Jugar en La Paz, una historia de nunca acabar

Jugar en La Paz, una historia de nunca acabar

Un doble desafío le espera a la selección argentina de fútbol cuando visite a Bolivia esta tarde en la altitud de La Paz por la segunda fecha de las Eliminatorias Sudamericanas. Y se habla de “doble” desafío porque, principalmente, el futbolista que no está acostumbrado a jugar en la “altura” tiene por delante el reto de imponerse a su propio cuerpo, que no le responderá como de costumbre, y a un rival que, de por sí, lo superará físicamente.

“No hay una fórmula para jugar en la altura”, reconoció el entrenador argentino Leonel Scaloni. Algo de cierto hay en sus palabras. En tiempos modernos donde el negocio obliga a imponer calendarios híper ajustados, es imposible aclimatarse a la altura en menos de 60 días. Ese tiempo, en el fútbol y en cualquier actividad, suena a una vida eterna.

Viajar con anticipación o sobre la hora. Consumir sildenafilo (está asociado al viagra). Esta droga puede ayudar a acelerar la irrigación sanguínea, pero tampoco asegura una mejora sustancial en un deportista de elite. No todos los equipos que han viajado a tierra boliviana lo han utilizado. Recetas y más recetas. Como en la vida, descifrar el enigma de la altitud en el deporte no tiene una verdad absoluta.

“Inhumano”, se ha escuchado a más de un futbolista quejarse tras haber jugado en canchas ubicadas a una altitud mayor a los 2.500 metros sobre el nivel del mar. A partir de esa línea, la falta de oxígeno en el cerebro puede ser notoria. El estadio Hernando Siles se encuentra a 3.640 metros y acaso es uno de los escenarios más hostiles en la historia del combinado nacional. En cuanto a resultados, no le fue tan mal: ganó tres, empató cuatro y perdió otros cuatro. La última alegría fue en 2005 con José Pekerman en el banco de suplentes nacional. Suena a triunfo perfumado de melancolía.

El debate sobre organizar competencias FIFA a una altitud superior a los 2.750 metros de sobre el nivel del mar tuvo su punto de quiebre en el año 2007. En ese entonces, el presidente Joseph Blatter argumentaba “razones médicas” para posponer encuentros internacionales de clubes y selecciones. Quito (Ecuador) y La Paz, entre otras, quedaban excluidas como sedes de partidos de eliminatorias. La presión política y hasta un juicio de Bolivia hacia la FIFA por discriminación hicieron que esa medida fuera pospuesta.

Está claro, existe un conflicto de intereses y como resulta complicado equilibrar la balanza. ¿Se discrimina al dueño de casa o se expone al visitante a sufrir alteraciones físicas? ¿Cuál es el punto medio?

¿Jugar en altura es un beneficio para el anfitrión? ¿Es una ventaja deportiva? En términos científicos, el deportista no acostumbrado a ese ambiente pierde el 34% de capacidad atlética. La recuperación del aire es muy distinta a la del llano. Un pique corto puede ser un “todo”.

Hasta se puede experimentar fallas en la coordinación motriz; en cómo pegarle a la pelota.

Hasta se dijo que “la pelota no dobla”. Se siente, de hecho, más liviana en el impacto.

Los desafíos para los jugadores de la selección argentina están a la vista: intentar sobreponerse a la hostilidad de un ambiente hostil y adverso, y defender la camiseta pensando en ese sueño que es la clasificación al Mundial de Qatar 2022.

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