Una decisión revolucionaria

Una decisión revolucionaria

Lo que parecía imposible, de pronto se volvió posible. El año de la pandemia generó temores, canceló sueños, dejó proyectos en suspenso y abrió las puertas para experimentar nuevas sensaciones. Puertas que en Barcelona se abrieron de manera inimaginable. La salida -o al menos por ahora pedido de salida- de Lionel Messi alteró la vida de los catalanes; estremeció el corazón de los argentinos y dejó “nocaut” a los fanáticos que se hicieron hinchas del “blaugrana” sólo porque jugaba el rosarino. Cuesta entender que pronto habrá un Barcelona sin Messi, de la misma forma que parece ser sacado del libreto de una película de ciencia ficción la historia de Messi jugando sin la camiseta de Barcelona. Todo indica que no se hará los estudios con el plantel y no irá a la práctica. Tampoco jugará cuando comience la temporada y nadie sabe si volverá algún día.

¿La culpa la tiene el coronavirus? En este caso no. La decisión que tomó Messi coincide con los tiempos de pandemia. Posiblemente hubiese sucedido en otro contexto de nuestras vidas, pero es imposible no vincularla. Una seguidilla de decisiones dirigenciales; duras eliminaciones en la Liga de Campeones -en especial la última, con el 8 a 2 sufrido ante Bayern Munich-, los problemas económicos -generados en los últimos años y profundizados en medio de la crisis actual- y la necesidad de recuperar el protagonismo que fue perdiendo en el plano deportivo -esta temporada no ganó ninguno de los títulos que disputó- llevaron a tomar una decisión que parece revolucionaria. Así lo reflejó el artista urbano TVBoy en un graffiti en el que se observa caracterizado como el Che Guevara en una caja de electricidad de la céntrica plaza Cataluña de Barcelona, con la leyenda: “Hasta siempre, comandante”.

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