Murales Delivery: artistas van a tu casa a pintar

Murales Delivery: artistas van a tu casa a pintar

En la cuarentena se potenció una posibilidad de llevar arte a domicilio. Diversas experiencias de realizadores locales en una cultura de pandemia.

FOTO DE GENTILEZA DE LIARTE.COM FOTO DE GENTILEZA DE LIARTE.COM

Centenares de negocios de Buenos Aires están registrados en Mercado Libre en el rubro murales a domicilio. El combo incluye grafitis, decoración, pinturas, gigantografías, vinilo para pared y cuadros decorativos, tanto destinados a decoración interior como en un comercio o en el domicilio. El sistema funciona con financiación a diferentes meses y diferentes plazos.

Los tiempos de pandemia, parecen haber reactualizado la moda del “llame ya” o “compre ya”. Aunque en esta situación, vale aclararlo, la convierta en una necesidad más que una moda; en sobrevivencia más que en una práctica ingeniosa. “Y todo por dos IFE”, dice bromeando el artista tucumano Sebastián Vaca.

En 2006, unas de las obras que se seleccionó para el museo Macro de Rosario para su Semana del Arte fue el “Delivery de arte”, evento que también contemplaba “arte en casa” y la visita de curadores y críticos para conversar sobre arte contemporáneo con vecinos. Todo se encontraba en el rubro del “Llame ya” .

El delivery, pues, regresó este año y todo indica que para quedarse. Al arte en esta provincia, aún no, pero sí a los murales y grafitis que tienen una íntima relación con el diseño. En Misiones, casi un centenar de artistas que se organizó y puso en pie el delivery, en motos y bicicletas.

“Los pedidos al comienzo de estos meses pararon un poco, pero ahora se han activado bastante”, dice Ignacio Stesina, diseñador y grafitero. “Estamos haciendo murales por encargo, pero no sé si llamarlo delivery. Por supuesto, cumplimos con todas las medidas de seguridad. Las personas se contactan conmigo, me pasan medidas y fotos del espacio. Y después definimos el diseño y paleta de colores. Lo hago con un amigo, Ruido Rosa”, responde Verónica Corrales.

La artista tiene en su lista de Instagram (con más de 11.000 seguidores) la oferta de retratos, tatoos y diseños diversos, con un color que la caracteriza.

Fabricio Paredes lleva años en el mundo de los aerosoles. Pero confiesa que no sabe qué es delivery de murales. “Quizá la palabra tiende a definir algo rápido, on line y repetitivo. Un grafiti no se hace de un día para el otro: antes hay reuniones, dibujos, fotos, fotomontajes para llegar a un diseño. Tampoco hay una app para pedirlos”, dice El Fabri, como es conocido, que trabaja con barberías, gimnasios, talleres de autos, bares y boliches.

“Claro que es delivery. Se pacta un trabajo y lo entrego yo cuando lo realizo en el espacio acordado. Desde enero que estoy trabajando de esa manera, y ahora aún más porque parece que la gente, al no poder salir, optó por arreglar su casa o diseñarla”, describe Vaca. El muralista pinta helechos de cada zona: “no es la misma botánica del barrio de San Cayertano que la de Yerba Buena. Yo reivindico los yuyos de cada lugar”, remarca.

Los diseñadores saben que el vinilo tiene un límite de tiempo: un año o dos, y su desgaste es inevitable. En las redes sociales se puede hallar un sitio como LiArte. Diseño y Decoración, en el que se ofrecen desde mates personalizados y jaboneras a murales en la casa. La profusión de fotografías exhibe una gran oferta.

Traslado

¿Pero es realmente un delivery?

Delivery es entrega, y coronavirus de por medio, gran parte del trabajo, sea lo que fuere, tiene ese plus: va con entrega obligada por razones de bioseguridad.

La comida y la indumentaria, las películas, los medicamentos y, por qué no, la decoración de un espacio en el negocio o en la misma casa.

La publicidad de algunas empresas resalta el traslado a cualquier lugar y rápido. Pero es la entrega lo que se paga en estos tiempos. En otras palabras, el muralista que hará el trabajo forma parte de la misma entrega.

Stesina cuenta que “siempre flashé en armar una empresita de mural exprés: armar un equipito, con un integrante más letrista, otro más figurativo y otro más vegetales. Y llevarlos, traerlos y gestionarles todo con el cliente, presupuestarlo, facturarlo y cuantificarlo muy fino”.

Aclara que ese tipo de pedidos siempre hubo. “No hay un precio de mercado. Cada uno cobra lo que ‘puede’ cobrar. Depende de muchos factores y del cliente; no es lo mismo una casa de familia que una empresa multinacional”, precisa.

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