Territorio y contención, la otra pulseada

Territorio y contención, la otra pulseada

El escenario político se modificó hace un mes, y Manzur y Jaldo comenzaron a desplegar sus estrategias en este divorcio sin reconciliación.

Miguel Acevedo. Miguel Acevedo.

Pasó más de un mes desde la última vez que se vieron las caras el gobernador Juan Manzur y el vicegobernador Osvaldo Jaldo. Fue el lunes 1 de marzo en la Legislatura, en la apertura de sesiones ordinarias. Incluso se llegó a planificar un gran asado en la casa de los Assan unos días después. Pero en cuestión de horas todo cambió: la terna para la Defensoría del Pueblo fisuró la confianza del matrimonio político, que se divorció en malos términos con la consagración de Eduardo Cobos como ombudsman. Ese resultado 27 a 11 fue el detonante que transformó el escenario e inició -prematuramente- la carrera a 2023. Pasaron de socios a casi enemigos.

El cisma dio paso a otra pulseada: la partidaria. Ambos comenzaron a acercar hacia su lado del tablero las fichas desplegadas por la provincia, e incluso se quitaron algunas contadas como propias. Intendentes, legisladores, concejales y comisionados rurales se vistieron de manzuristas o jaldistas por convicción, por conveniencia, y hasta se habla de que hubo propuestas “sin margen para un no”. Tanto Manzur como Jaldo quieren saber con qué armas cuentan para cuando haya que negociar o medir fuerzas.

Apenas ocurrido el quiebre y para no mostrarse debilitado, el gobernador jugó sus cartas más fuertes: las de la Casa Rosada. Desfilaron por Tucumán funcionarios de la confianza del presidente Alberto Fernández mientras el vice era internado por covid-19. El mandatario aprovechó para sumergirse en el terreno que mejor le va a su ex socio: el interior. De la mano del ministro Miguel Acevedo rechazó las medias tintas, agrandó los cimientos de Lealtad Peronista, sumó legisladores y puso especial fuego en la zona este, donde están los dos intendentes jaldistas: Darío Monteros (Banda del Río Salí) y Aldo Salomón (Alderetes). El primero logró resistir los embates, pero el segundo perdió la conducción del Concejo y resultó malherido.

El titular de la Cámara, en tanto, contuvo a 20 legisladores y se mostró dialoguista con la oposición parlamentaria. Tras el alta, recibió a concejales afines de casi todo el interior. Apenas pudo se fue a Concepción y se entregó a dirigentes que reclamaban un líder peronista. Y allí evidenció sus aspiraciones de fortalecer la pata más floja de su base: la de Buenos Aires. Hoy partirá hacia allá en busca de aliarse con el kirchenismo. Los límites del mapa político pueden volver a cambiar.

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