Reynoso es la otracara de la moneda

Reynoso es la otracara de la moneda

RECUERDOS. Guillermo César Reynoso y su hijo, en una foto de hace varios años. RECUERDOS. Guillermo César Reynoso y su hijo, en una foto de hace varios años.

La relación que vincula a entrenadores con sus hijos tiene la otra cara de la moneda: cuando el fútbol los enfrenta en algún momento de sus carreras. Un caso particular lo protagonizaron en Tucumán Guillermo César Reynoso y su hijo del mismo nombre. En junio de 1986, San Martín y Atlético se enfrentaron en la instancia semifinal del torneo liguista. “Pucho” era el DT del “santo” y su hijo estaba en Atlético. El destino los cruzó en un duelo muy recordado. Luego de la serie de dos encuentros, el conjunto de La Ciudadela avanzó a la instancia decisiva que otorgaba el pase a la primera edición del Nacional B, donde fue derrotado por Atlético Concepción. “Mi papá me recomendó no jugar. Pero yo tenía 18 años. Era un poco rebelde y no escuché sus consejos” recuerda “Puchito” -como lo conocen sus amigos del fútbol- sobre aquel momento.

El pedido de Reynoso a su hijo no fue caprichoso. Gran conocedor del mundo del fútbol, entendía que no estaban dadas las circunstancias para encarar un desafío de ese tipo. “Yo venía de una lesión que me tuvo parado casi tres meses. No estaba en los planes de nadie que jugara ese partido, pero sucedieron algunas circunstancias inesperadas. ‘Kila’ Castro era el técnico y fue a buscarme a mi casa para decirme que necesitaba cubrir el lateral izquierdo de la defensa. Mi posición natural era marcador central. ‘No es tu perfil. No te conviene jugar’, me dijo. No obstante, me puse a disposición del técnico y fui titular en ese encuentro”, recuerda sobre aquel capítulo de su vida.

“Mi papá la pasó muy mal. Siempre fuimos muy unidos, pero era un profesional extraordinario. Cumplió con su trabajo y llevó a San Martín a la final”, le cuenta Reynoso (h) a LG Deportiva. En aquel momento, el entrenador de San Martín, quien falleció hace ocho años, reconoció luego del partido que había sufrido por partida doble. “Soy el técnico de San Martín y mi hijo estaba en el equipo rival. El optó por jugar y lo respeto. Como padre siempre voy a querer que le vaya bien. Todavía es joven. Puede progresar y llegar a tener éxito en el fútbol”, señala una publicación de LA GACETA post partido.

Los recuerdos brotan durante la charla. “Compartí gratos momentos con mi padre desde que era chico. Nací en Colombia, donde él jugaba, y era la mascota de sus equipos. En Ecuador me hacía escuchar las charlas técnicas. Aprendí mucho a su lado. Era una persona sencilla, un bohemio, pero sabía mucho de fútbol. Tenía una gran personalidad y mucha intuición”, define a su padre.

Una anécdota permite conocer a Reynoso entrenador. “El tenía muchos amigos en Colombia y recuerdo que recomendó a Sergio Galván Rey para que lo prueben en Once Caldas. ‘No le mires la estatura sino su inteligencia’, les comentó. A los pocos día lo llaman para decirle que no rendía como esperaban y que lo iban a mandar de regreso a Tucumán. Él pregunto en que posición lo habían probado y pidió que lo ubicaran en otra porque ahí rendía mejor. No sólo quedó. Con los años se convirtió en ídolo del club. Es el goleador histórico del equipo de Manizales y del fútbol colombiano”, destacó.

El sueño que quedó pendiente para Reynoso y su hijo es haber podido coincidir en un equipo. “El ingeniero (Natalio) Mirkin le propuso una vez comprar mi pase para que jugara en San Martín, pero no aceptó. En ese momento se hablaba mucho del caso de Ángel Labruna que era técnico de River y su hijo Omar integraba el plantel. Siempre evitó las polémicas. Eso formaba parte de su personalidad”, sostiene con orgullo. El fútbol tiene las dos caras de la moneda.

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