Jesús para todos
“La última tentación de Cristo”, de Martin Scorsese. “La última tentación de Cristo”, de Martin Scorsese.

“La vida  y pasión de Jesús Cristo” (1897) de los hermanos Lumiére es la primera cinta en la que aparecen 13 estampas con su imagen. Por tanto, puede decirse que desde el nacimiento del cine el ícono religioso está presente hasta nuestro propio milenio. Con distintas interpretaciones y rostros, algunas más dramáticas que otras, desde la pantalla se contaron diversas historias. Pero, y esto es lo más relevante, se crearon imágenes que, por cierto, nunca son inocentes.

En el libro “Jesucristo en el cine” el catedrático de Barcelona Alfonso Méndiz cuenta que se hicieron más de 150 películas sobre su vida, directa o indirectamente. “Sin duda, es uno de los personajes más veces llevado a la pantalla; el cine siempre se interesó en él”. “Son of God” (“Hijo de Dios”) se hizo en 2014. Y en 2019 la polémica enterró a “La primera tentación de Cristo” que mostraba a un Jesús gay. La comedia liviana de Netflix fue prohibida en Brasil. Por otro lado, no fueron pocos los que se escandalizaron con “Jesucristo Superstar” (1973), pero el musical que se rodó gran parte en Israel no fue más allá de una versión hippie, edulcorada, light. 

En numerosos portales, la pregunta ha sido cuál fue la mejor actuación y cuál el rostro que quedó fijado en la conciencia del público. Pero desde un punto de vista más teológico puede advertirse que las épocas han acentuado su divinidad o humanidad, según las miradas sobre la religión y el cristianismo en particular.  

Cecil B. DeMille, uno de los fundadores de Hollywood, dirigió “Los diez mandamientos”, “Sansón y Dalila” y “El rey de reyes”; la escena de Moisés (Charlton Heston) separando las aguas del mar Rojo ha quedado en la historia. En “Ben Hur” (1959), Claude Heater aparece en un segundo plano y Heston (el príncipe judío Ben Hur) recibió uno de los 11 Oscar de la película.

Pero fue “La última tentación de Cristo” (1988), de Martin Scorsese, la que exhibió un enfoque distinto: el hijo de dios se convertía en más humano e inseguro de su naturaleza divina. El rostro de Robert Powell quedó grabado por décadas en la memoria de los espectadores en “Jesús de Nazaret” de Franco Zeffirelli (también hizo una miniserie televisiva). Sirve para el backstage la aclaración del propio actor de que el color de sus ojos son verdes y no azules que despertaban tanta atracción: “fue por un truco de la luz”, le dijo Powell a la BBC.

Pero no solo fue el inglés. Jim Caviezel tuvo que exacerbar todo el sufrimiento y la violencia en “La pasión de Cristo” (2004), de Mel Gibson. Y Max von Sydow en 1965 protagonizó “La historia más grande jamás contada” exhibiendo su profunda preparación teatral.

En Montreal

Sin dudas, desde el punto de vista artístico la obra de Pier Paolo Pasolini y el “Jesús de Montreal” plantearon otros caminos.

La realización dirigida por Denys Arcand, en tanto, (ganó el Festival de Cannes en 1989) no se queda únicamente en criticar la hipocresía de la iglesia; la película avanza en función de la tarea encargada por la Basílica de Montreal a un actor para “actualizar el guión” de La Pasión de Cristo. Y en cómo se monta, en distintos espacios esa misma pasión, con un público que debe recorrer la obra (una propuesta contemporánea).  

Los primeros planos de Pasolini en “El evangelio según San Mateo” (1964) exaltan un crudo expresionismo que toma distancia del neorrealismo italiano. Algunos estudiosos han relacionado este film a la posición marxista del director. Pero, 50 años después, la Iglesia del Papa Francisco la consideró como la mejor obra sobre Jesús (publicado en  L’Osservatore Romano  y el diario italiano La Stampa).

Como la religión misma y sus profetas y apóstoles, no hay personajes tan discutidos para que el cine los pueda presentar “buenos” y “malos”.

En definitiva, realidad y ficción se presentan puntuales a la hora del arte.


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