También las consultas al nefrólogo bajaron en pandemia

También las consultas al nefrólogo bajaron en pandemia

Según el Ministerio de Salud de la Nación, uno de cada ocho argentinos padece algún grado de enfermedad renal. Síntomas inespecíficos.

DAÑO RENAL. Corren mayor riesgo las personas hipertensas, con obesidad y, en especial, con diabetes; es importante un análisis de sangre anual. DAÑO RENAL. Corren mayor riesgo las personas hipertensas, con obesidad y, en especial, con diabetes; es importante un análisis de sangre anual.

Los riñones cumplen una función vital para nuestra vida: filtrar la sangre y eliminar toxinas. Pero no se quedan en ello; además, intervienen en el control de la presión arterial y del azúcar en la sangre; en la producción de los glóbulos rojos y en la activación de hormonas como la vitamina D, involucrada en la salud de los huesos, la cardiovascular y la del sistema inmune.

Que los riñones funcionen mal (es lo que se conoce como insuficiencia renal crónica) nos puede ir llevando al borde de la muerte, explica Juan Carlos Cabrera, jefe del servicio de Nefrología del hospital Padilla: “lo que nos va sucediendo es que al organismo le resulta imposible deshacerse de las toxinas, y estas se van acumulando en el cuerpo”. Pero difícilmente -agrega- la gente se dé cuenta a partir de los síntomas.

“¿Quién va a pensar que sus riñones funcionan mal porque tiene calambres, o insomnio?; ¿o porque le falta el aire, o tiene nauseas y vómitos?, ¿o le tiemblan las manos? Lo que está pasando es que hay toxicidad neuronal. Ojalá doliera la insuficiencia renal...”, advierte.

Esa inespecificidad de los síntomas suele hacer que los pacientes demoren mucho en acudir al especialista, agrega. Y si los riñones fallan, a menos que se reciba un trasplante, se hace indispensable conectar el paciente a un sistema que se encarga de filtrar la sangre y eliminar las toxinas: la diálisis.

“Pero no tiene por qué ser así; el daño renal puede prevenirse , y también se puede retrasar la progresión de la enfermedad hacia la etapa terminal, asegurando el acceso a diagnósticos básicos precoces y el tratamiento temprano; claro que para eso hay que sospecharla”, resalta Cabrera, y agrega que en el 66% de los casos la insuficiencia renal está relacionada con obesidad, hipertensión arterial y, especialmente, diabetes (Ver “Es clave...”). También influyen la edad, el sedentarismo, antecedentes familiares de enfermedades renales, tabaquismo y afecciones y/o complicaciones cardiovasculares (ACV, infarto, accidente isquémico transitorio, entre otros).

Realidad de pandemia

“Es una enfermedad crónica y progresiva, de modo que se reconocen distintos estadios; el de mayor gravedad se da cuando los riñones claudicaron y el paciente requiere una terapia de reemplazo renal, que pueden ser la diálisis o el trasplante", explica Guillermo Rosa Diez, presidente de la Sociedad Argentina de Nefrología (SAN), y destaca que los nefrólogos no se detuvieron por pandemia.

“Los pacientes en hemodiálisis debieron seguir asistiendo al centro de diálisis porque de ello depende su vida. Asimismo, pacientes con covid-19 pueden presentar insuficiencia renal aguda y requerir hemodiálisis de urgencia”, indicó Carlos Bonanno, vicepresidente de la SAN, así que en este punto de soporte vital no podía haber demasiados cambios. Pero sí bajó el número de consultas y de nuevos ingresos a diálisis, informa la SAN y confirma a nivel provincial Cabrera.

“Los pacientes no desaparecieron de repente, pero no llegan al hospital -destaca Cabrera-; covid-19 les da miedo. Eso significa que en este momento hay muchos pacientes agravándose y empezando a necesitar diálisis, sin saberlo”.

Las cifras confirman la “demanda contenida”: según datos del Registro Argentino de Diálisis Crónica, se observó una fuerte caída en el índice de inicios de tratamiento. En 2019 se atendieron 7.204 personas y en 2020 la cifra disminuyó a 6.372, es decir que hubo un descenso del 11,54%. Y -coinciden los especialistas- urge modificar la situación.

“Entendemos que comunicar es la forma de llegar a la población; si llegamos a la conciencia de la gente, cumplimos el primer paso en la prevención. La primera receta para mantenernos sanos es que la sociedad aprenda a cuidarse -resalta Rosa Diez-. En materia de prevención y tratamiento no existe un programa eficiente que asegure la derivación temprana al nefrólogo, y por ello consideramos que comunicar y concientizar a la comunidad es una acción fundamental”.

Y en eso estamos...

Datos epidemiológicos: algunas cifras de Argentina

Según estimaciones de la Sociedad Argentina de Nefrología, la enfermedad renal es rara en niños, pero se da. Y se calcula que un 10 % de la población tiene algún tipo de problema renal, situación que varía mucho según la edad. A mayor edad, mayor porcentaje de enfermos renales; se calcula que:

* 1 de cada 5 hombres de entre 65 y 75 años

* 1 de cada 4 mujeres

* la mitad de los mayores de 75 años

* en más de 5 millones de argentinos la enfermedad renal ya es crónica

Por otra parte, según el Registro Argentino de Diálisis Crónica en nuestro país hay más de 30.000 pacientes en diálisis y más de 10.000 trasplantados renales,  

Es clave un análisis al año: para prevenir o frenar el desarrollo de la enfermedad hay que chequear la creatinina 

“Los síntomas de la insuficiencia renal son ambiguos y no despiertan sensación de riesgo en la población; pero hay datos de laboratorio que dan cuenta del aumento de toxinas en la sangre -explica Juan Carlos Cabrera, jefe del Servicio de Nefrología del hospital Padilla-. Uno de ellos son los niveles de creatinina”. La creatinina es un subproducto de la creatina, y esta, es un químico que producimos y usamos para proporcionarles energía, principalmente, a los músculos -explica la revista digital MedlinePlus, de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos-. La creatinina es eliminada del cuerpo completamente por los riñones a través de la orina, pero si la función renal es anormal, los niveles de creatinina en la sangre aumentarán. El nivel de creatinina varía según la talla y la masa muscular de una persona, y también puede cambiar según las técnicas de los laboratorios. Un resultado normal es de 0.7 a 1.3 mg/dL (de 61.9 a 114.9 µmol/L) para los hombres y de 0.6 a 1.1 mg/dL (de 53 a 97.2 µmol/L) para las mujeres.

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