“El arte no sólo es para entretener como quiere el sistema”, opina Claudia Esperguín

“El arte no sólo es para entretener como quiere el sistema”, opina Claudia Esperguín

Los museos locales necesitan grandes cambios para servir a la comunidad, según la artista. Una herramienta para enseñar al espectador. La escultura blanda y el arte textil.

“VERANO”. La pintura está realizada con dibujo textil, y las líneas están tejidas con hilos y bordados.  “VERANO”. La pintura está realizada con dibujo textil, y las líneas están tejidas con hilos y bordados.

Claudia Esperguín tiene claro que en estas tierras nadie (o casi) vive del arte, y que la mayoría de los artistas debe trabajar como docente o en otras actividades. No simpatiza con el arte contemporáneo; en los últimos años además de artista textil se ha especializado en la museología. El rol del museo como herramienta social es el título de su tesis en la maestría. Trabaja en el MUNT desde hace una década, y hasta un par de años coordinó el área educativa. “Si educáramos, el otro entendería que el arte no solo está para entretener como pretende este sistema”, analiza. “Desde que comencé a trabajar en un museo y conocí cómo es detrás de bambalinas todo lo que se puede hacer en pos del arte, me fui alejando del ‘ambiente’ o ‘escena’ o como se la quiera llamar”, relata.

Esperguín vive con sus tres hijos que ya no son pequeños. Asegura que pensó en el arte como una herramienta para educar al espectador. Y se queja: “¿Cómo se explica que en una provincia donde hay grandes artistas existan solo dos salones organizados por instituciones del Estado? El del Timoteo Navarro y del MUNT”. Opina que los museos locales necesitan un cambio sustancial para servir a la comunidad. “Todo implica principalmente a los que menos acceso tienen a la educación. El museo debe cumplir con esa función educativa y social”, señala durante una entrevista con LA GACETA.

- ¿Cómo comenzaste?

- Cursaba el tercer año en la facultad, pintando; en esa época todos queríamos ser americanistas. Se cumplían los 500 años del genocidio de España. Luego vino el deseo de pasar a la tridimensión, fue para el TomArte, 1992, que presenté unas esculturas en hierro y lienzo pintado. Descubrí que tuvo que ver la danza con esa necesidad de otro espacio (estudié clásico desde los ocho años hasta los 20). Luego fueron mis esculturas blandas realizadas en lienzo pintado continuando con la misma línea erótica de la pintura, el color y la forma. Teníamos la mirada puesta en el pop y yo en Claes Oldenburg. Después de muchos años mediando la maternidad volví a producir cambiando la forma y el color pasando al dibujo con la máquina y bordado. No me aparté nunca de lo textil en realidad porque me dediqué al diseño de blanquería, de lámparas cosidas hasta de indumentaria como medio de subsistencia. Tomé la sexualidad nuevamente porque me parece que la época lo requería, estamos en lucha contra el patriarcado y como madre necesitaba que mis hijos acepten que soy una mujer que quería vivir plenamente mi vida, eso incluía mi sexualidad. Y muchos no se animaban a mirar las piezas por pudor. La de Mariquita Sánchez de Thompson fue una investigación sobre la sexualidad de la época y no hallé datos sobre el tema. Imagínate, totalmente prohibido por la sociedad y la Iglesia. No cambió mucho, mirá ahora estamos rodeados en el gobierno de pañuelos celestes, sin educación sexual, sin aplicar la ESI en las escuelas y colegios y con aumentos de los femicidios.

- ¿Y el arte contemporáneo?

- Es una expresión más del capitalismo que fue pronunciándose cada vez más desde los ‘90. Sos un artista contemporáneo si seguís ciertas reglas, las que te impone el mercado del arte. A su vez para llegar a la venta tenés que tener un curriculum que de cuenta de clínicas con cual o tal que esté de moda, ‘aplicar’ a becas, curadores que te brinden visibilidad; y cuándo inauguras, fiesta, gran fiesta, donde sea; en una habitación perdida en un rincón de la ciudad, mejor si es un sótano o garage. Hay buenos artistas que pueden llevar a una transformación, aunque sea minúscula, de la sociedad. No digo contestataria, sino que vaya unida al pensamiento crítico, ese por el cual los educadores luchamos a diario, sino hablemos solo de mercancía.

- Cómo ves la situación actual.

- Todos sabemos que con la llegada del Covid19 lo que quedó al descubierto es la crisis de la salud y la educación, y de todo este sistema que algún día debe explotar, ojalá suceda. Intento desde el pequeño espacio que ocupo, siempre, aportar al derrumbe del sistema que nos está matando. No me prendo ya en una carrera de quién llega primero para obtener reconocimiento a costa de la muerte de tantos como ocurre ahora. La Bienal Sur está acaparando los espacios como si no tuviéramos a quién elegir acá cuando la realidad es que sobran los artistas, curadores, investigadores, y ahora museólogos valiosos.

- Y emprendiste otro rumbo.

- Llegué a la museología esperando devolver a la UNT lo que aprendí no solo en sus aulas, como Licenciada, con mi bagaje de muchos otros conocimientos. Pero te vas dando cuenta que no les interesa, que cuando más te capacitás más lejos te dejan. Te expulsan. Hoy creo que los museos necesitan un cambio sustancial.

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