Zazá, un verdadero compadrito

Zazá, un verdadero compadrito

Por Juan Falú - Guitarrista y compositor.

17 Febrero 2021

Guardo recuerdos entrañables del Zazá guitarrista, del Zazá tanguero, del Zazá compañero en la noche tucumana, realmente entrañable. Mi aproximación al tango tuvo dos vías: la de la infancia y la presencia de mi padre, y luego Zazá, junto con Pedrín Aredes, Véliz, Pepito González, grandes guitarristas que tocaban tango y conocían muy bien a Roberto Grela, a quien aún no había descubierto. Lo descubrí por las guitarras de ellos.

Una vez, me regaló una guitarra Eduardo Falú, que se terminó desarmando en pedacitos porque quedó inundada bajo el puente del Central Córdoba en una lluvia torrencial. Yo estaba dormido en una mesa en El Alto de la Lechuza y la guitarra estaba en un Citroën y quedó totalmente deshilachada. A Zazá le gustaba esa guitarra.

No lo vi durante 40 años; un día toqué en la Caviglia y me apareció en el camarín. Me dijo: “mirá, Juan, yo soy lutier, no vendo las guitarras, solo las hago porque las quiero mucho y te quiero mostrar esta que es una réplica de la que a vos se te inundó aquella vez en El Alto”. Fue un rasgo tan conmovedor y tan memorioso, que lo pinta al ser humano, al compañero. Inolvidable.

Un diálogo dentro suyo

Zazá tenía una identificación con el porteño de arrabal, hablaba en lunfardo, tenía que ver con su gran amor por el tango. Asumía la identidad de un tanguero, en la gestualidad, el modo de hablar y en otras situaciones, pasaba a ser el Zazá tucumano. Eso me llamó muchísimo la atención, como si él tuviese un diálogo dentro suyo, entre su raíz y la identidad que fue adoptando, un diálogo lindo, fresco y armonioso, no el diálogo esquizofrénico. Era como tener por amigo a un verdadero compadrito.

Está de luto la guitarra tucumana y se enlutan las voces de los que acompañaban esa guitarra. Tengo una profunda tristeza.

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