Lo hecho fuera del deporte nunca mató al ídolo

Lo hecho fuera del deporte nunca mató al ídolo

27 Noviembre 2020

Millones de personas que transforman en ídolo a sólo una. Millones que buscarán en él respuestas, se verán representados, se ilusionarán con calzar sus zapatos y sentir al menos por un rato lo que son.

Para el fanático del planeta fútbol, eso fue, es y será Diego Armando Maradona.

Tomemos de testigo a la galería de los mejores de la historia del deporte argentino. Es un ejercicio que potencia la idea. Se ven leyendas: Juan Manuel Fangio, Carlos Monzón, Guillermo Vilas, Alfredo DiStéfano, Roberto De Vicenzo, Emanuel Ginóbili, Gabriela Sabatini. Pero a todos le falta un tris para subir al escalón que ocupa Diego. Funeral de Estado y una inconsciente forma de homenajearlo en tiempos de pandemia, sin importar las consecuencias, hablan de alguien que generó algo más que un grito de gol.

La diferencia que ejerce Maradona sobre otras figuras en el favor popular parece estar dada en sus más queribles lugares comunes: exitoso surgido del barrio y del barro; prestidigitador de la pelota en el deporte más popular, además de emblema de equipo; una voz de pueblo que no calló ante los poderosos; un soldado por la celeste y blanca.

El Diego público recibía los golpes del Diego privado. Esto desmoronó la idolatría de muchos, que habían sentido alegría por verlo en la cancha. El tiempo y las cada día más lejanas glorias deportivas fueron haciéndolo humano. Una pantomima. Un receptor de obsecuencia. Una contradicción. Un manipulador de masas. Una persona que necesitaba ayuda y no se dejaba. Él era su ley, y la ejecutaba.

Pero lo hecho fuera del deporte nunca mató al ídolo. Aunque el Diego privado fuera un exceso casi de tiempo completo. Qué más da, no tiene por qué ser una consecuencia: un buen médico no implica que sea un buen amigo, ni un buen padre o esposo. Un mal padre o esposo no implica que sea un amigo desatento o un profesional deficiente.

¿Qué parte nos toca en este dinamitado escenario? Visto en perspectiva, un ídolo es aquel a quien necesitamos idealizar; algo así como una medicina que calma nuestra ansiedad. Los ídolos son una exacerbación de aquello que deseamos. Son seres magnificados, que por lo general no se ven en su totalidad. ¡Y cuántas veces idealizamos! Ocurre en la casa, en el trabajo, en nuestra relación afectiva, en nuestros gustos y actividades. Idealizamos lugares, momentos, circunstancias. Cada vez que lo hacemos, rompemos límites, partiendo de una base: nos percibimos incapaces. Y tomamos un atajo como vía de escape.

Un brillante jugador de fútbol, y una vida sometida a varias fuerzas G. Una muerte temprana y el mundo impactado por la noticia. ¿Hace falta más para confirmar que se trataba de un ídolo?

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