Aviso de jaque
Aviso de jaque

En política las declaraciones sirven para impresionar; más valor tienen siempre los hechos: mejor que decir es hacer, reza un apotegma del peronismo. Ejemplos: no decir yo conduzco el PJ, sino llevar del brazo a la consejera número 11 para tener mayoría propia; o sacar sorpresivamente de las opciones para Defensor del Pueblo a Juri Debo; o desplazar de cargos nacionales o locales a simpatizantes jaldistas; o imponer una mayoría propia en la comisión de Juicio Político. Huelgan las palabras detrás de cada una de estas maniobras, importa más el acontecimiento, el mensaje político que conlleva; la acción prevaleciendo por sobre el discurso. Vale también para la oposición. Ejemplos: intendentes radicales aliándose con Bussi, o Alfaro no incorporándose a Juntos por el Cambio. Detrás de cada gesto subsiste una intención; la conducta por sobre la palabra. Sin embargo, hoy los dichos de la dirigencia política son más que los hechos, en la búsqueda de instalar relatos.

En medio de este clima se resolvió la postergación de las PASO, circunstancia que puede provocar nuevos sucesos políticos. Es que las primarias pueden servir para dirimir conflictos internos o bien facilitar la dispersión de la oferta electoral, tanto de oficialistas como de opositores. Y porqué no: generar alianzas sorpresivas a la luz de las divisiones en ambas veredas. El aplazamiento de las primarias hasta el 12 de septiembre concede más tiempo a la dirigencia para diseñar alternativas electorales que se ajusten a las ambiciones individuales de largo plazo, porque la mayoría ya mira el 2023. Estos comicios intermedios dirán quién es quién y qué lugar ocupan los principales protagonistas en el escenario político tucumano de cara a ese año a partir de los votos que consigan: representatividad que le llaman. Las urnas siempre les dan un baño de realidad a la dirigencia. La ciudadanía los ubica en sus lugares.

Entonces, ¿saldrá Jaldo con lista propia de candidatos por fuera del PJ? Aunque haya dicho que no se marginará del partido, el tranqueño debería estar sopesando la posibilidad por dos razones: 1- el manzurismo no le dará cabida en la lista oficialista; 2- tiene que demostrar que el jaldismo existe como expresión política en el justicialismo y como alternativa de recambio. El vicegobernador soporta una encerrona; entrampado entre que Manzur quiere ponerle a toda costa el traje de opositor y sacarlo de la ecuación oficialista y entre la obligación de mostrar a cuánto llega su ascendencia política, si es la suficiente como para aspirar a la gobernación dentro de dos años.

Si desde el manzurismo lo pintan de opositor, lo tratan como una mancha venenosa y tácitamente han decretado su expulsión del espacio, a Jaldo le quedarían dos salidas: 1- jugar al quedo y observar cómo le va a la lista de Manzur en los comicios; 2- ser candidato testimonial a diputado nacional, algo que ya supo hacer en 2017, cuando lo hizo para unir a los peronistas.

Podría salir, vaya por caso, por el cristinismo, aliándose a los kirchneristas que reniegan del gobernador arguyendo que le dará un diputado a Máximo. Todos los días recorre el territorio, cual si fuera candidato. Especulación o no, en función de la crisis del oficialismo, las PASO constituyen una oportunidad para que los principales actores de la disputa diriman el conflicto interno del PJ a fuerza de votos. Manzur tampoco puede desaprovechar las primarias en el marco de su propósito de acorralar al vicegobernador y de cercarlo en el Poder Legislativo. Aunque allí Jaldo le demostrara que, aunque limitado, sabe jugar y provocar hechos políticos: aprovechó el “descuido” de los legisladores manzuristas al ausentarse de la última sesión para armar una conducción afín y reordenar comisiones, lo que expuso no sólo la astucia propia sino también la ingenuidad de sus adversarios oficialistas.

El tranqueño avisó así que está dispuesto a todo, que tiene poder de daño y que no teme ejercerlo; movió sus fichas y adelantó cómo le haría un posible jaque al rey: con sus ocho votos en la comisión de juicio político. Amenaza o advertencia. Le toca a Manzur hacer su jugada y mover sus alfiles. ¿Será tan intimidatoria como la del vicegobernador? ¿Reaccionará políticamente con la misma agresividad política? Ambos están en un toma y daca.

Por el momento, el gobernador se recostó en el respaldo de la dirigencia peronista con cargos institucionales: 92 comisionados rurales, 13 intendentes, 14 legisladores y tres diputados nacionales; se apoyó en la gestión provincial y en el aval que le bajan desde el poder central a través de la visita de funcionarios nacionales. Todos albertistas. La  intención de Manzur es clara: mostrar que el peronismo tucumano está encolumnado detrás de su figura, que hay un único conductor. Es su objetivo.

Tendrá ocasión de demostrarlo en las elecciones: su desafío será obtener al menos los 500.000 votos que viene consiguiendo el PJ en las últimas elecciones en la provincia. Para salir bien parado y no dejar dudas sobre que el bastón de mariscal le pertenece, no debe perder y, además, obtener dos diputados y dos senadores. Si no obtiene las dos senadurías, Cristina seguramente se lo va a cobrar.

Para la oposición, la votación de medio término también puede convertirse en una suerte de ordenador interno de cara al 23. Algunos allí están convencidos de que se acomodarán intereses. Es lo que pretenden algunos referentes de Juntos por el Cambio, en especial los radicales. El viernes, después de un par de años, se reunieron los principales dirigentes de este arco opositor, aunque más que sentar bases de unidad dejaron expuestas las diferencias que pueden hacer naufragar la intención de reeditar la experiencia de 2015 o de 2019. Hay desconfianzas, las que fueron puestas sobre la mesa. Pero también sobrevuelan sospechas y dudas.

Fue sorpresiva notificación de Alfaro de que no pertenece a Juntos por el Cambio y su decisión de rechazar integrarse a la mesa local de JxC -tampoco firmó el documento que salió del encuentro-, no así las distintas miradas internas expuestas respecto de la posible incorporación de Fuerza Republicana en ese polo opositor.

Alfaro, Domingo Amaya y Cristian Arias (Democracia Cristiana) rechazaron enfáticamente en el plenario la participación de Ricardo Bussi -si viene, me voy, casi dijeron a coro-, lo que pone en riesgo la concreción de ese posible frente amplio, a no ser que a los dirigentes radicales -socios mayoritarios en el espacio- les interese más FR que aquellos tres dirigentes y sus respectivas estructuras partidarias, por mínimas que sean. Si bien Argañaraz, interventor de la UCR, no se pronunció al respecto, se conoce su postura ideológica en contra de Bussi. Campero, en cambio, aludió a los 130.000 votos que obtuvo el ex candidato a gobernador por FR para justificar la presencia del bussismo en Juntos por el Cambio.

El intendente de Yerba Buena sueña con ganar y no quiere desperdiciar ese volumen de sufragios de Bussi que estima se sumarán al espacio. Lo dejó bien en claro cuando le tocó hablar.

¿Por qué el intendente capitalino decidió no sumarse a la mesa? En el “factor Bussi” estaría parte de la respuesta. Cuando Alfaro deslizó que no integra JxC y que intentará ser un aliado lo hizo para no quedar entrampado en la interna radical en torno del referente de Fuerza Republicana. Que en la UCR resuelvan primero qué harán con Bussi y luego vería si se incorpora. La impresión es que Alfaro duda de las verdaderas intenciones de los correligionarios y que no quiere verse acotado por JxC.

¿Qué sospecha Alfaro? Lo habría señalado en la reunión: que se afirme que es parte de la mesa y que luego se le permita a Bussi participar de la interna abierta y que él, si decide retirarse luego, sea tachado de traidor o de funcional al oficialismo. O sea, primero resuelvan este conflicto y después verá qué hacer. De cualquier manera, integrantes del espacio no vieron muy convencido al jefe capitalino de participar. Especula, dijo un asistente. Sandra Manzone (Coalición Cívica) lo cuestionó por las declaraciones del día anterior a LG Play, donde el intendente lanzó duros cuestionamientos a sus pares de la oposición: “¿conformar una mesa para qué? Tenemos que juntarnos, pero no para armar listas sino para ver qué proponemos para Tucumán”.

Por cierto, la conformación de esta mesa local de Juntos por el Cambio es una exigencia de la dirigencia nacional de la oposición; en ese aspecto Macri, Larreta, Bullrich o Negri pueden estar satisfechos de lo ocurrido el viernes. Está la mesa, aunque incompleta. Que Campero y Sánchez hayan aceptado estar fue tomado como un hecho auspicioso.

El intendente Campero está convencido sobre la necesidad de contar con el republicano en el espacio, y lo explicitó en la reunión. El yerbabuenense efectuó una encendida defensa de Bussi y de FR cuando se le pidió a él y a su par de Concepción que expliquen sus objetivos - “explicá vos”, le habría dicho Sánchez a su socio-: que FR es un partido nacido en la democracia -apuntó-, que el hijo nada tiene que ver con el padre, que Antonio Bussi es el único que le ganó al peronismo con el voto popular. Yo quiero ganar, y si hay problemas, vamos a una interna dentro de Juntos por el Cambio; habría sugerido. En esa línea por llegar a como dé lugar para conquistar al poder hubo quien deslizó que si es necesario aliarse al cartonero Báez para imponerse en el 23, lo haría sin dudar.

En el radicalismo hay quienes entienden que esta elección intermedia puede acomodar e instalar mejor a la oposición de cara al 23 para conformar un gran frente electoral; suponen que no les vendría mal que haya dos o tres expresiones opositoras compitiendo en la interna abierta o bien por fuera de esas primarias. Se vería cómo sale parada cada una. Observan a las PASO como un ordenador de ambiciones, de intereses y de estrategias en el espacio opositor. Para los correligionarios el concepto clave es “amplitud”, para sumar a los que quieran incorporarse y agrandar la mesa de Juntos por el Cambio. Sueñan con 400.000 votos de piso. Y si Jaldo quiere sumarse, que venga; habría dicho uno de los participantes. Cuantos más, mejor. Minutos después de esa primera reunión de los antiguos socios de Cambiemos, almorzaron juntos Cano, Elías de Pérez, Campero y Sánchez. Y próximamente se encontrarían los cuatro intendentes opositores: Alfaro, Campero, Sánchez y Salazar (Bella Vista).

Las PASO no sólo definirán candidatos; sino que también dirimirán las internas de cada espacio político. Políticamente dirán quién es quién,  quién ganó, quién perdió; quién sigue y quién se va.

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