritor”, me dice en junio de 1985, antes de disertar sobre “El fascinante mundo del champagne”, en el Grand Hotel.

No se habla, se toma

Desenfadado. Controvertido. Provocativo. Divertido. Los adictos de Baco no tardan en adoptarlo. “Para tomar vino no hay que saber nada. No hay que dejarse impresionar por lo que dice la gente acerca del vino, nadie sabe nada. El vino no se habla, el vino se toma. Es un elemento de la mesa, no para degustar. El vino en la comida mejora el placer de comer. Hay que probar varios vinos, para irse formando una experiencia. Elija uno y pruebe todas sus versiones para comparar. No hay vinos, hay botellas. No hay botellas, hay copas. No hay copas, hay situaciones. No hay situaciones... hay compañías… el vino no emborracha en la medida que se lo tome como corresponde. El buen bebedor nunca se vuelve mamerto. El secreto pasa por la combinación entre lo que se toma y lo que se come, entonces el disfrute gastronómico se torna perfecto”, afirma.

Diploma al Mérito Konex en el rubro Literatura de humor (1984), Premio al Periodismo Gastronómico de la Fundación Gastronómica Argentina (2009), publica Quejido Huacho; Criaturas Triviales; Tránsito; Otros Poemas e Irene; Pasarla Bien, y El Mecanismo del Mundo. “El tipo que se aburre cuando escribe, aburre al que lo lee”, asevera.

Como su querido Vinicius de Moraes, el amor es otro de sus amigos más fieles, tanto que se casa seis veces y tiene tres hijos. “Soy un periodista especializado en el escabio y en el morfi, amante del jazz y el tango, del guiso y el osobuco”, se define.

2014, abril 16. Un ACV le hace una inesperada zancadilla a su buen humor. Ese sábado 10 de mayo, los 87 años del bon vivant trastabillan bajo la lluvia y la oscuridad les abre la puerta. “El mejor vino es el que más le gusta a uno. El vino te levanta la vida”, balbucea. Dicen que por las noches la copa de Miguel Brascó salpica con un cabernet a las estrellas.

Comentarios