Educando a los niños en el reciclaje

Educando a los niños en el reciclaje

Los chicos tienen cada vez más conciencia ambiental y son capaces de enseñarnos a hacerlas cosas bien. La experiencia de un docente en el CIAT de Tafí Viejo. Testimonios.

LA NATURALEZA DA RECOMPENSA. El compost que prepararon Vero y Mora hará que la huerta produzca más y mejor. LA NATURALEZA DA RECOMPENSA. El compost que prepararon Vero y Mora hará que la huerta produzca más y mejor.

De los chicos, a las familias y al resto de la comunidad educativa; y de la escuela, al barrio. Así, pero sin haberse imaginado la cadena completa, Carlos Carrió logró transmitir su pasión por el cuidado del ambiente. Y de entre lo mucho que le dejó claro esta experiencia que ya lleva dos años, lo fundamental es que los chicos se apoderan de algo y se entusiasman cuando entienden los por qué, y que para entenderlo necesitan vivirlo.

“Nadie cuida lo que no siente propio”, dice, contundente, en la charla por teléfono a la que obliga la pandemia. Carlos es “profe” en el Kinder y dicta talleres de educación ambiental en el Centro de Interpretación Ambiental y Tecnológico de Tafí Viejo. Con una “pata” en cada institución, logró un sueño: crear el grupo de Guardianes Ecológicos Voluntarios. El proceso fue el mismo en Tafí y en el colegio: los chicos descubrieron un mundo (la yunga, en este caso) caminando por él, escuchando sus sonidos, percibiendo sus aromas; preocupándose al ver la basura que la gente deja tirada en los senderos... y recogiéndola.

“Es muy importante reciclar para cuidar el ambiente -resalta a LA GACETA Sol Elizalde, que va a 6° grado en el Kinder-. Es el lugar donde vivimos y seguirán viviendo las generaciones que vienen” (lo tiene tan claro que su voz de niña suena con seriedad de adulta).

Educando a los niños en el reciclaje

Es bueno que lo tenga claro, porque estamos poniendo en riesgo su vida sobre el planeta: según la ONU, las consecuencias del cambio climático podrían ser irreversibles si no frenamos las emisiones de carbono y la contaminación antes de 2030.

La mejor inversión

“Si tu plan es para un año, planta arroz; si es para 10, planta árboles, pero para 100 años, educa a los niños”, decía Confucio hace unos 1.500 años y, cuando del ambiente se trata, está cada vez más claro que una de las grandes inversiones debe estar destinada a la infancia.

“Enseñarle a un niño a reciclar e inculcarle respeto por la naturaleza y por su entorno tiene ganancias aseguradas, y se multiplican”, asegura Carlos y grafica con una anécdota. “En el colegio pusimos contenedores para las familias que se prendieran en el tema de la separación de residuos. Poco a poco la afluencia de padres e hijos con bolsas fue creciendo -cuenta, y una mezcla de orgullo y emoción se cuela en su voz-. Un día llegué al colegio y vi que el portero no dejaba entrar a una señora. Cuando intervine no lo podía creer: la señora no tiene hijos en el colegio... ‘Pero sé lo que están haciendo con los residuos; yo también quiero ayudar, pero aquí en la cuidad no hay dónde dejarla’, me dijo”. Desde entonces, y hasta que por la pandemia cerró el colegio, el barrio se sumó al proyecto. Con los plásticos que aportaron todos, los chicos hicieron cientos de ecoladrillos y empezaron a construir, con sus propias manos, la Casa Eco. Ya retomarán cuando puedan volver.

No es basura

A sus seis años, Guillermina tiene claro que si hay que tirar algo, no se hace en cualquier lado. “Come una banana y pone la cáscara en el recipiente de lo orgánico; y si termina un yogur, deja el vasito en la pileta; sabe que lo voy a lavar y lo vamos a guardar con los otros plásticos, hasta que podamos llevarlo a algún punto verde”, cuenta su mamá, María Lenis, que -dice- “aprendió” de su hermana Ema esto de separar residuos. Empezó por rescatar lo orgánico y simplemente enterrarlo. “Un día con Guillermina nos dimos con que del pozo habían brotado plantas de calabaza. Quedaba claro que mucho de lo que sacaba a la calle no era basura. Incluso si no brota, lo orgánico que vuelve a la tierra permite nutrir el suelo, que circulen semillas... y usar menos bolsas, claro”, agrega María.

PEQUEÑOS ACTIVISTAS.  Los chicos del Kinder conocen las ventajas de los ecoladrillos. PEQUEÑOS ACTIVISTAS. Los chicos del Kinder conocen las ventajas de los ecoladrillos.
Educando a los niños en el reciclaje

Está convencida de que es lo mejor que puede hacer, pero -asegura- “no catequiza”. “Cuando Guillermina va a casa de otras personas, sin pensarlo pregunta ‘¿dónde tiro?’, y de a poco familiares y amigos se fueron prendiendo en la cuestión, en general, movilizados por los chicos”, cuenta María. “Y no es una cuestión complicada; sólo un mínimo de logística: dos o tres recipientes en lugar de uno donde se mezcla todo, y antes de guardarlos, lavar algunas cosas de plástico (cosas como vasos de yogur o envases de leche) para que no queden restos que se descompongan”, explica.

“Me dio vuelta la vida”

“Empecé hace 14 años a separar orgánico de inorgánico, y por una razón medio ‘loca’: me daba asco manipular bolsas de basura donde todo se mezclaba, espacialmente, yerba usada”, cuenta Vero Trouvé y ríe. Era un videollamada, así que pudo verse que su hija, Mora, de 11 años, ponía cara de resignación... y reía también.

Educando a los niños en el reciclaje

Cuando tres años después del “asco” Mora nació, Vero ya estaba canchera: “me entusiasmé y empecé a llevar cartones y plásticos a calle Santiago del Estero y Ejército del Norte, adonde llevaban los cartoneros lo que ellos recogían. Después me mudé a Yerba Buena y ya el pozo del compost era ‘de ley’. Me puse en contacto con la Fundación Pro-Yungas, empecé a modificar nuestro modo de alimentarnos, casi no usamos enlatados y bajé un montón de kilos... Mi vida es otra, cuenta, y saco a la calle muchísimas menos bolsas de residuos”.

Mora asiente con la cabeza y cuenta su experiencia: “Yo lo hacía con mamá, y en el cole (San Matías, Yerba Buena) empezamos en segundo grado, en Tecnología, separando papeles y cartones. Había unas cajas enormes, y allí juntábamos papeles de todos los grados”. Sabe hacer ecoladrillos y a esta altura es también maestra en compostaje: “tenemos un taper adonde van todo los restos vegetales (menos los cítricos) y las cáscaras de huevo, que son buenísimas porque aportan calcio -cuenta Mora-. Y también ayudamos a armar el compost con lombrices”.

Motores del cambio

“En el cuidado del ambiente se pone en juego nuestra vida, nuestra salud, el futuro...”, dice María, confirmando sin saber las convicciones de Sol y de Carlos, la experiencia de Vero y la pasión de Mora, que cuenta: “todas mis amigas tiene ganas de hacer esto; sabemos que es bueno. A veces cuesta un poco, porque los adultos no lo entienden tan bien; y nos pasa que un ladrillo ecológico rellenado durante una semana termina en la basura sin que nos demos cuenta cuando entraron a limpiar el cuarto”. Reconozcámoslo: tenemos que aprender de los chicos. Y si estamos dispuestos a darlo todo por ellos, ¿por qué nos cuesta tanto cuidar el planeta donde deben crecer?

Temas Tafí Viejo
Tamaño texto
Comentarios
Comentarios