Un encuentro que atraviesa su plena adolescencia

Un encuentro que atraviesa su plena adolescencia

Hace 15 años, una primigenia Semana del Cine comenzó una tradición local. El madrinazgo de Isabel Sarli y su reaparición.

“LOS DUEÑOS”. El filme de Agustín Toscano y Ezequiel Radusky fue el vencedor de la edición realizada en 2013. “LOS DUEÑOS”. El filme de Agustín Toscano y Ezequiel Radusky fue el vencedor de la edición realizada en 2013.

Un festival no se crea de la nada, como tampoco una escuela universitaria. Por lo general, responden a una necesidad; no pueden imponerse, en definitiva.

El encuentro que después se llamó Gerardo Vallejo, antes fue la Semana de Cine con el madrinazgo de Isabel Sarli, quien se paseó por el despacho oficial del exgobernador José Alperovich e inauguró el evento en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno.

Simultáneamente, se podían ver a los estudiantes ingresantes de la Escuela de Cine colaborar en la organización en la sala del Atlas, sin dejar de quejarse por los traspiés, demoras y reclamos académicos. Una institución que había sido procreada por las regalías de la minera La Alumbrera que comenzaba a administrar el rector de la Universidad Nacional de Tucumán, Mario Marigliano.

Todo ocurría en 2006, hace 15 ediciones; pero antes ya se hacía cine en esta provincia, y no solo lo que podríamos identificar como tradicional, sino el del mismo Vallejo, cargado de una mirada comprometida socialmente.

“Ruido Marrón” figura con el sello de la Escuela de Cine y TV en 2006, como su primer cortometraje, pero Patricio García (“Socket” y “Muñecos del destino”) ya lo había trabajado tiempo atrás. Hoy es una película de culto, y tal vez el primer trabajo que se inscribe como “falso documental”, proyectada en museos.

No es poco, además, si se considera la producción audiovisual que en esos momentos todavía se llamaba videoarte. Hay que tenerlo claro: una importante porción existía antes que las instituciones, antes que el festival y que la escuela (en 2001 se estrenó el road movie de Luis Sampieri, “Cabecita rubia”).

Rafael Vásquez Rivera, fundador del festival, recuerda que con Eduardo Sahar (primer director de la Escuela de Cine de la UNT) comenzaron a debatir diagnósticos sobre la situación del cine local, sobre lo que sucedía con el audiovisual en Tucumán. “Los 15 años del Festival Gerardo Vallejo han acompañado el desarrollo del ‘cine tucumano’. Era inimaginable pensar en la producción audiovisual local, en toda su cadena de valor, tal cual hoy la conocemos. Con el transcurrir de cada edición, el festival fue aportando una nueva mirada, fue acompañando el surgimiento del nuevo cine argentino y latinoamericano en estos años”, caracteriza el exdirector de Medios Audiovisuales del Ente Cultural (ver “Instalado...”).

Perfil

En la primera edición ganó “El custodio”, de Rodrigo Moreno (recibió $20.000 de premio), y en la última, los tucumanos Lucas García y Juan Mascaró, con “Bazán Frías: elogio del crimen”, que ratificó las diferentes miradas sobre la realidad más cercana.

En 2007 se impuso “Estrellas”, de Federico León y Marcos Martínez, un docu-ficción que visibiliza la Villa 21. Pasaron por la gala de consagración “El estudiante”, de Santiago Mitre; “Ramón Ayala”, de Marcos López; “El artista”, de Mariano Cohn y Gastón Duprat; y fundamentalmente “Los dueños” (2013) de Agustín Toscano y Ezequiel Radusky, y “El motoarrebatador” (2018), de Toscano que, para no pocos analistas, dieron los primeros pasos de un nuevo cine tucumano.

De ser una competencia nacional se convirtió también en latinoamericana: “La Mala Junta” (de Chile) se llevó los $200.000 del galardón en 2017. De proyectarse en las salas del Atlas y Caviglia, se trasladó al shopping El Solar.

El año pasado se pudieron ver trabajos como “El cuento de las comadrejas” de Juan José Campanella y Graciela Borges le puso brillo al Teatro San Martín. “Gran Orquesta”, de la tucumana Peri Azar, fue todo un hallazgo.

Piénsese que la primera estrella que llegó a esta provincia fue Sarli, y la última, Borges, aunque esta última también estuvo en otras ediciones, como en 2010 cuando fue designada madrina del festival, cuando presentó “Dos hermanos”, que coprotagonizó con Antonio Gasalla, y se emocionó al visitar el barrio La Bombilla.

Un año después, un actor invitado de Buenos Aires terminó el día en la cárcel de la comisaría al frente de la Sala Caviglia, luego de protagonizar un incidente en la fila de ingreso con algunos espectadores (las autoridades intervinieron para su liberación).

Las anécdotas se mezclan entre las veleidades de algunos artistas, las dificultades en el traslado de las latas de 35 mm y las copias digitales, a las que no era tan fácil acceder en algún momento. En dos oportunidades hubo que modificar la programación: León Gieco, en 2009, dedicó la película “Mundo Alas” a Mercedes Sosa, que había fallecido un par de días antes. Un año después, el fallecimiento del expresidente Néstor Kirchner modificó los planes.

Cambios

Desde un punto de vista biológico, el festival se encuentra en plena etapa de adolescencia: precisamente, cuando cumple los 15 años, está saliendo de la pubertad, con síntomas de faltas; es un tiempo de cambios y de crecimiento; de luchas y de transformaciones.

Es un tiempo de transición, en definitiva. “El cine tucumano era casi un sueño hace 15 años. Hoy, a través del festival y su programación, somos parte de un mapa audiovisual latinoamericano en cada edición”, señala Vásquez Rivera.

La actual directora de esa repartición oficial, Adriana Chaya, indica a su vez que la producción local se consolida cada vez más, y que eso eso se refleja en la cantidad de producciones que forman parte de la programación del festival de este año, con la impronta virtual que obliga la pandemia.

Como si se tratará de una sombra, “Coca” Sarli reaparecerá en los próximos días en una de las películas que se exhibirá.

Tal vez su presencia en la pantalla estará indicando que la adolescencia es más que un ciclo, un estado.

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