La vuelta de la Libertadores, entre mitos y realidades

La vuelta de la Libertadores, entre mitos y realidades

La competencia continental volverá con urgencias económicas y clubes mejor preparados que otros. ¿Tendrá esto incidencia en el resultado final?

EN ECUADOR. El mendocino Adrián Gabbarini defiende el arco de Liga de Quito. EN ECUADOR. El mendocino Adrián Gabbarini defiende el arco de Liga de Quito.

Que hay mitos en el fútbol, es cierto. Son muchísimos. Aquí nos concentraremos en uno de ellos: se dice que, salvo que el equipo más fuerte o mejor preparado tenga un mal día, o el más débil sepa cómo maniatarlo, siempre ganará el primero. Visto esto, si así fuera, la Copa Libertadores que se reanuda el martes ya tendría a los brasileños como claros candidatos a volver a levantar el trofeo, como lo hizo Flamengo en 2019 (aunque haya varios “fuertes” de otros países). Y esto se asienta firmemente en una triple razón: planteles bien conformados, posibilidades económicas y preparación, ya que vienen jugando hace semanas, pese a la pandemia que envuelve a esta parte del mundo. Por el contrario, los que podrían ofrecer resistencia (argentinos, colombianos) están parados o tienen poca competencia reciente (uruguayos, ecuatorianos, etcétera).

Pero en esta quiniela también intervienen los imponderables. De allí que pensar que el gran torneo sudamericano ya tiene un perfil definido para conocer a su nuevo dueño es temerario.

El fenómeno del fútbol no tiene fronteras, se sabe. De allí que, incluso, gente de las ciencias se lanza de manera frecuente al placer de escribir sobre él. Andreas Heuer y Oliver Rubner son alemanes que vienen del campo de la física y de la matemática. Escribieron “Fitness, azar y mitos: una visión objetiva de los resultados del fútbol”, un artículo basado en resultados de la Bundesliga desde el punto de vista de la teoría de series temporales. En suma, buscaron responder cuestiones tales como si el campeón siempre es el mejor equipo o cuántos partidos deben jugarse en un torneo para que “casi” siempre el mejor equipo sea el campeón. Llegaron a conclusiones, claro: mucho se pueden analizar las estadísticas, bastante inciden cuestiones como condición de local y visitante, importa saber si un equipo tiene un ataque formidable o una defensa que es un tembladeral. Pero en definitiva, al tratarse de una actividad humana, introducir una “métrica de calidad” es casi una herejía, sobre todo porque lo que manda es si la pelota entra o no en el arco rival.

¿Es la Libertadores una competencia que reanuda su marcha dominada por los imponderables o terminará por ser lógica atendiendo a la falta de equilibrio de la preparación previa? Está por verse. Quizás ayude echar un vistazo a lo que está pasando en los países de origen de los participantes.

Los equipos brasileños asoman como los más fuertes por plantel y poderío económico. Y llegan en la mejor condición, porque están compitiendo desde julio.

Los de Argentina, Bolivia, Venezuela y Colombia sólo han tenidos en las últimas semanas trabajos técnicos y de estrategia en sus burbujas. Llegan a la Copa sin ningún partido oficial (aunque en el caso colombiano, Junior y América de Cali definen hoy la Superliga).

EN ECUADOR. El mendocino Adrián Gabbarini defiende el arco de Liga de Quito. EN ECUADOR. El mendocino Adrián Gabbarini defiende el arco de Liga de Quito.

Los paraguayos también retornar a la Libertadores con muy buen ritmo competitivo. Los ecuatorianos, chilenos, uruguayos y peruanos jugaron pocos partidos en sus ligas, pero lo hicieron de manera oficial.

A la inequidad de la preparación para encarar un torneo de esta envergadura se suman las dudas por los efectos de la pandemia. Jugadores contagiados y aislados en la fase previa; protocolos que están por probarse en 64 partidos en fase de grupos que implicarán al menos 62 viajes internacionales con delegaciones de 50 integrantes y más de 600 hisopados por fecha. Luego vendrá el resto, con los desafíos de octavos y cuartos de final, semifinales y final. Todos negociados con anticipación por la televisión, que hoy es la gran acreedora de este gran debe que tiene Conmebol. Entidad que, por cierto, aplaca sus dudas actualizando de forma permanente procedimientos, basándose en las experiencias que va recogiendo en las ligas locales.

Lo cierto es que 10 países y más de 20 ciudades reanudan la semana próxima la competencia, atravesada por una necesidad económica y poniendo a prueba a la salud pública. Y, en ese caso, ya no estamos hablando de un mito.

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