Las consecuencias de los más de 200 días: esa angustia que nos hace doler el cuerpo

Las consecuencias de los más de 200 días: esa angustia que nos hace doler el cuerpo

¿Sentimos dolores musculares o de cabeza? ¿No podemos dormir? ¿Se nos nota irritables? Especialistas advierten que el aislamiento y el encierro pueden ser los detonadores. Pero a la vez brindan herramientas para afrontarlo.

                          FACUNDO MANES FACUNDO MANES
11 Octubre 2020

Un relevamiento del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco) acerca de las consecuencias psicopatológicas de la cuarentena encontró que entre los 10.000 argentinos consultados prevalecían la angustia y la ansiedad. Según el director de Ineco y del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, Facundo Manes, la extensión comunitaria de estas dos aflicciones se debe a una fatiga mental generalizada y causada a su vez por los cambios de conducta no previstos, la incertidumbre y el miedo.

“La ansiedad es un temor anticipatorio, mientras que la angustia es una sensación de ánimo caído. Las dos suelen ir acompañadas de síntomas inespecíficos como dolores de cabeza y musculares, dificultad para conciliar el sueño e irritabilidad. Esto sucede porque hay un estrés crónico que nos afecta a todos, o sea, que no se limita a las muchas personas que en nuestro país están con hambre, sin trabajo o con miedo a perderlo”, advierte Manes.

Sin embargo, Ángel Uslenghi, profesor de Salud Mental II de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y especialista en salud pública, matiza la última observación y argumenta que el grado de impacto psicológico del aislamiento depende de cada personalidad y su medio: “por ejemplo, una persona con enfermedades psiquiátricas previas no responderá de la misma manera que otra que no tiene esa predisposición. El problema tampoco será el mismo si la persona pasa la cuarentena en familia o lo hace en soledad; si se encuentra en una casa amplia o en una situación de hacinamiento; si tiene conectividad o no la tiene; si enfrenta problemas económicos o no. Lo que ocurre es que uno responde a una circunstancia de acuerdo con la matriz biopsicosocial que posee”.

ÁNGEL USLENGHI ÁNGEL USLENGHI

Comunicación virtual

Manes y Uslenghi coinciden en que una de las consecuencias casi ineludibles de la cuarentena es el sentimiento de incertidumbre (tanto personal como social). También los dos consideran que para luchar contra esa incertidumbre es importante aprovechar la comunicación virtual. “Lo primero que tenemos que hacer para reducir el impacto negativo en el bienestar mental es cumplir con el distanciamiento físico pero no con el social -aconseja Manes-. O sea, tenemos que conectarnos entre nosotros a través de la tecnología. Cuando lo hacemos, en el fondo estamos cooperando para luchar contra el virus, que lo que hace es agarrar lo mejor de nuestra especie, que es el contacto humano, y usarlo en nuestra contra”.

Pero Uslenghi aclara que no hay que olvidar que esta es una estrategia para minimizar daños. Porque la verdadera comunicación, de acuerdo con él, consiste en el encuentro con el otro. “El ser humano se comunica mucho más por lo paraverbal que por lo verbal, y en la virtualidad lo paraverbal se pierde en gran parte. Quiero decir que les estamos adjudicando virtudes a muchas cosas que no las tienen y que todo esto puede repercutir sobre nuestra salud mental: por ejemplo, si alguien tiene la tendencia obsesiva a vivir en una computadora, este es el momento ideal para profundizarla. Esta es una situación imprevisible, pero cuando termine lo excepcional debe volver a ser la telellamada y no el encuentro real”, asevera.

Herramientas personales

Por otra parte, el psiquiatra de la UNT recomienda trabajar en el autoconocimiento, quizá a través de nuevas actividades, y desdramatizar los conflictos familiares: “primero, hay que aceptar el momento que estamos viviendo y no caer en la negación. A partir de ahí cada uno va a encontrar su solución. Yo creo que es un momento espectacular para aprender y descubrir nuevas cosas que nos gustan. Segundo, hay que saber que esta situación nos pone a todos más susceptibles y menos tolerantes. Si cinco personas que antes sólo se veían a la noche ahora están todo el tiempo juntas, entonces tienen que entenderse unas a otras y no amplificar los problemas que surjan en la casa”.

Entretanto, el neurólogo de Ineco propone establecer rutinas para mitigar la incertidumbre asociada a la pandemia y la cuarentena. “Algunos hábitos, como el de respetar horarios para dormir y comer, ofrecen previsibilidad y alivian en estos tiempos tan inciertos -afirma-. Invertir en el sueño también es importante porque si dormimos mal, impacta en nuestro ánimo y en los sistemas inmune y hormonal. Además, hay que ejercitarse, porque el ejercicio es el mejor ansiolítico y antidepresivo natural que tenemos. Y por último, es clave mantener la perspectiva: esto va a pasar, le vamos a ganar al virus. O sea, hay que saber que la pandemia no es más que una etapa en nuestra vida”.

Pospandemia y salud mental

Con esta información quizá resulte más comprensible que la Organización Mundial de la Salud haya llamado a trabajar desde ya en la pospandemia, que podría ser tan complicada como la pandemia. “Habrá consecuencias de gran magnitud en lo biológico, por todas las patologías que no se han controlado ni tratado debido al aislamiento y el rechazo de los sistemas de salud; en lo psicológico, por las alteraciones de las que hemos estado hablando, y en lo social, por los problemas económicos y las dificultades para reintegrarse a las tareas habituales de cada uno”, anticipa Uslenghi.

Manes, por su parte, llama sobre todo a ocuparse del impacto que ha tenido el aislamiento en el bienestar mental de los niños y adolescentes: “ellos necesitan un soporte especial porque recién están aprendiendo a gestionar sus sentimientos. Los adultos tenemos que darles herramientas para que revaloricen sus emociones y, una vez que esto termine, puedan crecer mentalmente sanos y hacer un mundo mejor”.

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