¡Esto -también- es Atlético!

¡Esto -también- es Atlético!

El “Decano” venía de una derrota que expuso todos sus defectos; ante Independiente se dio lo contrario: el triunfo en Avellaneda mostró varias de sus virtudes con mayoría de juveniles. El gol.

“¡Esto es Independiente, eh!”, gritó con furia un allegado del “Rojo” desde la platea, apenas Fernando Espinoza pitó el final a la hora de la sobremesa dominical en Avellaneda. El “Decano” acababa de tornarse una comida indigesta para las pretensiones de clasificación del equipo de Julio Falcioni, tanto que un hincha imaginario podría haberle respondido desde Tucumán con otro alarido, en este caso de orgullo: “¡Esto es Atlético, eh!”

El coqueto estadio “Libertadores de América” fue escenario de una de las dos mejores prestaciones del conjunto de Omar De Felippe en la Copa de la Liga Profesional (la otra, la victoria sobre Vélez, dueño de la Zona B).

Este 1-0, esta quinta victoria en el historial sobre Independiente en Avellaneda, deja a Atlético con chances matemáticas de pelear por ingresar a cuartos hasta la última fecha. Y sobre todo fortalece la confianza de un equipo todavía en construcción, irregular pero con potencial.

Para De Felippe fue un “Feliz Domingo”, cual deseo de Silvio Soldán. Las buenas para él se materializaron en el homenaje recibido por devolver a Independiente a Primera en 2014, y en el muy buen desempeño de su equipo, con correlato en los tres puntos que ya están en Tucumán.

Ante un anfitrión fortalecido por sus últimos resultados en Copa Sudamericana -y con chances ciertas de prácticamente sellar su pasaporte a los playoffs en caso de vencer al “Decano”- los visitantes tuvieron la lucidez para neutralizar el fútbol del “Rojo”, generarse espacios propios en tres cuartos y merecer ese grito de gol que llegó cuando la primera etapa moría.

El cero se rompió con la participación de dos de las figuras: la habilitación del movedizo Ramiro Carrera y el cabezazo de pique al suelo del desequilibrante Leonardo Heredia. Con la complicidad del arquero uruguayo Sebastián Sosa, quien -como decían los antiguos relatores- salió a “cazar mariposas” por el área.

Afortunadamente, la red se movió pese a la ausencia del goleador Agustín Lotti, que sintió un dolor en el ciático en la previa y fue preservado. El 5-2-3 pagó dividendos a De Felippe: los tres centrales estuvieron firmes, y Agustín Lagos y Gabriel Risso Patrón taparon las bandas. Guillermo Acosta fue el amo y señor del medio campo.

A Independiente le costó entrar. Dirigido por el alterno Pedro Monzón, la apuesta por el doble “9” fracasó: Silvio Romero y Jonathan Romero no recibieron juego.

Como el travesaño le dijo no al 2-0 (cabezazo de Marcelo Ortiz), era previsible que el local se le viniera encima en busca del empate (que a la postre, con el triunfo de Unión, le hubiera permitido mantener el cuarto puesto). Hubo un amague de rebeldía, pero Cristian Lucchetti casi no tuvo revolcones.

Este Atlético de mediodía evitó los pecados de otras tardes y otras noches, cuando no pudo mantener ventajas que hoy lo tendrían en zona de clasificación: recordar los partidos ante Unión, Central Córdoba, Lanús, Huracán, Talleres… Esta vez, el “Decano” supo cuidar el resultado, se pareció al más rocoso de la época de Ricardo Zielinski.

Ahora le toca encontrar la regularidad. El choque con Defensa será una buena oportunidad para ratificar las virtudes exhibidas por el Atlético modelo 2021 bajo el sol de otoño de Avellaneda. Y si se da el milagro en otras canchas.

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